Una vez más se registró la caída de una columna de semáforos, en esta ocasión en Colón y Córdoba. Esta sucesión de hechos similares se acumulan con columnas de alumbrado y artefactos de iluminación, con linterna de semáforos, con carteles se señalización pública, con molinos de viento de Punta Iglesias, etc. Si no también puede incendiarse una o dos playas de vehículos secuestrados en predios municipales, y los estallidos que se producen volver vulnerables a viviendas familiares de las adyacencias o derrumbarse un techo de magnitud en el ex edificio de ESEBA en J.B. Justo y Reforma Universitaria, donde funcionan dependencias municipales.
No escapan a esta realidad los hechos de profanación, vandalismo y saqueo de los cementerios municipales que han sido objetivos de aberrantes ilícitos sin que haya algún tipo de respuestas del Departamento Ejecutivo
Ya no son hechos casuales, como el cierre del 50 % del Estadio José Minella, entre otros ejemplos que se naturalizan, hay que convivir con los milagros o apostarle a la fe del turismo religioso. Se deben traducir en las causales de hechos que se van incorporando a un inventario de la decadencia y la precariedad que abruma en la Municipalidad de General Pueyrredon y las cuales parecen estar en la agenda sólo en la resignación y del milagro que no produzca muertos y heridos. Estamos a nada de que ocurra, porque a estos problemas se ha decidido barrerlos debajo de la alfombra, que ya acumula demasiada basura de todo tipo.
Los perfiles de columnas de alumbrado y público y semáforos, aún con las cargas de sus linternas y luminarias en sus pescantes están diseñadas para soportar la intensidad del viento que duplican las velocidades que soplan en Mar del Plata aún bajo la calificación de ráfagas. Esto significa que las columnas caen por su estado de corrosión, que se puede producir en las bases o en sus pescantes. No es el viento el causante de estos siniestros.
Un plan de prevención de alerta temprana que permita evitar trágicas consecuencias sería de enorme valor para advertir el peligro que se afrenta cuando se decide transitar por la ciudad. La conducción política de la ciudad ha decidido llorar sobre la leche derramada o elegir el momentos de las cámaras para ir a abrazarse con los padres de las víctimas por la inseguridad como Martín Mora Negretti, o conocer qué hacía un móvil de la patrulla municipal con personal afectado en el interior de un balneario del Sur, donde hubo un enfrentamiento a balazos que produjo un asesinato.
No escapan a esta realidad los hechos de profanación, vandalismo y saqueo de los cementerios municipales que han sido objetivos de aberrantes ilícitos sin que haya algún tipo de respuestas del Departamento Ejecutivo