Política

Panorama político: Estabilizar también tiene sus costos

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En el quinto piso del ministerio de Economía no tienen dudas: la inflación este mes volverá a tener un piso del 7%, con incrementos un poco por encima en alimentos y bebidas. Y como es el tercer mes consecutivo de ese nivel de aumentos, un debate se instaló con fuerza en el equipo de Sergio Massa: ¿se puede seguir con un esquema de estabilización gradualista o es necesario un shock? Solo una cosa es segura: esa disyuntiva de hierro no se resolverá  solo con argumentos técnicos, sino que está entramada con la discusión política por la estrategia electoral que agita al oficialismo.

En términos de medidas concretas, las opciones que baraja Massa fluctúan entre un programa “hard” con salto devaluatorio, una suba adicional de tarifas y más ajuste fiscal, shock a compensar con un incremento salarial y un posterior acuerdo para congelar por seis meses las principales variables de la economía. La otra opción es seguir como hasta ahora pero reforzar el esquema con un encarecimiento del dólar turista, un dólar trigo para noviembre y acuerdos sectoriales de precios como el que se cerró esta semana con la industria textil. Siempre con el Mundial como límite temporal máximo para aplicar cualquier receta.

La variante light, analizan en el gobierno, sirvió para ganar tiempo pero no para bajar la inflación de modo perceptible, mientras que el programa de shock supone un primer momento –un mes o do- en el cual los precios incrementarían la luz de ventaja que ya tienen sobre los ingresos antes de encauzarse en un ritmo del 3% mensual. Eso, claro, si todo sale perfecto, porque en el mismo equipo económico reconocen que fracaso entraña el riesgo de una recesión más profunda que la que ya se insinúa y de una espiralización de los aumentos.

Nada en ese análisis es políticamente neutro, además. Aunque el componente financiero-cambiario de la crisis parece dar un respiro, la inflación, sobre todo la de alimentos, nutre el inconformismo quienes se identifican con el oficialismo y, presuntamente, del sector “blando” del electorado que siempre es decisivo. Conviene, de todos modos, no hacer lecturas lineales: encuestas de consumo interno del FdT indican que el malestar económico alimenta la opción Milei, que volvió a crecer en PBA y puede resultar estratégica para dividir el voto opositor.

Para el propio Massa hay un dilema. Parte de su equipo juzga que su emergencia como opción electoral es incompatible con sus intereses: el gobierno, según números que le acercan, está en niveles de aceptación muy bajos y eso es muy difícil de revertir en el lapso que media hasta las elecciones. “Le conviene cimentar prestigio, quitarse de encima en mote de `ventajita´ que le colgó (Mauricio) Macri en vez de ser candidato”, susurran en su oído. Pero esos mismos interlocutores reconocen que intentar la aventura de las urnas está en el ADN del líder renovador.

¿Qué programa económico marida mejor con esa fruición de poder? Massa no definió aún: gasta la mayor parte de su energía llevar hasta el detalle el manejo diario de su cartera y piensa menos en la rosca política. La que da pistas es Cristina. Viene avisando que la atención hay que ponerla en los precios tanto como en la falta de dólares y, apuestan quienes siguen de cerca en diálogo económico que mantiene con Axel Kicillof, “está muy lejos de dar el ok a un plan de estabilización duro, sobre todo si supone un salto devaluatorio”.

Así como Massa mira las señales económicas de CFK, Kicillof espera una definición política de su parte: ¿Debe intentar eliminar las PASO o no? Tema empujado por la liga de gobernadores que integra, al bonaerense no le queda cómodo como discurso propio. Dice, eso sí, que avanzará si lo hace Nación. Juzga que en PBA puede haber un escenario menos adverso de lo que podría suponerse, sobre todo porque los intendentes opositores, deseosos de conservar para ellos el uso de la lapicera, podrían acompañar. Julio Garro, de La Plata, ya lo hizo.

Hay un hilo de especulación política que conecta a Massa con Kicillof. El escenario económico pone dudas en la postulación del tigrense. El impacto personal del intento de asesinato que sufrió tiene el mismo efecto para Cristina Kirchner. ¿Dónde entra el Gobernador? En las especulaciones de un grupo de intendentes que se ilusionan con “sacarlo por arriba” hacia una candidatura nacional para impulsar a uno de los suyos hacia el sillón de Dardo Rocha.

La ausencia de Kicilllof de un cónclave del PJ bonaerense que se hizo en Lomas de Zamora alentó rumores en aquel sentido. Sobre todo porque el candidato de esos alcaldes es Martín Insaurralde, el organizador del almuerzo. “Nos agrega 4 puntos de intención de voto por fuera del núcleo duro K que Kicillof no aporta”, se animó un entusiasta que estuvo presente. En gobernación dicen que detrás de la ausencia no hay complot: Insaurralde llamó al Gobernador para contarle de la movida y éste le contestó que solo iría  una reunión partidaria si lo invita el presidente de PJ, sillón que ocupa Máximo Kirchner. (DIB)

Por Andrés Lavaselli

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