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Nuevos hábitos vacacionales y recreativos de un verano en clave pandemia

Por la pandemia y en un contexto de aumento significativo de casos en las últimas semanas, este verano se adoptaron nuevas formas recreativas y de vacacionar entre las que sobresalen los mates y viandas propias, el disfrute en parques y otros espacios públicos, una menor sociabilidad en las playas y alquiler de casas quintas con piletas.

Milagros Gallardo Lescano tiene 28 años, vive en Rosario y acaba de regresar de sus vacaciones en la ciudad costera de Necochea, en la provincia de Buenos Aires, donde estuvo una semana con dos amigas y en donde, según dijo, “por suerte, no hubo mucha gente”.

A pesar de que el clima no las acompañó en sus días de playa, Milagros consideró que “las nubes y la lluvia serían algo malo en otro contexto pero, esta vez, nos pareció una suerte, para no cruzarnos con tanta gente”.

La joven explicó a Télam que eligieron esas playas “porque son muy amplias y no viene tanta gente como en otras de la Costa Atlántica”, lo que les permitió “respetar el distanciamiento y reducir el peligro de contagio por coronavirus”.

“La gran diferencia en estas vacaciones en pandemia -señaló- es que socializamos menos, porque en vacaciones uno busca conocer gente y charlar, pero esta vez preferimos no hacerlo”, señaló.

Otro cambio que adoptaron las jóvenes, fue llevar “siempre y a todos lados, varios tapabocas y alcohol en gel en las mochilas”.

Gregorio Pérez Roldán, de 36 años, también oriundo de Rosario, decidió quedarse allí, “ante la incertidumbre de la pandemia”.

“Me tomé mis vacaciones, a pesar de no haber planeado ningún viaje, para cortar un poco la nueva rutina de home office, que tiene sus ventajas pero también agobia un poco”, reflexionó ante Télam.

Durante su primera semana de vacaciones, Gregorio se dedicó a “estar al aire libre, fui a los parques que tenemos y son muy lindos y aproveché la costa del río Paraná, ahora que está habilitada la actividad náutica”, destacó.

Los mendocinos, entre quedarse en casa y pasear por bodegas

El contexto de pandemia impidió que los mendocinos pudieran viajar a los principales destinos elegidos usualmente, como los de la costa del Pacífico chileno, así como el rebrote de casos en las últimas semanas consolidó la decisión de que se decidieran por alquilar casas con pileta en zonas de Luján de Cuyo y Maipú o en villas cordilleranas, como Potrerillos.

“El alquiler de casas de fin de semana o para vacacionar fue explosivo, hasta el punto que la gente que la alquilaba para residencia permanente, dejó de hacerlo y empezó a ofrecerlas por día, fin de semana, 7, 15 días o un mes”, detalló a Télam el martillero Juan Caparrós, quien trabaja con alquileres de casas en localidades mendocinas como Chacras de Coria, Vistalba,y Las Compuertas.

El agente inmobiliario explicó que desde principios de diciembre “ya no se conseguía prácticamente nada porque estaba todo reservado hasta marzo”, lo que provocó que los valores de los alquileres “se duplicaran y, en muchos casos, hasta se triplicaran”.

En ese sentido, Estanislao Puelles, presidente del Colegio de Inmobiliarios de Mendoza, coincidió con Caparrós en que la gran suba del valor para alquilar casas se debe a que muchos mendocinos “prefirieron quedarse cerca, en el contexto de la pandemia”, pero también influyó el hecho de que quienes antes ofertaban casas de fin de semana, “este año prefirieron pasar el verano en ellas, por lo que la oferta disminuyó drásticamente”.

Los valores se incrementado un 30 por ciento en relación a la temporada pasada: Hoteles de 3 estrellas, base doble, se ofrecen desde los 4.200 pesos; los de 2 estrellas, desde $3.200; 1 estrella, a partir $2.100; Apart Hotel, desde $3.500; cabañas, base cuádruple, desde $3.200 a $8.000 y Campings, un promedio de $250.

En tanto, Claudia Yanzón, titular del Bus Vitivinícola, un micro que realiza diferentes recorridos por bodegas, con la modalidad ‘Hop on-Hop off’, remarcó a Télam una notable rebaja de precios en sus paquetes turísticos, destinados al público local.

“Nuestro servicio era de turismo receptivo pero cuando volvimos a trabajar, los clientes que apoyaron la iniciativa fueron los mendocinos y las bodegas comenzaron a ofrecer servicios con precios muy bajos, por ejemplo, un almuerzo en bodega con excelentes vinos, a un promedio de 1.500 pesos”, contó.

Las vacaciones anticipadas de la porteña Laura y su pareja

“Necesité vacaciones anticipadas y supe que diciembre sería un buen mes para evitar la ‘locura’ que traería enero. Fui con mi pareja a Colón, Entre Ríos, a vacacionar y luego pasé unos días en Córdoba para visitar familiares”, señaló Laura Beltrami, para quien el 2020 fue “un año duro a raíz de los cambios de hábitos que debimos adoptar por causa de la pandemia y, también, por las medidas que fueron tomadas para combatirla”.

Actriz, gestora cultural y periodista, Laura contó a Télam que “al clásico repelente, protector solar y reposera, sumé en esta ocasión el infantable barbijo. Me resultó una estampa particular ver a mujeres en bikini en la playa y con barbijo”.

“Pero -añadió esta vecina del barrio porteño de Colegiales- pude llevar adelante mi vacaciones de modo normal, que era lo único que me interesaba luego de un año tan duro”.

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En la provincia de Buenos Aires, un cambio inesperado: chau valijas, hola parques

“Si hay un hábito veraniego que modifiqué es hacer las valijas e irme con mi hijo a vacacionar a algún lugar y adoptar, en contraposición, a los parques y plazas como lugares nuevos de esparcimiento en familia y con amistades, tanto mías como de él”, relató Paula Fráncica, residente en la localidad bonaerense de Florida y madre de Santos, de 7 años.

“Como no trabajo en forma presencial -dijo Paula-, elegí una colonia de verano cerca de casa y de media jornada que me facilitara hacer home office y al mismo tiempo compartir unas horas con mi hijito, a diferencia del verano anterior, que lo mandaba durante toda la jornada porque yo debía salir muy temprano de casa y regresaba al final de la tarde cuando trabajaba en microcentro”.

Contadora pública y empleada bancaria, Paula señaló que está aprovechando “todas las opciones que brindan los espacios públicos, desde compartir meriendas, andar en bicicleta, consumir en los negocios aledaños, disfrutar del verano y entre el verde, siempre tan necesario”.

Pese a tener un “departamentito” en Mar del Plata, este verano ella decidió no ir a esa ciudad balnearia porque -dijo- “no quiero incurrir en mayores riesgos y no está claro cómo es la atención en caso de sufrir un contagio” de coronavirus.

En Córdoba, los Martínez apostaron por una cabaña y las viandas propias

La familia Martínez, residente de la provincia de Córdoba, disfrutó por estos días de su estadía en una cabaña de la localidad de Potrero de Garay, al tiempo que eligió salir lo menos posible del lugar, “solo para hacer paseos en auto o comprar alimentos”.

“Siempre venimos a la zona a vacacionar pero este año, por ejemplo, fuimos de paseo a La Cumbrecita y a Villa General Belgrano y elegimos un día de semana, para evitar la masividad”, dijo a Télam Jorge Martínez, junto a su esposa y dos hijos, quienes agregaron que prefieren “no sentarnos a comer en bares ni restaurantes”.

La familia contó también que recorrieron la playa del río Golpe de Agua y llevaron su propia comida, además de “mantener un constante lavado de manos con alcohol diluido en agua”.

En Mar del Plata, la burbuja podrá ser compartida, pero el mate jamás

Marisa Civitate, oriunda del barrio porteño de Boedo, veranea desde hace décadas en Mar del Plata y al igual que cada temporada, la Playa Bristol es su base de operaciones, y para no faltar a la cita de cada temporada con el grupo de amigas que se consolidó con los años frente al mar, debieron adaptarse a los protocolos y aplicar el modo burbuja.

“Venimos temprano y ahora cada una trae su sombrilla, así ocupamos más espacio para no estar apretadas. De la casa, a la burbuja en la playa, cada una viene con barbijo y se terminaron las rondas de mate: cada una tiene el propio y su termo”, contó a Télam Civitate.

El grupo de amigos que la acompaña está integrado también por Milagros y Mariana, de la localidad bonaerense de Berisso; Francis, de San Justo y Miguel y Norma, de Marcos Paz, mientras que otra familia de San Juan, que formaba parte de las vacaciones playeras, prefirió no encarar el viaje a la Costa.

Civitate comentó que el último verano, cuando el gobierno nacional declaró el aislamiento social, preventivo y obligatorio, a causa de la pandemia, ella se encontraba de vacaciones en Mar del Plata, a pocos días de su fecha de regreso prevista.

“Me tuve que quedar hasta el 12 de mayo y finalmente logré volver después de que me rebotaran cinco veces el permiso”, contó.

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