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La democracia generosa con la política y la justicia

CFK decidió pasar a la oposición sin máscara, ahora y en el 2023, porque sabe que su suerte está echada a partir de las PASO. Fue un ataque a la salud del sistema de gobierno, desató los efectos de una pandemia sobre un gobierno que cayó en desgracia, a partir de las 18.00 del último domingo

La vice presidenta de Alberto Fernández con las urnas calientes hizo su movida. Jugó sus piezas de una manera brutal y produjo un tembladeral político, que afecta a todo el oficialismo a partir de la inestabilidad que ella misma instaló en su gobierno.

La ruta política dejó su techo muy abajo hace sólo 72 horas y su piso puede caer más. La vía del voto llevó al Frente de Todos a una crisis que abrió una ventana que no será fácil de cerrar. El viento de la discordia no parará de soplar, quizás como nunca hasta ahora. Y ya rompió jarrones chinos, irreparables.

No hay truco de magia que reemplace el escenario de las PASO en noviembre y hasta puede acentuar la caída, hasta llegar a guarismos impensables hasta hace sólo 5 días. El matrimonio exitoso electoralmente, sufrió una escena de divorcio que se prolongará con más contrariedades.

La división de bienes es política. A CFK la obsesionan las causas judiciales que aún no pudo cerrar en Tribunales, están más complicadas y su avance aseguran será irreversible. La protección política era un posible salvoconducto que podía dejarla exenta de sentencias condenatorias.

Buscando explicaciones, fue la economía o la pandemia, o la economía y la pandemia. Se volvió en modo interrogatorio interno paredes adentro. La embestida llegó sobre los hombres del presidente en el gabinete, fue encartada en renuncias de los jugadores K que estaban cobrado desde el día 1 de gobierno, y sucesivamente con reemplazos que se iban anunciando.

Fueron avisos los que se volvieron una ola de dimisiones para terminar de embarrar la Casa Rosada. Indirectamente AF ha comenzado a rodearse de solidaridades explícitas, mientras que su compañera de fórmula aumenta su figura de mal querida políticamente.

No hay visos de reconsideración y no queda por resolver margen de apaciguamiento. Las PASO pusieron el miriñaque hacia otro destino, los votos marcaron el rumbo que alejó al gobierno de millones de argentinos y dejaron de interpretarlo como en el 2019. El agotamiento llegó muy rápido y en la lontananza espera la recuperación.    

Las evidencias de haber transitado un 12 de setiembre con altas chances de reiterarse dentro de 59 días, le hizo echar mano a una dudosa maniobra de apriete político de elevada envergadura, que devaluó aún más la raída imagen presidencial, sostenida por un puñado de políticos solidarios, pero nada más.

Este clima tóxico en todo sentido es un exceso de la política con la democracia. Las convocatorias a elecciones agotan la credibilidad, cuando estos resultados que se exhiben desde la política, han llevado a los electores a padecer pobreza, desocupación, baja calidad de educación y precario servicio de salud, todo debido a las decisiones en nombre del Estado.

La justicia, o parte de ella, aún con la venda en los ojos, observa tanto las urnas como los expedientes, y es funcional a partir de los escrutinios. Es la mayor alteración de quien orquestó este episodio que será muy recordado como una cadena de renuncias.

Alberto consumió 50 % de su mandato y no cumplió con eficacia su misión de operador judicial, para ir desactivando el peso que la corrupción cargó sobre la ficha de penalización de CFK. ¿Alguien se imagina que en lo sucesivo haya una ex presidenta agraviando cara a cara a jueces en sus estrados, apelando sólo a brevas de neto contenido político?

Hay una exhibición obscena de discrecionalidad, a cargo de quienes deben ejercer como funcionarios, desde la rigurosidad y el poder que le conceden las instituciones del Estado. Este acostumbramiento fue sumiendo a la población y ya han quedado atrapadas varias generaciones de argentinos.

La maquinaria de un movimiento que se inició con el ordenamiento radical, con candidato presidencial propio, y estalló el 21 de marzo con la interna de la UCR bonaerense definida.

Ese resultado tuvo un efecto que comenzó a conmover el país, al PRO en primer lugar en marzo mismo, que debió pertrecharse para su mayor primaria de su corta historia. Y luego se propagó al peronismo en su conjunto como ocurre por estas horas, cuando despierta de una lección política que constituye una pesadilla. La salida de un sueño muy pesado y difícil de volver a conciliar.

 

Jorge Elías Gómez

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