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El Torreón del Monje cumple 116 años: historia y futuro de un clásico de Mar del Plata

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El Torreón del Monje suma infraestructura y servicios, como espacios gastronómicos y club de playa.

Club de playa y planes para ser un destino de todo el año marcan una nueva etapa para este ícono de Mar del Plata.

En torno al lugar hay una leyenda y una historia oficial. La primera es una historia de amor -prohibido, por supuesto- entre un español y una indígena. La otra es menos romántica: Ernesto Tornquist, miembro de la elite europea y benefactor, encargó su construcción. Primero se llamó Torre Belvedere y luego tomó el actual nombre, inspirado en la leyenda. Finalmente, decidió donar la construcción de influencias góticas a la ciudad.

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El llamativo edificio neogótico se llamó inicialmente Torre Belvedere.

 

De club de tiro a club de mar

Desde su inauguración el 28 de febrero de n 1904 -recién en 1927 se construyó el gran aterrazado al mar que lo caracteriza-, tuvo múltiples propósitos, entre ellos sede del aristocrático Pigeon Club local (tiro a la paloma) y del Círculo de Oficiales de la Marina. Hacia finales de la década del 70, el empresario marplatense Domingo Parato comenzó a trabajar en la puesta en valor de un edificio que en ese momento estaba abandonado y con riesgo de demolición.

¿Qué significa el Torreón para Mar del Plata? “Papá soñaba con convertirlo en un ícono y que la gente hablara del lugar al abandonar la ciudad. Mar del Plata es el Torreón y viceversa. Se trata de un resumen de la ciudad, por su arquitectura, gastronomía y paisaje”, cuenta Rodolfo Parato, socio de la empresa que tiene a cargo la concesión, hijo de Domingo y continuador del proyecto familiar.

En 2012, la nueva generación de la familia comenzó a pensar una nueva fisonomía para el lugar, y lo hizo de acuerdo con los nuevos usos y tendencias de una ciudad que fue virando su perfil turístico. Hasta hace algunas décadas, las vacaciones eran mensuales; luego pasaron a ser quincenales, y ahora abunda el visitante de fin de semana. “Convocamos a un equipo interdisciplinario con la idea de formar un parque patrimonial escénico, oceánico y urbano. Nos ayudaron a pensar el manejo del espacio”, contó Parato sobre las obras, que arrancaron en 2015.

Algunas de las modificaciones fueron inauguradas y otras aún están en curso, como la restauración de la estructura original de 1904. El lugar creció en superficie hasta llegar a los dos mil metros cuadrados. En la temporada 2017-2018 se inauguró Torreón Club de Playa, donde antes sólo había tosca; se equipó con pileta, vestuarios y todos los servicios esenciales para el turista.

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En la temporada 2017/18 inauguró Torreón Club de Playa, con pileta, vestuarios y todos los servicios esenciales.

 

Además, se abrió una hamburguesería y una terraza saludable; además, se refaccionaron todos sus salones, el mayor de ellos con capacidad para 1.200 personas. Quizás el gran desafío fue pensar un lugar para una ciudad que, por definición, es multitarget.

Para guiarse, una sombrilla por día en Torreón Club de Playa cuesta $ 1.900; una carpa, $ 2.300; un desayuno, $ 220; y la tarifa promedio de un almuerzo con bebida es de $ 620.

“El Torreón del Monje es el castillo, la superficie de arena, los paradores y otra gran cantidad de espacios, como un local de diseño o un duomo en la terraza para descansar. Permite generar productos turísticos para cada público. Tenemos desde un parador que vende licuados -algo simple- hasta un restaurante que se usó para eventos del G20. Somos una muestra de Mar del Plata, que recibe a un presidente de la nación y a un turista popular. La ciudad puede ofrecerle algo a cada uno”, agrega.

Las palabras de Parato cobran sentido con sólo levantar la vista. Es un día de verano impecable, al que no puede ponérsele ni un pero. Mientras él cuenta la historia, una familia pasea por la terraza del lugar. Más allá, un famoso ofrece un móvil para un programa de espectáculos. Cerquita una señora, con todo el tiempo del mundo, mira el panorama tomando un café en la confitería señorial.

El gran desafío del Torreón -y de toda Mar del Plata- es darle aún más contenido y opciones a una ciudad preciosa. “Dejamos de ser un lugar de sol y playa. Tenemos un gran potencial de explotación y apostamos a ser un destino de todo el año. Logramos mantener una buena afluencia de público durante el invierno, principalmente durante los fines de semana”, se entusiasma Parato.

Mientras lo dice, una familia equipada con camisetas de su club de fútbol pasea por la terraza del Torreón. Algún solitario se arrima a una de las barandas para respirar esa brisa única. Y, en algún momento, todos haremos lo mismo: mirar el mar que calma, escuchar su rumor infinito.

Más información en www.torreondelmonje.com.ar

Diego Jemio
Especial para Clarín

Fuente Clarín

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