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Monseñor Marino encabezó la 41° Marcha de la Esperanza

Marcha de la Esperanza 1Con la participación de miles de fieles, se realizó la 41° Marcha de la Esperanza que tuvo como lema “Madre, ayúdanos a trabajar por la paz”. Como todos los años, partió desde la Gruta de Lourdes y culminó en la Iglesia Catedral, donde el obispo de la diócesis de Mar del Plata monseñor Antonio Marino presidió la Eucaristía en las escalinatas del Templo Mayor.

Monseñor Marino comenzó la homilía durante la Eucaristía de cierre de la Marcha de la Esperanza, recordando que “hace cuarenta años en 1974, la inauguraba el inolvidable segundo obispo de esta diócesis, Mons. Eduardo Pironio. La realizamos en el Adviento, que es por excelencia el tiempo de la esperanza. Esta esperanza relativa al “día de la salvación” ha sido uno de los sellos característicos de su espiritualidad. Él sabía que la esperanza nos “llena de optimismo y de responsabilidad cristiana” y nos lleva a “interpretar los acontecimientos actuales a la luz de la fe”.

En referencia a las lecturas bíblicas, el obispo remarcó que “en este segundo domingo de Adviento, orientan nuestra atención a “preparar el camino del Señor”. Es el clamor que encontramos en el profeta Isaías. Dios dirige un mensaje de consolación a su pueblo que experimenta la dura prueba del exilio y siente agotadas sus fuerzas. Lo invita a una esperanza activa. Hay que construir un camino: rellenar y rebajar, enderezar y emparejar” al tiempo que resaltó que “nuestra catedral puede convertirse este año en símbolo o metáfora de nuestra necesidad de reparación y rejuvenecimiento espiritual”.

“El cierre preventivo de la Catedral, se vincula con grietas y desprendimientos de su ornamentación y sus molduras. Sabemos que ella es un signo elocuente que remite a otra realidad no física sino espiritual, no sólo temporal sino trascendente. Nosotros somos la casa de Dios, el templo santo, cuya piedra fundamental es el mismo Jesucristo, según la enseñanza de San Pablo” sostuvo monseñor Antonio Marino ante la mirada atenta de miles de fieles que permanecían frente a la Catedral.

Por último Marino pidió que “salgamos con María, que nos trajo a Jesucristo y fue la primera en salir de prisa, “sin demora”, para servir a Isabel y llevarle su tesoro. Invoquémosla como “causa de nuestra alegría” y “Reina de la Paz”. La marcha que ahora concluimos se ha realizado bajo el lema: “Madre, ayúdanos a trabajar por la paz”. Nos ha acompañado la imagen de la Virgen de Luján bendecida por el Papa Francisco”.

El testimonio de los fieles

José de la Comunidad de la Merced del barrio Belgrano, fue uno de los encargados de acompañar a la Virgen durante su traslado en toda la Marcha. Emocionado hasta las lágrimas contó que participar en la Marcha es “creer en lo que cada día el Señor me da. Hace 29 años que participo en la Marcha de la Esperanza. Hoy lo hago con tristeza, con mucho dolor, camino solo, sin mi compañera de vida, pero con ganas de seguir caminando. Y por esto le pido a mi Madre Santísima que me siga acompañando”.

“Yo tengo tanta fe y agradecimiento, que en mi vida siempre que me caigo me puedo levantar. Participo desde que era joven. Hoy vengo a agradecer mas que a pedir. Tengo el corazón lleno de amor. Estoy operada del pie y voy a llegar hasta el final de la Marcha” aseguró Marta, peregrina.

Por último Luis relató que participa en la Marcha desde hace 20 años “porque es una promesa que renuevo todos los años. Sea como sea, la hago. Es algo lindo de la ciudad que comparto con la familia. Mi papá lleva la Virgen. Vengo a pedir por un año mejor, y también agradecer por lo vivido”.

 

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