Arte y Cultura, Teatro

CRÍTICA // TEATRO: “El brote”

blankMASTER CLASS EN LA PIAZZOLLA: NADIE SE LIBRE DE EL BROTE

Por Virginia Ceratto

(especial para Mdphoy.com)

Escrito y dirigido por Emiliano Dionisi -en Mar del Plata recordamos su interpretación de “Perderte otra vez”, hace tanto, donde se reveló como increíble actor bajo la dirección de María Rosa Frega, y el joven siguió creciendo- y protagonizado por Roberto Peloni, dupla que ya tiene varios éxitos en su haber, “El brote” -no botánico, claro- trata temas en este tiempo y sospecho que en otros, universales y que de muchas maneras nos reflejan a todos: la vocación, la entrega, los acomodos y acomodaticios, la frustración extrema, la salud mental, la depresión a la que te empuja la cotidianeidad con pequeños golpecitos que juntos te dejan en el abismo, y todo en un balance perfecto con un tono de comedia que roza, o se mete de lleno, en el stand up, formato que en este unipersonal suma, porque de no ser así sería, en términos lacanianos, insoportable.

Un actor de una compañía de repertorio -ficción dentro de la ficción- relata in medias res los sucesivos episodios o peripecias, si vamos a términos de la tragedia griega, la suma de flashback que lo han llevado a este presente en comunión con los espectadores. Y todos estos raccontos se remiten a sus personajes y los de sus compañeros de elenco y sus personajes.

Así, asistimos a un trabajo actoral que no solamente pone en escena a los personajes clásicos de Shakespeare y Sófocles, principalmente, sino a las versiones interpretativas de los otros actores que cuyas características también mimetiza y satiriza. Y no hace falta conocer a los grandes autores, mejor si es así, porque no es preciso haber asistido a esas obras –“La tempestad”, “Antígona”, “Hamlet”…- para disfrutar de esta maravilla.

Incluso, quienes hemos leído y visto podemos preguntarnos por qué Tiresias no es descripto como ese vidente anciano y ciego con el plus de que siempre, en la tragedia y los mitos se destaca que tiene tetillas de mujer -y aquí no-, o por qué la muerte de Antígona no es tal cual la tragedia del dramaturgo griego, pero eso es hilar finito y no resta. Tiresias, cuento, nació varón, por una intervención de los dioses mutó en mujer, y luego volvió a su condición biológica de hombre. En estos tiempos está bueno recordarlo. Vicios de alguna formación y nada más. Lo de las tetillas hubiera sido bueno, porque los griegos lo asumían naturalmente, en un hombre que luego fue mujer, que luego… Y en esta contemporaneidad de diversidad hubiera estado bueno, pero eso corre por mi cuenta. Deformación profesional de docente involucrada con las disidencias híbridas.

Hasta acá: libro, dirección y actuación impecables. Sin fisuras. Y vale el doble mérito de copar ese escenario que es una ballena como la que se puede tragar al Jonás de la Biblia, por más bueno que sea. Pues no: Peloni domina al cetáceo.

La ambientación escenográfica es preciosa.

Preciosa.

Minimalista. Nada adorna. Nada es decorado. Todo es funcional y por eso maravilloso.

Y la técnica, del personal del teatro Auditorium, es formidable. El sonido incidental y el diseño de luces y la operación son precisos, y por eso poéticos. Bellas Artes.

Una obra ideal para una temporada en la que vale demostrar que el teatro de verano no tiene por qué ser pasatista para ser un disfrute, incluso, una puesta que sería bueno incluir, previo trabajo con docentes de teatro y literatura en las aulas, en el ciclo “El teatro y la escuela” que tiene y esperamos que conserve el Auditorium.

No se la pierdan.

Deja un comentario