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¿República de Tandil? Las razones detrás de su amague independentista

Por las redes sociales circulan diseños del pasaporte de la “República Separatista de Tandil” y del escudo nacional de este ficticio estado. Tiene un salame y la piedra movediza como estandartes. Como toda broma, esconde algo de verdad.

Hasta ayer, cuando los obligaron a cerrar por una semana ante un aumento de contagios de coronavirus, en los bares y restaurantes de esta ciudad a 400 kilómetros de la Capital Federal grababan videos que enviaban a parientes y amigos de distritos vecinos. “¿Dónde estás?”, les preguntaban. “Estoy en Tandil, acá hay libertad”, respondían.

 

La localidad bonaerense de Tandil se rige por su propio protocolo basado en los colores del semáforo rojo, amarillo y verde Fuente: LA NACION – Crédito: Santiago Hafford

 

“Nosotros no somos ni separatistas ni buscamos la independencia de Tandil porque no tenemos salida al mar, pero podemos encontrarla”, afirma el intendente radical Miguel Lunghi (76 años), quien desde 2003 gobierna esta poderosa ciudad del centro bonaerense.

Desde el lunes 7 de septiembre se distanciaron del sistema de fases que rige en toda la provincia por un modelo propio basado en un semáforo, donde cada color (verde, amarillo y rojo) determina la apertura o restricción de las actividades en la cuarentena. “Defendemos nuestra autonomía política, institucional, administrativa y financiera”, sostiene el intendente. “Nuestra realidad es distinta que la del conurbano y tenemos el derecho de administrar la cuarentena en forma local, no me pueden controlar desde La Plata a 370 kilómetros”, reafirma.

Convivir con el virus

“Yo soy médico, sé que tenemos una pandemia, pero también sé tenemos que aprender a convivir con el virus”, advierte. “Con el semáforo nos aseguramos que la gente pueda seguir trabajando con el compromiso de cumplir con todos los requisitos sanitarios y de distanciamiento social. Además, tenemos nuestro propio autotest, aquí no usamos la app Cuidar”, completa Lunghi.

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Miguel Angel Lunghi, intendente de Tandi Fuente: LA NACION – Crédito: Santiago Hafford

 

La reacción de la gobernación bonaerense no se hizo esperar. Carlos Bianco, el jefe de Gabinete bonaerense, aseguró que Tandil podría tener consecuencias legales. “Me dice que me van a denunciar, que me digan por qué”, sostiene Lunghi, viejo conocedor de los laberintos de las leyes municipales. “Quiero creer que el señor Bianco estaba en un mal día”, agrega. Teresa García, la ministra de Gobierno, también criticó con dureza la postura “separatista” de Tandil.

“No conocen la realidad de la provincia, son 135 distritos y 135 realidades”, acusa el intendente. “Veo dos soluciones para el problema de Buenos Aires: autonomía a los municipios y la división de la provincia”, tajante y determinado, Lunghi expone razones: en el interior viven 20 personas por kilómetro cuadrado, en el conurbano: 4000. “¿Cómo vamos a ser medidos por las mismas normas? Es imposible gobernar desde la distancia”, determina.

Prosperidad

Tandil es, en comparación con el resto de la provincia, una potencia económica. Con 140.000 habitantes, tiene un Parque Científico Tecnológico con un Polo Informático de más de 50 empresas dedicadas al desarrollo de software que emplea a 1200 personas, 700 pymes industriales y una intensa actividad en la construcción motorizada por las nuevas familias que eligen Tandil para vivir. Además, desde 2002 vive un boom turístico.

 

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Mauricio y Silvana en Puesto Chico, un local de comidas abierto durante la pandemia. Fuente: LA NACION – Crédito: Santiago Hafford

 

El Instituto de Economía de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires (Unicen) realizó una encuesta que arrojó un resultado alentador: el 91% de los encuestados dijo que la calidad de vida en Tandil era muy buena. La oferta educativa es variada y centrada en la Unicen. Se pueden estudiar 38 carreras de grado, 10 de pregrado y 14 de postgrado. De las 40.000 viviendas que existen en la ciudad, sólo 221 son casillas precarias.

Tandil cuenta con un sistema de salud muy completo, con 14 centros, muchos de alta complejidad. Tiene 250 camas. Sólo 14 están ocupadas por pacientes con Covid. Desde que comenzó la pandemia, se registraron 295 casos. La tasa de mortalidad infantil aquí es de 6,8 por cada mil nacidos vivos. En la provincia, es de 8,9.

El presupuesto aprobado para este año es de 4.183 millones de pesos. Se estima que por la caída de recaudación y coparticipación producto de la pandemia quedarán unos 3.700 millones. “En un estudio del CONICET de calidad de vida en ciudades intermedias de hasta 250.000 habitantes, ocupamos el tercer puesto a nivel nacional”, dice Alejandro Bonadeo ex director de turismo y empresario lácteo.

Las diferencias con respecto a la provincia se notan desde las tres entradas que están abiertas para ingresar a Tandil. El control es estricto, pero no lo hace la policía -como en todos los distritos- sino que personal de tránsito se ocupa de tomar la temperatura y completar una declaración jurada con los datos de la persona que pretende entrar. Esa declaración habilita a transitar por la ciudad.

Turismo

Es el destino turístico provincial que más ha crecido en la última década y esto provocó el desarrollo de los productos locales que están distribuidos en las góndolas de los principales supermercados del país. “Los tandilenses queremos nuestra ciudad, defendemos lo nuestro”, afirma Victoria Inza, a cargo de la legendaria Época de Quesos, una vieja pulpería reciclada que vende los mejores quesos y fiambres de esta comarca.

“El sistema de fases no funcionó, acá siempre tuvimos en claro que queríamos uno propio”, afirma Aicia Laco, dueña de la librería Alfa que estuvo abierta desde mayo. “Vendimos más libros desde que está la pandemia”, agrega Ludmila Keegan. “No tuvimos que echar a nadie, y nos va bien”, asegura Emilio Pardo, uno de los propietarios de Tandilia, una cervecería muy concurrida.

“Los tandilenses disfrutan de su tierra”, sostiene María Elena Valdez, una guía de turismo que trabaja con grupos de hasta diez personas (locales) en recorridos por fuera de los clásicos del turismo. “Los vecinos descubren lugares que no conocían y hacen las salidas para poder charlar”, asegura. “La gente necesita reencontrarse”, concluye. “Al tandilense no le gusta tanto ser invadido, nos gusta disfrutar de la tranquilidad de la sierras”, asegura.

“Abrimos en plena cuarentena y pudimos tener bandas en vivo”, cuenta Mauricio Thesz, quien junto a su pareja hicieron posible la epopeya de abrir un bar en junio, cuando los locales de gran parte del país estaba cerrados. “Podemos mantenernos, y nos bien, el tandilense consume local”, concluye.

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