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En la riña del PRO asoman aristas desprolijas no saldadas ni convenientes

 

La lista única por la cual bregó Tristán no tapó las diferencias intestinas. Aquellas que no se suturan fácilmente y que luego no suman a pesar de la sana competencia. No fue todo armonía el día después, el resultado dejó airosos y frustrados,  también obligaciones sin cancelar.

Las huestes de fiscales quedaron en manos de Emiliano Giri (Larreta-Santilli) y Tato Serebrinsky (Bullrich – Grindetti) para comandar la debida presencia del control en el sublime acto de sufragar. Aproximadamente un giro de $ 50.000.000.- para destinar a esa comprometida labor de defender el voto de los candidatos.

No salió todo como debía, como ha ocurrido otras tantas veces, casi un clásico de manual en estos menesteres.

Quienes dicen saberlo todo, no descartan que el operador soviético también conocido como el Ruso, se halla inmiscuido desde su condición de hombre fuerte dispuesto a hacer valer su peso en la interna.

Pero el foco de las diferencias se centra en Emiliano, quien también experto en estas lides,  habría delegado funciones de control en la espesa jornada, a un asesor profesional con módulo que revista en el ámbito de un concejal, que va por la renovación en un expectante lugar en la lista del oficialismo.

La pista nos lleva a otra singular interna de un colegio profesional, librada en esta ciudad, donde el letrado apuntado apeló sin éxito a la disuasión, un especialista en la “metiere” con ese antecedente.

Con el resultado adverso en la interna, quedó en evidencia que la fiscalización es todo un tema, y cobrar para algunos después de la larga jornada no resulta sencillo, en especial a acceder al voucher que habilita a pasar por ventanilla. En principio tienen el 22 de octubre para redimirse.

Encima el escrutinio definitivo está voto a voto entre Grindetti y Santilli, lo cual adquiere una significativa importancia en cuanto al papel de los fiscales generales y de mesa. La interna del PRO está llena de inconsistencias y algunos arriesgan que es más prolijo Baradel en La Matanza. General Pueyrredon es el segundo distrito bonaerense un objetivo político para crecer con los negocios vinculados a la política.

 

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