Arte y Cultura, Teatro

CRÍTICA / TEATRO: “Eva y Victoria”

blankVEROSIMILITUD Y TALENTO

Por Virginia Ceratto
(especial para mdphoy.com)

¿Alguien imagina un encuentro en el que, por ejemplo, Cristina Fernández, como vice o presidenta, visitara a Beatriz Sarlo con el fin de pedirle su colaboración como intelectual en un proyecto de ley? Pues sabemos la respuesta. Y no, tampoco se dio ese encuentro que fabula la obra entre Eva Duarte y Victoria Ocampo. Y sin embargo, el talento de las actrices, la dirección, la puesta súper cuidada y lo que ahora se ha ahondado y llamamos grieta, hacen de esta obra una pieza vigente e imperdible.

El libro de Mónica Ottino, “Eva y Victoria”, tuvo varias versiones, todas con actrices y dirección formidables. La obra es conocida, su trama, para quien no la vio, previsible. Y no obstante, no por magia, sino por el excelente trabajo de la dirección de Manuel González Gil y las actuaciones de María Valenzuela, Sabrina Carballo y Belén Romano, más el cuidado de la iluminación, la escenografía de Daniel Feijoo, que combina lo funcional con mobiliario auténtico y el vestuario de Pepe Uria -una maravilla-, y la música incidental de Martín Bianchedi, hacen de esta una cita casi obligada para quienes disfrutan del buen teatro.

María Valenzuela logra una Victoria que todos tenemos en el imaginario, y al igual que su partenaire, consigue un personaje único, que resiste cualquier inevitable comparación con su predecesora en el escenario, nada menos que China Zorrilla. Cómoda en su caracterización de la representante de una clase alta, adinerada e instruida, pisa la escena con una naturalidad que no se ve afectada por las formas que el rol le impone y a pesar de ahondar en las características de la élite, no cae en el cliché. Un placer verla en esto. Desde su figura casi diminuta, crece con el personaje y enriquece el texto que, ya he dicho, obtiene una vigencia impecable. Desde la inteligencia de los diálogos en contrapunto de ideologías hasta esa palabra en francés, idioma tan caro a la intelectual y su clase, oligarquía para unos, aristocracia para otros, que incluso mantenía correspondencia en ese idioma, aun tratándose de rioplatenses. Su Victoria será recordada.

Su partenaire, Sabrina Carballo, compone a una Eva acorde con aquel tiempo, diría, a una Eva Perón. Perón porque desde su lugar en este dueto, asume la valentía y las congojas de una mujer atada, de algún modo, al líder varón, y no obstante, hace gala de un feminismo que traduce no desde la intelectualización y teoría,  sino desde la necesidad de las mujeres y en eso pone en valor la frase de la Eva, donde hay una necesidad nace un derecho. Altiva en su esplendor, tenaz en su fragilidad, su trabajo conmueve.

Sin matices que hubieran apelado o forzado un intento de actualidad, como el empoderamiento, aquí vemos a dos mujeres que tienen que abrirse paso, como sea y desde donde parten, en un mundo de hombres. Y las dos dejan caer los velos que delatan el precio que han pagado. Interesante, porque nos mueve a reflexionar sobre lo que se ha conseguido y lo que ha costado, y lo que resta aún por hacer en un mundo que sigue regido por el patriarcado. Un duelo en el que ambas podrían haber sido heridas fatalmente y en el que, no obstante, mantienen con lustre las armas de sus secretas, o no tanto, panoplias.

Por su parte, y no en un papel menor, Belén Romano asume dos caras de una misma moneda, en esa representante de la clase obrera, dominada, que sabe cuál es su lugar, en cada casa, perdón… Casa, y no obstante avisora que pueden llegar tiempos mejores. Que deben llegar tiempos mejores.

La escenografía es impecable. Desde la platea y si el espectador se acerca al proscenio, de entrada o salida y advierte que el terciopelo, es terciopelo. Un cuidado que se agradece.

El vestuario reclama, y consigue también, un aplauso. Pocos cambios y sin embargo, transmite cada momento, el íntimo y el formal.

En suma, una obra que hay que ver, una oportunidad para recordar que estamos hartos de la grieta y que tal vez, tal vez, un encuentro que no implique claudicaciones, pero sí comprensión, es necesario.

Ficha técnica:

Con María Valenzuela, Sabrina Carballo y Belén Romano. Dirección de Manuel González Gil. Escenografía de Daniel Feijoo. Música original de Martín Bianchedi. Vestuario de Pepe Uría. Teatro Provincial (Boulevard Marítimo 2544), miércoles y jueves a las 21:15.

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