Los pilares del intendente Montenegro, siempre sostenidos por arreglos políticos, se aflojan a marcha redoblada. El escudo que le montó el espanto de María Eugenia Vidal para inventarlo como intendente ya no existe.
En realidad el sello Juntos Por el Cambio luce un epitafio político. Montenegro y Abad hace sólo 6 meses lo rescataban como el único éxito electoral del PRO, la UCR y la CC. Hoy no tienen gobernabilidad en General Pueyrredon.
El naufragio político ha dejado al garete a la nave insignia de cuatro años de involución y de incierto destino. La nave ya no necesita un iceberg se hunde sola. El DE y el STM en mesas furtivas, convirtieron el salario municipal en la variable de ajuste de un programa de gobierno inexistente. Se la gastaron toda.
Una de las partes incumplió en connivencia con la otra, juntas armaron el rombo: “La paciencia se acabó, tras una semana plagada de mentiras el lunes comienza un plan de lucha a matar o morir, anuncian los representantes de los trabajadores”. ¿Quién se hará cargo de la desmesura?
Ya no alcanza y apelan ahora a la vía de ir a consumar hechos que inspiran la violencia para dirimir las diferencias. Zanjar el 10 % de aumento por decreto que no cubre mínimamente el atrasado salarial. Y hay que reparar que General Pueyrredon está entre los peores ubicados en el universo de los 135 municipios bonaerenses.
¿Qué pasó? No hay plata, otro color político estampó su firma y es duro vivir de la nuestra. Es una pesadilla, el único activo político de Montenegro desapareció, era fomentar el antikirchnerismo. Sin equipo de gobierno, sin programa, sin gestión, quedó a merced de socios que flamean bajo banderas desteñidas como radicales y lilitos.
El DE y el STM montaron la escena de los acuerdos, para que siga todo igual. El nuevo orden político con la incorporación de la LLA ha comenzado horadar la crítica situación económica y financiera de la municipalidad. La sucesión de servicios caerán en sus frecuencias y hasta dejarán de prestarse, los conflictos dominará la agenda.
Y para colmo la oposición hace muy poco para destapar la olla. Las operaciones mediáticas cubren servilmente esta orgía cuyos ejes provienen del eje que gira en torno al senador Alejandro Rabinovich. Ahora la victimización ocupa el centro de la escena y arrastra a la población que su condición social, pobreza, desocupación convivan con la inseguridad, la salud y la educación.
“Está preparada para todos los presupuestos, es accesible y amigable”, así definió Mauro Martinelli a la moratoria que rige desde el 6 de mayo, para deudas hasta el 31 de diciembre de 2023.
Cuando se plantea en estos términos, de carácter permanente, la profundidad de la escasez de recursos es de una dimensión desconocida. La administración Montenegro le puso la lápida al Sindicato de Trabajadores Municipales. Y ahora le escapa a las consecuencias.
Hizo el ajuste con el STM como variable, durante 4 años a través de un manejo económico financiero espurio, respaldado por una escribanía oficialista en el HCD y una oposición complaciente, muy lejos de estar a la altura de las circunstancias.
Martinelli (un desconocido plenipotenciario) reconoció que el intendente les ordenó ser creativo, austeros y ordenados, pero deberían reconocer que desde 2019 no tenían tiempo para perder. Sin embargo no la vieron. Privilegió a la burocracia política que cayó ante la inesperada motosierra de LLA.
Sus aliados beneficiados y privilegiados locales de turno hasta dispusieron del protocolo y no hubo reparos para el control del gasto, o la optimización de los recursos.
Hoy Montenegro ni aparece en la convocatoria de MM en el PRO. Así también son vanos los intentos de acercamiento a las líneas que bajan como redes troncales de Milei. Ya hasta el apoyo de la palanca de enfrentar a Axel Kicillof, lo dejan además en un feroz plano secundario.
Montenegro sufre la soledad que imaginó su escapada en 2025, no le dieron los tiempos del imprevisto Milei, sin que éste asegure la opción exitosa del que un país a la deriva se ha aferrado como una tabla de salvación.
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