Los patrulleros “sciolistas” ya son turismo carretera: la seguridad cada vez peor

Cualquier similitud con las zapatillas de Ruckauf, no es una mera coincidencia. Cada vez más tuneados con líneas, franjas, leyendas, Daniel Scioli Gobernador y las obleas de la Secretaría de Seguridad, han convertido a los patrulleros en instrumentos de propaganda política, de manera desembozada, ya recuerdan al trueno naranja de Carlos Alberto Pairetti y al actual de Jonatan Castellano, pero todo con recursos públicos.

Los clásicos, y únicos colores de la policía bonaerense, azul y blanco, han pasado a compartir la ola naranja que distingue a Scioli en su ambición desmesurada de llegar al poder a través de la interna del P.J. No repara en los abusos institucionales ni en los gastos.

El gobernador Daniel Scioli empezó con una tirita de color naranja en los patrulleros, luego con una banda más ancha, después puso Provincia de Buenos Aires, ahora directamente Daniel Scioli Gobernador. Hay cada vez más naranja en los móviles policiales, es como Ruckauf, gobernador también de nuestra “pobre” provincia, cuando distribuía entonces zapatillas con su firma para los pibes.

Él se quiere mostrar como el cambio participando disciplinadamente de lo mismo y resultando, en definitiva, un buen publicista de su propia figura con dineros ajenos, es decir, los nuestros. Esto es lo que calificó su jefe de gabinete como un estadista. El mismo que baja su cabeza obedientemente, sin reacción alguna frente a desplantes, llamados públicos de atención, agravios, provocaciones de los Kirchner y de sus fieles adláteres.

Si dice que en política se deben tragar algunos sapos, pero él se tragó, en nombre de todos los bonaerenses, toda una laguna con agua y todo. Lo lamentable es que no somos una pequeña provincia cuyas autoridades deben andar por las alfombras del poder de rodillas. Tampoco se justificaría en un territorio lleno de necesidades y falto de toda potencialidad. ¿Se imagina alguien a Scioli enfrentando las injusticias, arbitrariedades y caprichos del mundo del capitalismo salvaje? En Mar del Plata bien tenemos a la vista su actitud.

Tampoco se pretende el que no puede dialogar con nadie en una soberbia absoluta, pero un estadista necesita algo de orgullo, lo que Scioli no tiene, sólo acredita una facilidad enorme de digerir esos sapos de la política.

Pero en esta provincia todo está en relación. En las últimas horas se supo del vice, Gabriel Mariotto. Se fue, sin aparecer en un acto que iba a presidir en razón de que las invitaciones tenían faltas de ortografía. Es decir, en vez de pegarle una patada en el trasero a los irresponsables, se lo hizo a todo el sistema educativo, ya que ese era el fin, dirigió todo el golpe a la educación de los bonaerenses. Pero la culpa no la tiene el chancho. Alguien designó a burros para cumplir el protocolo.

No vamos a hablar de seguridad. La calle lo dice todo y si no pregúntenle a nuestro colega Osvaldo Di Dio. De salud ya nos hemos expresado largamente en mdphoy.

Vamos a algo más para seguir midiendo el cambalache provincial. En la legislatura se logró por fin. Lo acordaron legisladores y ejecutivo. El gobierno provincial se presentará en ese ámbito para dar explicaciones de lo que se hizo, lo que se programa, en razón de lo acontecido en La Plata el 2 de abril de 2013. Una gran tragedia climatológica si no lo recuerdan, donde la discusión se basó en saber cuántos muertos se podían computar. El gobierno de Scioli decía un número menor y la justicia provincial computaba un número mayor. Más de un año después se dio el veredicto, eran muchos más.

Actualmente, un año largo después, se sabrá lo que se hizo, lo que se hará en razón del “problemita”. Cuáles son las respuestas para las víctimas, para futuros acontecimientos. Eso sí, dentro de 60 días, no mañana, siempre después ya que tenemos un compromiso mayor por delante, la candidatura presidencial de nuestro gobernador.

Este es el presente de nuestra provincia naranja, que tiene más gusto a bananera que otra cosa, eso sí, bananera sin banana, el colmo. Con nuevos museos pero menos escuelas a las que los chicos puedan asistir con dignidad en razón de que no se hacen las inversiones fundamentales. Un museo que ayer, para inaugurarlo, tuvo como símbolo a Moria Casan y hoy en su nueva muestra a Jorge Luis Borges. ¿Decíamos cambalache?

Nos quedamos cortos. Es como cuando decimos que tal o cual es un animal, dándonos cuenta luego que tenemos que pedir perdón a los pobres animales por nuestra apresurada e injusta apreciación. Ellos no tienen nada que ver ante ciertas acciones de supuestos humanos. En definitiva, nos quedamos sin calificaciones. Eso sí, debe ser como el chinchón, menos diez.