Mar del Plata está sacudida en las últimas horas por múltiples salideras bancarias, hechos de violencia urbana, por casos de inseguridad que no son precisamente una sensación, sino que lo reflejan diariamente las crónicas policiales. No escapan a esta realidad los accidentes de tránsitos también con víctimas personales que se registran en todo el ámbito de General Pueyrredon.
Ayer el anuncio de las vacaciones más exitosas efectuadas por Axel Kicillof no tiene demasiada afinidad con la Mar del Plata real, que se siente día a día. El éxito de la temporada está directamente relacionado con las medidas económicas que rigen en el país. Es un gigantesco cepo que domina a millones de argentinos, que su inmensa mayoría son aislados del mundo.
Ayer se dio inicio a una campaña política trascendental electoralmente, y el gobernador Kicillof tendió un piadoso puente a las autoridades municipales. Mar del Plata es una vitrina nacional e impacta con sus buenas y malas noticias. Se prestaron mutuamente para la foto.
El decorado es el mismo desde hace muchos años, llegan más policías, más móviles, agregan una división para evitar y combatir incendios, dotaciones que permanecerán hasta fines de enero de 2023 y luego irán dejando la ciudad, porque son tropas ajenas a la ciudad, no es su hábitat, su lugar de residencia.
El turismo es una actividad esencial en muchos aspectos. Reactivación económica, fundamentalmente, que genera un conjunto de movimientos que alcanza a todas las actividades laborales, directa o indirectamente.
Intentar instalar que hemos llegado a la Mar del Plata de los 12 meses es un insulto a los contribuyentes que sostienen a una administración municipal ociosa, inoperante, extremadamente costosa en relación a los pésimos servicios que presta, y bajo sospechas por la continuidad de contrataciones que se han apartado de las normas legales en vigencia.
Kicillof vino a cuidar su quinta, conociendo de antemano que la temporada será exitosa, para que el intendente Montenegro en las redes sociales no se suba como acostumbra hacerlo al “éxito” ajeno. Mar del Plata no compite, sino contra sus propias deficiencias.
El gobernador bonaerense aprovechó el Operativo Sol para iniciar formalmente la hora de largada de la campaña política sintiendo que el kirchnerismo/peronista tiene algo que decir, un lugar del cual no quiere ser desplazado y Mar del Plata es el escenario ideal para marcarle la cancha a un intendente del PRO.
Montenegro está ajeno a los grandes problemas de la ciudad: la violencia, la inseguridad y los siniestros que causa el tránsito en la vía pública. Promueve el fan fest, se cuelga de la camiseta del Dibu mientras el escenario de Las Toscas está ocupado por un intruso, Florencio Aldrey Iglesias, el vacunado vip al cual Montenegro restauró una de las varias prebendas que pagan los marplatenses en particular y los bonaerenses en general.
Kicillof y Montenegro se autoprestaron para las fotos. Es la política.
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El Retrato de Hoy
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