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Finalmente la Justicia rechazó excarcelar a Etchecolatz

20160816192948_etcLa Justicia federal de La Plata denegó esta tarde la prisión domiciliaria al represor Miguel Etchecolatz, condenado a prisión perpetua por delitos de lesa humanidad, y ordenó que sea atendido en un hospital antes de su traslado nuevamente a la cárcel de Ezeiza.

La decisión no conceder la excarcelación fue tomada por el juez federal Enrique Kreplac, titular del juzgado Criminal y Correcional 3, quien decidió no hacer lugar a un pedido de la defensa de Etchecolatz. De esta manera, el genocida será atendido por su delicado estado de salud, a raíz de una huelga de hambre iniciada en los últimos días.

En su fallo, el magistrado ordenó que los médicos “se encuentran autorizados a proceder a la alimentación o medicación forzada en el supuesto de que, según el recto criterio profesional, existiera grave riesgo para su salud, siempre en la medida necesaria y con extremo respeto por su dignidad humana”.

La medida se dio en un marco de protesta por parte de organismos de Derechos Humanos y partidos políticos, que volvieron a manifestarse frente a los Tribunales platenses para rechazar la prisión domiciliaria. La decisión iba a tomarse la semana pasada, pero fue postergada hasta hoy en el marco de una fuerte movilización re repudio.

Etchecolatz fue condenado en 2006 a la pena de prisión perpetua por los delitos cometidos durante la última dictadura cívico-militar. El expolicía fue mano derecha del general Ramón Camps, jefe de la Policía que manejaba uno de los circuitos de centros clandestinos de detención más grandes de la Provincia de Buenos Aires.

La condena a Etchecolatz fue dictada por el Tribunal Oral Federal 1 de La Plata, que por primera vez habló de “delitos de lesa humanidad cometidos en el marco de un genocidio”. Uno de los testigos clave del juicio fue Jorge Julio López, quien desapareció un día antes del veredicto y hasta el día de hoy, casi diez años, aún se desconoce su paradero.

Un comentario

  1. Cárcel y castigo . Ni olvido ni perdón .

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