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El obispo celebró a Santa Cecilia, patrona de la diócesis y de la ciudad

Patronales_Santa Cecilia_2015_2Con la presencia de numerosos fieles, el obispo de Mar del Plata, monseñor Antonio Marino presidió la celebración en honor a Santa Cecilia, la patrona de la diócesis, de la ciudad y de la música. Una veintena de sacerdotes religiosos y diocesanos se congregaron en la Iglesia Catedral, en la que también concelebró el arzobispo electo de Bahía Blanca, Fray Carlos Aspiroz Costa, que es hasta estos días prior del convento dominico San Martín de Porres. El coro diocesano Santa Cecilia engalanó la celebración con su presentación musical.

“Celebramos la solemnidad de la virgen y mártir Santa Cecilia, patrona de nuestra diócesis y titular de esta iglesia Catedral. En este templo consideramos su doble significado. Ante todo, es símbolo de la unidad diocesana, por ser la sede episcopal y cátedra del obispo. Pero, al mismo tiempo, es centro de una comunidad parroquial que, al celebrar sus fiestas patronales, se siente llamada a una renovación permanente en su impulso misionero y en su servicio pastoral”, inició diciendo el obispo en su homilía.

Tomando como modelo a Santa Cecilia, el obispo resaltó la virginidad y el martirio, como dos rasgos “que deben resultar suficientes para renovar la conciencia de nuestra identidad cristiana y vigorizar nuestra fidelidad a la misión recibida en las actuales circunstancias de la historia”.

Más adelante el obispo, señaló, la presencia de “un querido hermano, representante de la vida consagrada, monseñor Carlos Azpiroz Costa, prior hasta ahora del convento de San Martín de Porres de Mar del Plata, a quien debemos muchos servicios, presente en esta eucaristía, ha sido elegido por el Papa como arzobispo coadjutor de Bahía Blanca. Recibirá su ordenación episcopal el día 22 de diciembre en la catedral de Bahía Blanca”. “Aprovechamos esta ocasión para despedirlo oficialmente. En esta Santa Misa damos gracias a Dios por este don, le expresamos nuestras congratulaciones y le aseguramos nuestra oración. El oficio episcopal, en efecto, es una carga que puede ser dura y que ha de sobrellevarse con fortaleza espiritual y un profundo amor a Jesucristo y a su Iglesia. Es medirse cada día con la grandeza del desafío y la desproporción de nuestras fuerzas, apoyados en la fidelidad del Señor a sus promesas”.

Finalmente, monseñor Marino, destacó la necesidad urgente de orar por las vocaciones sacerdotales,  como un “compromiso de todos”. “No debemos cansarnos de orar y confiar. Necesitamos de todas las vocaciones, pero sin sacerdotes no hay ministros de la gracia ni Eucaristía. El Pueblo de Dios necesita de estos guías y maestros. El cielo nos concederá lo que necesitamos si en nuestras parroquias, capillas y comunidades, organizamos adoraciones eucarísticas y fomentamos la conciencia de que se trata de un bien común y una responsabilidad de todos. Que podamos salir de este templo bien convencidos de esto y saquemos consecuencias”.

 

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