Si el intendente Montenegro puso en duda su reelección, su figura más temida quedó reflejada, corregida y aumentada ante la posibilidad de tener que mantener una lidia política con Sergio Massa y Axel Kicillof, en aras de contabilizar las cuentas que aún no terminan de cerrarle y no se trata de un eufemismo.
Si la intendencia de General Pueyrredon era sólo una plataforma para llegar a la gobernación, ser uno de los sobrevivientes de Juntos Por el Cambio, lo ubican en la pole de una grilla que dejó libres varios cajones de largada para la próxima carrera. Fue pragmático y hay vasos comunicantes para poder llegar por lo menos a otra bandera a cuadros.
Le funcionó el sálvese quién pueda, pero ahora no alcanza, arranca otra contienda, el día a día municipal no es la zona de confort del hombre que festejó anoche. La victimización política y argüir discriminación pueden ser ardides que no son eternos como la suerte, los vecinos se dan cuenta cuando no se labura.
El problema para Montenegro sigue siendo Mar del Plata y la carestía de su gestión. Pero si Massa fue elegido en un contexto de variables adversas, por qué no admitirlo en el jefe comunal Marplatense. En ese caso está en todo su derecho, aunque el marplatense decidió eximirlo a cambio de otros cuatro años, en los cuales la resignación es llegar hasta para festejar los empates.
La crisis es total y los caminos a recorrer están plagados de contrariedades políticas. Estas normas los dejan a expensas de sus adversarios. Juntos Por El Cambio hizo cúspide en 2019, hoy nadie tiene la llave de un posible camino de reconstrucción. En ese ámbito contar con Montenegro será excluyente, se convirtió en un emergente. ¿Un Jorge Macri del interior bonaerense? Será difícil imaginar una movida sin Montenegro, el futuro dice que difícil prosperar sin su aprobación.
Después del 13 de agosto hubo que trabajar para sostener la caída de la marca JxC, apelar a la boleta delivery para salvar la ropa sin ponerse colorado, no queda exento de deudas políticas y puede convertirse en un moroso consuetudinario. Ya pasarán las facturas por debajo de la puerta de la Secretaría Privada.
Este entremés ha sido un acto que deberá sostenerse hasta el 2027, cuando aún con completó su primera cuota de mandato. Disimuló todo lo que pudo, después de arrancar con el “albertismo” en la madrugada de 2020, ya se gastó todo. La pregunta es ¿quedó inhiesto? después de este resultado. Y cómo será la oposición en el HCD, que políticamente se imagina llegar el 10 de diciembre con la servilleta puesta a comérselo de un bocado.
A la hora de las disquisiciones que deja el escrutinio de anoche, además de comprobarse que la marca se había caído, habrá que aceptar que Demaio repitió, no logró retener los votos de Milei, quedó a 10 puntos porcentuales abajo del hombre que va al balotaje con Massa. Es muy probable que esas voluntades las haya capitalizado Montenegro.
Hay que coincidir que Demaio arrancó en el desierto en cuanto a nivel de conocimiento, su instalación dejó sabor a poco, no desentonó pero no le dio la nafta y padeció además que Milei no haya conservado la competitividad de las PASO, no todo es tracción a la hora de poner la boleta y Mar del Plata puede haber marcado un récord de corte de las mismas.
También por qué Fernanda Raverta que estuvo par y paso con el producto de Sergio Massa, en cambio no produjo el mismo efecto con la performance de Axel Kicillof, lo que le hubiera permitido ser la agasajada electoral del 23 / 10 / 23. Ese tren de análisis se va a ir desgranando en futuras estrategias. La grieta ya no existe y los tercios imperfectos tampoco.
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