En un clima raro, apático e incierto hoy se celebra la democracia con el ejercicio soberano del voto obligatorio. Los signos son evidentes de mala praxis al sistema que restauró Raúl Alfonsín en 1983.
Ante una investidura presidencial acéfala, un ministro de Economía es candidato en una crisis con desconocidos índices de pobreza e indigencia. Con tarifas congeladas que contienen la inflación y un festival de subsidios que sostienen una actividad económica que según los especialistas responden a la ficción.
Con esa cara el oficialismo juega sus cartas con el aval político que infiere el PJ con todas sus tribus adentro, una maquinaria electoral abroquelada para una jornada que se presenta como un quiebre. El oficialismo defiende el poder que disfruta y que parece no sufrir, con sus arietes políticos, sindicales y sociales que impulsan la continuidad.
Enfrente estará quien representa el descontento, rechazo y el cambio. Surgió como un disruptivo al que hubo que aplacar para volverlo permeable a exigencias básicas de un amplio sector del electorado.
La disrupción fue la píldora que tomó un enfermo que necesita rehabilitarse. Pero la dosis no fue suficiente, a tal punto que se ha generado un halo de desconfianza que multiplicado a los indecisos en un número que no pescan las encuestas. Se quemaron todos los papeles.
El error técnico es el margen de los especialistas, no es difícil imaginar cómo se siente el hombre de a pie, o quienes sostienen esta injusta carga económica con su trabajo y esfuerzo, desde hace décadas. A tal punto que ya mundialmente se analiza a la democracia como insuficiente para dirimir el acceso al poder político.
Según datos publicados, el votante puede llegar a elegir su voto en el momento de seleccionar su opción en el mismo cuarto oscuro. Pero también hoy se llega con el cuestionamiento de la limpieza del acto electoral, a tal punto que la autoridad competente debió intervenir para garantizar el proceso y que el mismo no resulte inválido.
Tampoco se garantiza que a hoy a las 22.30 se conozca quien se quedó con el balotaje, que luego de un año de campaña ya aparece como el extremo de la tolerancia. Un detalle no menor es que están definidos gobernadores, intendentes, legisladores provinciales y nacionales. Es un mano a mano de jugadores con las cartas marcadas.
Los encuestadores cuentan anécdotas de lo que han relevado, no tiran ni guarismos. Es como que sólo queda hincarse y ponerse a rezar