Jorge Elias Gomez, Opinión

No vi un cacerolazo contra José María Aguilar y no hubiera sido ni anacrónico ni absurdo ni ridículo

Con el mayor de los respetos hacia  Fernando Cavenaghi y Alejandro Domínguez. El banderazo convocado para que continúen en River, rápidamente quedó desvirtuado ante los asistentes,  cuando pudo observarse que predominaban los rechazos contra Almeyda y el pedido de renuncia de Daniel Passarella. Pero si algo le faltaba a esta deformación de la convocatoria, colmó las sospechas de los simpatizantes otra consigna fuera de lugar, que ¡¡¡“vuelva Ramón Díaz”!!!, de estruendosos fracasos últimamente, en nuestro país y en el exterior, ningún club serio arriesgaría su contratación.

Entiendo que hay que agregarle al hincha, además de pasión y sentimiento, racionalidad e inteligencia. Es muy claro que es una campaña contra el presidente del club. Sólo basta observar cómo se propaga por todos los medios de difusión, la entrevista de ambos jugadores con el periodista Fernando Niembro que muy bien sabe de operaciones políticas partidarias. No es justo para  los riverplatenses de buena fe, que se monte una campaña mediática sin pensar en el irreparable mal que le causan a la institución.

Ya resulta hasta desconocida tanta desmesura. Y pensar que CFK dice tener los medios en contra. Es más fácil Balcarce 50 que Figueroa Alcorta y Udaondo. Este adelantamiento de campaña de la oposición en River, causará daños en el corto plazo, que afectarán a la institución. A esta altura y como se manejan las cosas en este país, no descartó hasta que planten alguna prueba, que afectará a la dirigencia, sino a millones de riverplatenses que aman y sufren por River.

Después de todo no volvieron Crespo, Saviola, Aymar, Falcao o De Michelis.  Tampoco Cavenaghi  y Domínguez, (en la B) hicieron una diferencia suficiente para que la resistan los corazones débiles. Sin Trezeguet y Poncio, River no ascendía, con una consideración importante, el arco tuvo una relativa defensa en Vega, muy lejos de lo ideal, para ese puesto de arqueros legendarios.

A propósito tuve oportunidad de ver a River Sub 20 en la Copa Libertadores, esos chicos tienen una base de formación extraordinaria, no es hacer volar la imaginación que ese conjunto de chicos (todos juntos) jueguen de igual a igual con el Barcelona. Hace muchos años que no veía jugar así a un equipo de River. César Augusto Larraigné fue de una categoría singular. River está volviendo a esas fuentes, cuesta años, es progresivo. Esto no es una foto, River es un película, y hay que analizarla cuadro por cuadro. Después de lo que hemos pasado, no es posible que una campaña política destructiva, comience un año antes.

La convocatoria de redes sociales, infladas con recursos, no es medida para los hinchas y simpatizantes, que estamos esperando otra cosa. Cavenaghi y Domínguez son profesionales, aptos, capacitados y con experiencia, pero si tanto quieren a River es fundamental que dejen de ser operativamente funcionales a otros intereses. La institución tiene que consolidar lo que se ha logrado. Cavenaghi, Domínguez, Alonso, Ortega, Ramón Díaz etc. pueden formar una lista, o auspiciarla, y hacer campaña “de frente march”. Ya se conocen historias de personas útiles.

Estas consideraciones deben servir para reflexionar, sobre el clima de desestabilización política, que se quiere instalar en River, a poco más de una semana de haber conseguido el objetivo prioritario. También es importante coincidir que River irá por la excelencia. Todos sentimos la salida de Cavenaghi y Domínguez, pero Matías Almeyda es el entrenador, tiene otro esquema, para el futuro inmediato de River. El mismo entrenador (lo cual comparto) reconoció que no fue bien comunicada la decisión, no fue lo más feliz, pero veníamos de 363 días de vértigo, no se supo frenar a tiempo.

 

Hay mediciones atléticas internacionales en velocidad, que muy pocos futbolistas argentinos han cumplido, los últimos han sido Claudio López y Marcelo Delgado.

River necesita otra dinámica de ataque, armado y construcción de una ofensiva rápida y clara, más vertical y menos horizontal. Seguramente, Almeyda consideró que tanto Cavenaghi como Domínguez, condicionaban esos planes. Es hilar fino y sacar conclusiones sobre lo que se ha podido observar, futbolísticamente hablando. Las respuestas estarán en las incorporaciones, las bajas y las promociones. Siempre este tipo de decisiones dejan secuelas, sentimientos encontrados, que tienen una directa relación con el cariño de la gente y la identificación de Cavenaghi y Domínguez con la banda roja.

La apuesta a ir por la excelencia, requiere de decisiones que tienen que ver con la alta competencia, River no es distinto al Real Madrid o al Barcelona. Para ello hay que saber desprenderse de los símbolos, aunque duela, dejar de ser un club de bienestar social reguardando sus ídolos dentro de la cancha. Hay un departamento en la Institución que se ocupa de las glorias de River y de las figuras que han formado parte de páginas de oro, como la recientemente vivida, que habrá de reparar los daños causados. Son jugadores profesionales y las reglas del juego, en ese sentido con claras, máxime cuando se repara en las exigencias que tiene el hincha millonario, que además pretende recuperar prestigio internacional.

Entiendo que también se pensó en ambos, y en su influencia en el vestuario, ¿y por qué no en el banco de suplentes?, algo que aconteció en las últimas de las 38 fechas. ¿Los consideraría Almeyda líderes positivos en el vestuario, o en el banco de los suplentes, con otros protagonistas vestidos con sus camisetas? ¿Qué atmósfera de trabajo y presiones podrían generarse? Para entender todo esto, el punto de partida es otra historia, las que River merece vivir y las que nos han negado en los últimos años conducciones como las de José María Aguilar y esa equivocada obsesión de los hinchas de corear a un híper amortizado Ramón Díaz, un sistemático vendedor de humo de lo cual pueden dar fe, muchos conocedores en profundidad del futbol mundial.

Si bien no hay lugar para las suposiciones, tratándose de fútbol, me animo a arriesgar que sin Ponzio y Trezeguet, River hubiera agrandado sus penurias.  Fueron fundamentales y ejes del equilibrio que pudo mantenerse para llegar a esos benditos 73 puntos que permitieron la celebración.

 

Jorge Elías Gómez

Jorgeeliasgomez@gmail.com

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