Política

La estrategia del gobierno es el fraude y su impunidad

0000092037Ernesto Sanz rápidamente le agregó onda positiva al tándem Macri – Carrió para una gran primaria abierta. Bendijo ese espacio, pero tiene resistencia en la propia UCR, a la que debe conducir con responsabilidad, atando todos los hilos para alcanzar un consenso con profundo y agitados debates, como en la próxima Convención Nacional a celebrarse el 18 de marzo, que definirá el futuro de la UCR.

El senador nacional y presidente de la UCR, doctor Ernesto Sanz, en reportaje exclusivo con mdphoy.com , no escapó a definiciones duras y tajantes, sobre la grave situación institucional del país y con los máximos funcionarios del gobierno, involucrados en una crisis sin antecedentes en Argentina.

Son demasiados años de desprecio a la ley y a las instituciones desde el poder político. Son  los ciudadanos, quienes ahora tienen el futuro en sus manos. La democracia argentina es una democracia enferma, a la que tenemos que sanar entre todos. Proliferan cada vez más personajes, que son más propios de una novela del género negro, que de las instituciones de una democracia respetable.Sólo entienden el Poder Judicial como un negociado más de su gestión fraudulenta del Estado. Sólo se preocupan de protegerse de sus propios actos y de procurarse impunidad para el futuro. Scioli quedó comprometido con toda la estrategia del gobierno respecto al caso Nisman. Las fuerzas de la oposición tenemos una gran responsabilidad: sabemos que el 70% de los argentinos desean el cambio.

A continuación la reproducción total y textual del responsable político de conducir a la UCR, a un espacio de competencia que lleve a su partido, integrando un gran frente nacional de oposición, que desplace del gobierno a una conducción que rechaza el 70 % de los argentinos.

Atentado a la AMIA, entendimiento con Irán, la muerte de Nisman, periodista que abandona el país, no dejan margen para pensar en otra posibilidad que estamos en un marco de emergencia institucional, al cual nos arrastra el gobierno por el manejo de la crisis. Es un espiral ascendente que en una semana no ha dejado de crecer. ¿No es hora de asumir desde el Congreso Nacional un mayor rigor y medidas, porque cada día es peor?

Es evidente que estamos ante un proceso de deterioro institucional que no empezó el día que murió Nisman: son demasiados años de desprecio a la ley y a las instituciones desde el poder político. Lo que ha ocurrido en este mes de enero, nos ha puesto brutalmente ante la profundidad de esta crisis institucional, que empieza a ser un peligro para elementos fundamentales de la democracia.

¿Es ésta una situación de emergencia política?

Yo creo que sí. Pero tan grande es la emergencia como la oportunidad que tenemos de salir de ella. Precisamente en este año electoral. La solución ya no está en manos del Congreso, controlado por el oficialismo, ni de ninguna otra institución. La solución depende, en primer lugar, de la responsabilidad de las fuerzas de la oposición para ofrecer una verdadera alternativa de poder; y por supuesto, depende del voto de los ciudadanos. Son ellos quienes ahora tienen el futuro en sus manos.

Cristina, Timerman, Berni, Milani, Parrili, Gils Carbó, Aníbal Fernández y legisladores oficialistas aparecen como borrados, se han encapsulado entre ellos y no sólo demuestran falta de compromiso, sino que los hechos que derivan de la muerte de Nisman agregan mayor drama en el funcionamiento de las instituciones de la República. ¿No es un número de funcionarios que ya deberían estar dando cuenta ante la justicia?

Es un drama, que aquellos cuya función es cumplir y hacer cumplir las leyes, dediquen todo su poder a lo contrario: no sólo ellos burlan cada día la ley, sino que amparan y encubren todas las ilegalidades que convienen a sus fines políticos. El Estado de Derecho es atacado cada día por los responsables de preservarlo. Por eso digo que hoy la democracia argentina es una democracia enferma, a la que tenemos que sanar entre todos. Eso es lo más importante que tenemos que hacer hoy en nuestro país.

Si bien pueden ser personajes menores, por lo menos Luis D´Elía y Esteche, ya a la luz de lo conocido, no tendrían que haber sido llamados a indagatorias, para saber cómo es la punta de la madeja y acceder a más información.

Yo no voy a caer en lo mismo que crítico: no voy a decirles a los jueces y fiscales cómo tienen que hacer su trabajo. Son ellos quienes deciden a quién tiene que investigar.

Lo que me preocupa es que, a la sombra de la maquinaria del poder kirchnerista,  proliferen cada vez más personajes como esos que usted ha mencionado, que son más propios de una novela del género negro que de las instituciones de una democracia respetable. Y me preocupa, por supuesto, que la impunidad de los delitos que se cometen al amparo del poder sea la norma en nuestro país.

¿Qué garantías tenemos los argentinos, de qué este manejo oficial no garantice una investigación independiente de estructuras políticas,  termine provocando una anarquía dentro del poder judicial y dejando en el desamparo a civiles que necesitan un servicio de justicia eficiente?

Por desgracia, mientras este gobierno permanezca en el poder no tenemos ninguna garantía. El kirchnerismo ha tomado la decisión política, de acabar con la independencia de la justicia en la Argentina y está ejecutando su plan de forma implacable. Sólo entienden el Poder Judicial como un negociado más de su gestión fraudulenta del Estado.

El único camino para recuperar una justicia que, además de independiente, sea justa y eficiente para todos por igual, es cambiar de gobierno. Y después, probablemente, revisar la legislación para impedir que este desastre institucional se repita en el futuro: crear nuevas garantías para que un Gobierno no pueda someter a la Justicia aunque quiera.

Hay algo más que visos de profanación de instituciones y cargos, las complicaciones se acumulan, y el rumbo es cada vez más incierto, ¿no hay riesgo de que esta situación afecte al conjunto de las actividades del país?

Sí, ese riesgo es cierto. Tenemos dos problemas: el primero, que los gobernantes han dejado de gobernar y ya sólo se preocupan de protegerse de sus propios actos y de procurarse impunidad para el futuro. Mientras, de los problemas de los ciudadanos –la economía, la inseguridad, la educación, el empleo- nadie se ocupa.

El segundo es que todos estos hechos, generan una desconfianza generalizada en el mundo hacia la Argentina. Con todo lo que ha pasado recientemente, nos hemos olvidado de que seguimos en default, en recesión y con una inflación insoportable.  Y en el mundo de la economía global, la confianza lo es todo. Por eso el gobierno tiene que hacer cosas tan anómalas, como aliarse con países sospechosos como Irán o entregarse a una potencia como China, en un acuerdo claramente desventajoso para nuestros intereses.

Qué opinión le merece el documento del P.J. y en especial la ambigüedad de Scioli, sus gestos, fastidio y un acompañamiento a todas luces especulador desde la política.

Para valorar ese lamentable documento, lo único que hay que hacer es volver a leerlo.  Con todo lo que sabemos hoy no queda en él una sola línea que se sostenga. Y lo más patético no era el documento, sino los rostros de quienes estuvieron allá, haciendo ese papelón.

En cuanto al señor Scioli, cada uno es dueño de sus actos. Supongo que al estar allí quedó comprometido con toda la estrategia del gobierno respecto al caso Nisman. Para mí, si eres candidato a la Presidencia de tu país y acudes a un acto como ese, no es para esconderte en la tercera fila intentando que se te vea lo menos posible. Pero como digo, cada uno se muestra como es.

Esta situación no obliga a pensar en un armado de una gran alianza nacional, ante el peligro que supone la proyección de una situación de esta naturaleza, con una gran convocatoria política que encauce la organización del país y asegure el funcionamiento de las instituciones.

Eso es exactamente, lo que yo estoy proponiendo: un acuerdo lo más amplio posible por el cambio. Para darle al país un gobierno nuevo y distinto e iniciar la regeneración democráticas antes de que sea demasiado tarde. Las fuerzas de la oposición tenemos una gran responsabilidad: sabemos que el 70% de los argentinos desean el cambio. Sabemos que por separado ninguno de nosotros podrá ganar y mucho menos sostener un gobierno; y sabemos que si nos juntamos, ganaremos y gobernaremos. Hacer que esto suceda es nuestra responsabilidad, y yo estoy volcado en esa tarea.

Jorge Elías Gómez

jgomez@mdphoy.com

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