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River entre la crisis de la abundancia y las viudas de Gallardo

Mientras en Núñez la tesorería, más millonaria que nunca, recibe moneda dura, en el River Camp el entrenador Martín Demichelis, debe gestionar y administrar un plantel nuevo. Con Beltrán se fueron 30 goles por año.

Suceder a Gallardo requería una alta dosis de infalibilidad. Luego del torneo de la liga ganado por escándalo, llegó el momento para que las viudas de Gallardo aparecieran. Era de manual. A Demichelis formado en otro ámbito, con otras disciplinas y valores, lo sacudieron en modo argentino, cargado de frustraciones y desilusiones.

River pasó 18 años sin salir campeón y también perdió la categoría, la hinchada sabe lo que es sufrir, conoce la dureza de la competencia y la adversidad de la misma. Fluminense posiblemente uno de los finalistas no fue más que River en esta Copa Libertadores. El Inter de Porto Alegre fue un verdugo módico.

Frente a Vélez las complicaciones llegaron inoportunamente, y coincidieron con una serie de cambios que molestaron. Hubo ruido en el vestuario y los comentaristas que no se fuman a Demichelis dieron el golpe más esperado.

River es una usina de conspiraciones que alimentan una oferta de programas deportivos las 24 horas del día por radio, televisión y redes sociales. Ese es el punto, que algún incómodo opere desde el vestuario. Las sucesiones en River son muy cotizadas y hay internas feroces.

Demichelis fue el elegido que no mereció reproches. Había que esperar su primer resbalón para irle a la yugular y el momento llegó tras la magra noche del Amalfitani. Muy ejecutivo, Jorge Brito,  el hombre más importante de la banca nacional, debe ahora sostener su trascendental decisión de haber seleccionado al hombre que iba en camino a dirigir al Bayern Munich.

Claro provino el reemplazo del ganador de Madrid, quien obtuvo la gloria eterna y ese era el desafío que intenta neutralizar a Demichelis, con las operaciones clásicas del gatopardismo, que existen tanto en la política como en las grandes instituciones del fútbol argentino.

Si se venden 30 goles por año y en el arco propio hay intermitencias hasta en las pelotas que van afuera, hay que rediseñar el aparato que apunta a la excelencia. Preocupa la evolución sin objetivos que generen motivaciones extras, es una transición que no se sorteó con suerte, siempre indispensable como factor. Es difícil no jugar por nada, se siente el achaque.

El fanatismo atado al exitismo, los egos en la relación de cuerpo técnico y jugadores juegan su partido públicamente en la mayor vidriera deportiva del país.

Matías Almeyda afirmó que nunca más dirigiría River, se marchó un hombre de intachable trayectoria, un histórico sin dudas que prefirió tomar distancia del nocivo como inquietante mundo River.

No es fácil, sino muy complejo que alrededor de 100 programas deportivos partidarios diarios con 1.000 periodistas, sigan el minuto a minuto de lo que pasa en la institución con respecto al fútbol. Es el morbo que parte de la parcialidad consume y tranquilamente se llevan puesto un proceso en un año político.

Mañana es más importante la previa que el propio partido contra Arsenal, es un síntoma de que algo anda mal en Núñez.

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