Política

El optimismo de CAMBIEMOS es el peronismo extraviado

blankEl kirchnerismo dejó a la Argentina en el siglo XX. Postales de Río Gallegos y Caracas. De Santa Cruz y Venezuela. El frío de las celdas que se hace sentir en los casos de corrupción. El calvario de los pasillos de los tribunales, cuyas estaciones de la peregrinación ante la justicia, puede durar algunos meses, o  más años aún. Un día lo suben al ring a Boudou, lo bajan y suben a José López, la variante Lázaro Báez no se descarta, como algún Schoklender. Hay material acumulado, cómo para no olvidar rápidamente de dónde vinimos y desde dónde partimos, es imprescindible.

Es obvio, que faltan las mayores cabezas de la asociación ilícita e ir por la reparación de los daños causados, extinción de dominio y repatriación de bienes. No se aplica la muletilla pejotista “cuando nos peleamos como gatos en realidad nos estamos reproduciendo”. Hasta Felipe Solá y Facundo Moyano, entran y salen del massismo, lo cual es indicativo del desvarío que sufre el peronismo, un monstruo de mil cabezas.

Traduciéndolo, por si hiciere falta, Massa quien fue el primero en romper con los K tampoco convence, y sólo la variante Stolbizer puede agregar votos de desencantos y despechos del gobierno de CAMBIEMOS. Hoy el kirchnerismo continúa su financiación política desde el Estado, y esa es su lucha por la caja, ya sea en la nación, en la provincia y en las municipalidades, uno de cuyos casos más notorios es el de General Pueyrredon, como lo es La Matanza, son refugios públicos sostenidos por tasas e impuestos.

El giro que se esperaba de la gestión Macri, no ha sido tal, y no hay Plan B según admitió el propio presidente. Remolón en la transformación y en las reformas, ha consumido tiempo y capital político en exceso, ha castigado como a nadie a la franja que compone su electorado y mezcló la política con la gestión. No se habla de la buena y la mala política, sino de la joven y la vieja política, lo cual es un yerro que deja huellas difíciles de borrar.

El crédito se agota cuando los incumplimientos le ganan a los compromisos. No es la mejor conclusión reducir las fundamentaciones a los credos de la política. La pobreza, la salud, la educación, la seguridad etc. ya no son materia de diagnóstico sino de tratamiento. Lo que hace un año se arreglaba en una ambulancia, ahora o muy próximamente,  será necesario hacerlo en un quirófano y con la sala de terapia intensiva a mano.

No aparecen ni las flores ni los frutos de los brotes verdes. Los plazos son condicionantes, difíciles de revertir y muchos más aún cuando se viene con el hambre atrasado. La cuenta regresiva hacia el turno legislativo de octubre, se consume con fruición. Los deberes no se hicieron, se hicieron mal, parcialmente, prueba y error, todas las etapas, el margen se vuelve más estrecho. No obstante, hay un núcleo duro dispuesto al aguante de los trapos, hay un piso para consolidar la gestión de CAMBIEMOS.

Pero ese piso, es muy parecido al techo, se hará valer en función de la fragmentación del universo peronista, quizás el impacto más importante cuya base se echó el 22 de noviembre de 2015. No es fácil de concebir, que puedan restañarse las heridas en base a la compañía de los responsables de la derrota. No sólo que nadie se hizo cargo, sino que el encolumnamiento se procura con CFK a la cabeza, (enterrada la opción Scioli), por sus mediciones.

No hay arreglo posible. Es más no hay discusión posible, en términos razonables ni lógicos, por más sorpresas y asombros que  siempre depara la política. Sólo un gambito de poder, puede entrever que una líder política, sobre la cual recaen infinidad de causas por corrupción, pueda encabezar una oposición. El papel de la justicia no debe ser decoroso, como uno de los poderes  representativos de la República.

Hay una nueva mayoría social, que tiene resto para dotar de solvencia al intento. Allí hay un componente fundamental: el 70 % como mínimo no quiere ni oír hablar de la artificialmente denominada década ganada, en la cual reinó la corrupción, el atraso, el populismo y el engaño. No hay polarización, el 70 % es lapidario. Es sobre el cual debe reconstruirse la Nación, desde su economía hasta sus instituciones.

Fue un cuento, un relato que estuvo a punto de dejarnos en el umbral del padecimiento de los venezolanos. CAMBIEMOS no es el PRO ni es Macri, es una coalición electoral exitosa, con otros valores morales, éticos y políticos, que pese a la adversidad de un teatro de operaciones que se dejó montado para el fracaso, ha dado el golpe de timón mínimo para modificar el rumbo. Ahora aparece la sombra de Brasil que tendrá su influencia, pero todavía en Argentina no se ha terminado de poner la casa en orden.

Jorge Elías Gómez

jgomez@mdphoy.com

Un comentario

  1. Coincido con gran parte del análisis. Aparece sobre el futuro una pequeña luz, la de saber que el Pueblo Argentino no volverá a comer vidrio….Sólo espero que consecuente con crisis profundas se refunde una República. Hasta ahora ni se ve el Poder Judicial. Y con otros aires, sean los jóvenes UNIDOS los q empiecen a marcar la cancha política, pareciera que a los mayores propios y extraños los ven con un ojo mas maduro y crítico. Y no cargan Sueños Incumplidos por ineptitud ni corrupción. Confío en que resurgiremos desde las cenizas inmorales, de todo color político tradicional.

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