Política

Scioli vende espejitos de colores

archivo_20140416122722_7545“La gente no vota por la calidad de gestión”, la definición sonó como un serio desequilibrio al sentido común, pero provino de aliado incondicional al oficialismo de la Provincia de Buenos Aires.

Con ese parámetro encara el sciolismo, las cruciales elecciones presidenciales, provinciales y municipales. Al comienzo de la gestión hace 8 años, otra definición dejó picando la idea “Se viene otro Pagadios”, toda una síntesis por adelantado de lo que refleja hoy la administración bonaerense.

Por estos días (imagino que en todo el territorio naranja) hay un publicidad de Provincia Seguros, con la figura de Marcelo Tinelli, sin que se conozca cuáles son los valores de la misma para esa unidad de negocios que maneja Gustavo Marangoni. Si alguien como Menem llegó desde La Rioja con un pocho y larga patilla y prometió el “Salariazo” y la “Revolución Productiva” durante los ´90, y ahora padecemos 12 de kirchnerato (que dice que nos hizo vivir la Década Ganada), es necesario advertir al resto de las 23 provincias de la República Argentina, que hay un candidato que ha quebrado la salud pública, la educación pública, el sistema judicial, el sistema carcelario, la policía de la Provincia de Buenos Aires, la estructura de servicios básicos, como rutas y ferrocarril, etc. etc. etc.

Ese candidato es Daniel Scioli, que no sólo se sodomizó a los K, sino que ha llegado al colmo de servirle como pararrayos, papel que cumple con Karina Rabollini, que se ha sumado a esta pleitesía cautivada por el uso indiscrecional de los recursos del Banco de la Provincia, la financiera de Scioli que respalda su candidatura, y sobre la cual nadie de la oposición ha fijado el foco de la atención.

En función de este análisis, es oportuna la nota que publica el diario La Nación con la firma de Francisco Jueguen, con el título “Scioli: equilibrio y ajuste de un candidato pragmático, dice lo siguiente:

A diferencia de Cristina Kirchner, el gobernador y único presidenciable por el oficialismo puede mostrar cuentas equilibradas en su distrito; lo hizo gracias a un fuerte aumento de impuestos y una gran reducción del gasto en infraestructura.

El vicepresidente Amado Boudou; el entonces ministro de Economía, Hernán Lorenzino, y el vicegobernador bonaerense, Gabriel Mariotto, entre otros, lo criticaron por su “mala administración” de la economía provincial. Por cadena nacional, la Presidenta le enrostró que desde 2003 había auxiliado a su distrito con más de 400.000 millones de pesos. “Hay que gestionar y gobernar sin operaciones”, criticó. Sin embargo, el más despiadado fue entonces el secretario legal y técnico, Carlos Zannini (hoy candidato a vicepresidente de la Nación de Scioli), que acercó a Olivos un proyecto que pedía la intervención federal de la provincia de Buenos Aires.

Fue el verdadero bautismo de Scioli. En esa crisis gestó su independencia para allanar su camino presidencial. Y a pesar de un relato propio alineado al kirchnerista, su receta fue un ajuste clásico: recorte de gastos y suba de impuestos. El resultado le ofrece hoy al único candidato del FPV un pergamino inédito: en un distrito considerado históricamente inviable por los problemas estructurales que arrastra, Scioli puede mostrar las cuentas en orden.

¿Qué es Scioli? ¿Ortodoxo o heterodoxo? ¿Cuál es el ADN económico del gobernador? “Daniel es un pragmático. Hace lo que tiene que hacer. Si llueve agarra el paraguas y si hay sol te va a dar el factor 40”, graficó un importante asesor externo de Scioli, hasta hoy en el exterior. Otros analistas e incluso sus funcionarios coinciden con esa descripción a pesar que desde el sciolismo se desviven por sugerir que el gobernador “habla mucho” con Axel Kicillof.

“El gobernador tenía el objetivo de lograr el equilibrio. No porque estemos enamorados de la palabra equilibrio. Él cree que sólo así puede haber sustentabilidad en las políticas públicas”, explicó la ministra de Economía bonaerense, Silvina Batakis. Su versión del perfil de Scioli difiere así del de una Cristina Kirchner que, a nivel nacional, muestra un déficit fiscal de 6% del PBI.

“Scioli es un progresista moderno. Eso le da cierto aire de pragmatismo”, coincide Batakis, que destacó la creación de ARBA (agencia de recaudación) y la sanción de la ley de administración financiera bonaerense en 2007. “Así pudimos enfrentarnos a las corporaciones con impuestos progresivos”, explica. Cita al campo, el cable y el juego.

“Un ajuste ortodoxo es bajar sueldos o echar a gente. Daniel no hizo eso”, afirmó a este medio Gustavo Marangoni, presidente del Banco Provincia. “Ahora pagan impuestos los sectores que antes no pagaban”, agregó quien califica a Scioli como “un hombre con estricto sentido común”. Pero Marangoni reconoció que la decisión de buscar un equilibrio en las cuentas provinciales no fue sólo una decisión técnica sino que tuvo motivaciones políticas.

Los números son la evidencia de la autarquía sciolista. Buenos Aires es la provincia con mayor participación de recursos propios sobre el total de sus ingresos: de cada $ 100 que ingresan a las arcas provinciales, $ 62 son recaudados por ARBA. Esto se logró con una fuerte suba de la presión impositiva – “de carácter progresiva y proproductiva”, dicen cerca del gobernador-. Hubo un revalúo rural, se rediseñó el impuesto a los Ingresos Brutos, se actualizaron sus alícuotas, se penalizó la tenencia de tierras improductivas, se eliminaron exenciones impositivas en algunos sectores de la economía y se creó el impuesto a la herencia.

La recaudación por Ingresos Brutos -el impuesto madre- entre 2011 y 2013 creció un 89,6%, según ARBA (de $ 26.199 millones se pasó a recaudar $ 49.677 millones en sólo dos años). El impuesto inmobiliario se disparó 143% en el mismo período (el rural 145%). El impuesto automotor, 103% y el gravamen a los sellos creció 80%.

En el mismo período los gastos crecieron a un ritmo mucho menor que los ingresos o incluso disminuyeron. Según los datos de la Dirección Nacional de Coordinación Fiscal con las Provincias, la inversión en Agua Potable y Alcantarillado cayó 24% (de $ 2041 millones en 2011 a $ 1552 millones en 2013), mientras que en Vivienda el retroceso fue de 21,1%. En Ciencia hubo un alza de sólo 0,7%. Otros rubros subieron pero siempre por debajo de los porcentajes de recaudación: Administración Gubernamental (62%), Salud (47%), Educación (51,8%), Trabajo (43,2%), Seguridad (50,2%) y Servicios Sociales (51,8%). La consultora LCG afirma que el gasto primario en el período entre 2008 y 2011 creció a un promedio de 6,4% anual. Entre 2012 y 2014 se contrajo al 1,2% anual. La presión tributaria provincial, que había pasado de 4,2% en 2007 a 5,3% en 2011, se elevó a 7,1% en 2014.

Gracias a la historia provincial -que el sciolismo nunca buscó cambiar-, hasta 2012 Scioli dependió del humor de Cristina Kirchner. La ley de coparticipación de 1988 recortó los fondos coparticipables de Buenos Aires a 21,21% (siete puntos porcentuales menos). Para equilibrar las cuentas en 1992 se creó el Fondo del Conurbano Bonaerense, que los aumentó a 25%. En 1996 se estableció un tope máximo ($ 650 millones), que nunca se actualizó. “Desde 2010, el Gobierno enviaba unos $ 10.000 millones de fondos discrecionales por año, el 15% del presupuesto de la provincia”, explica el economista Nicolás Dujovne. Según estima, en 2011, se bajó a $ 7000 millones y en 2012, a 2000 millones. “Scioli tomó nota e hizo un ajuste impresionante. Subió los ingresos brutos, el inmobiliario e hizo crecer el gasto total por debajo de la inflación. Equilibró las cuentas, pero destruyó la inversión en infraestructura”, completa.

“El gasto de capital se contrajo 43% real en 2012”, cuenta Gastón Rossi, director de LCG. “De hecho, pese a la recuperación que tuvo el ese gasto en el bienio 2013-2014, aún se encuentra 5% por debajo del nivel de 2011 en términos reales”, agrega.

“Desde el punto de vista fiscal, un logro de esta última década es haber pasado de un déficit récord de casi el 10% de los ingresos a un desbalance apenas superior al 1%. Este proceso de ordenamiento fiscal fue el resultado de una marcada baja de los niveles de endeudamiento”, afirma Lucio Castro, director del área de Desarrollo Económico de Cippec. Según datos oficiales, la deuda se redujo del 12% del Producto Bruto Geográfico en 2007 al 7,4% en 2014. El equilibrio fue fruto, dice Castro, de “una fuerte alza de la presión fiscal y un crecimiento del gasto inferior al aumento de los ingresos”. El resultado primario, que era deficitario en $ 1300 millones en 2007 y aumentó a $ 6700 millones en 2011, pasó a ser superavitario en 2014, apunta Rossi.

Sin embargo, sólo en los últimos días Scioli logró romper los grilletes. En abril, por ejemplo, todos miraban de reojo al ex ministro de Economía Alejandro Arlía, padre de una emisión de deuda de US$ 1100 millones que vencía en octubre. Recién hace 20 días la Presidenta dio la orden para habilitar una nueva emisión y patear ese vencimiento. Cristina Kirchner sólo aflojó la cuerda cuando ya no quedaba otra opción que “Scioli-Zannini para la Victoria”.

Mdphoy – La Nación

 

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