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El caso Insaurralde – Clerici y su impacto en los planes de Abad

 

 

 

 

La renuncia de Martín Insaurralde significa un acto de defunción política, con consecuencias para quienes negocian acciones propias que se cocinan en los más altos ámbitos del poder político. Insaurralde, proveniente de Lomas de Zamora, era nada menos hasta hace una horas el jefe de gabinete de Axel Kicillof.

En ese aspecto hay que considerar a Diego Molea al elegido por unanimidad actual presidente del Consejo de la Magistratura, en reemplazo de Alberto Lugones. El rector de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora (UNLZ) está al frente del órgano encargado de designar, controlar y remover jueces.   

El estruendo que provoca el affaire Insaurralde, produce un desacomodamiento de las piezas que deben intervenir en procesos propios de la telaraña judicial, en la que se haya imbricada la rosca política, la oscura especialidad del presidente de la UCR de la Provincia de Buenos Aires. Ya viene afectado y está en observación dentro de Juntos Por el Cambio por el caso “Chocolate” Rigau.

No es ajeno a la misma, obvio, el diputado provincial Maximiliano Abad, a la sazón candidato a primer senador nacional en la lista de Patricia Bullrich, su desempeño en la campaña es deslucido  y desdibujado, casi sin incidencia. Abad se ha servido políticamente de la UCR desde la presidencia partidaria bonaerense. Y según trascendió periodísticamente, impulsó la designación de su esposa y presidenta del HCD de la MGP, Marina Sánchez Herrero, como futura integrante de la Suprema Corte de Justicia de la Provincia.

El tránsito obligado es contar con la bendición de Molea, un acuerdo que puede tener sus bemoles dentro del peronismo que sufre los vahos de Insaurralde. El citado Molea mantiene afinidad con el diputado provincial Abad y Marina Sánchez Herrero, y fruto de sus acuerdos políticos avanzan en el organigrama del Poder Judicial de la Provincia de Buenos Aires.

El nuevo esquema de poder político bonaerense ha comenzado su transformación en las vísperas del 22 de octubre, justamente 20 días antes de las elecciones. Nadie sabe cómo quedarán en la foto luego de contar los votos. Lo cierto es que la farra de Insaurralde y Clerici agitó el tablero inusitadamente y las consecuencias son imprevisibles.

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