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Tras la detención de un miembro de una mara, advierten por la falta de control en las fronteras

20150426162008_laura_etcharrenArmando Ortega Vera, colombiano de 37 años, cayó preso al menos tres veces en dos años por portación de drogas y robos. En 2013 llegó a la Argentina y se instaló en un departamento ubicado en la calle Sánchez de Bustamente, en Abasto. Su novia, de origen colombiano, vive en Congreso y lo visita todas las semanas. Cuando fue arrestado por la Policía, el acusado había participado de una salidera bancaria y escapaba junto a un socio colombiano.

Armando no es un delincuente común. Él es integrante de los maras, más precisamente de la mara 18, una de las más peligrosas del mundo. “Mara proviene de hormiga marabunta, que es la que arrasa con todo lo que encuentra a su paso y hay que hacer una profunda diferenciación entre lo que es una pandilla y una mara. La pandilla es el primer eslabón de la cadena delictiva y la mara es el segundo eslabón”, comenzó a explicar Laura Etcharren, socióloga especialista en el tema.

Para pasar de ser una simple pandilla a una mara, se necesita un apoyo fundamental, el de “fuerzas de seguridad ligadas al delito, exonerados o bien de bandas de narcotraficantes de diferentes carteles de la droga”, detalló la ensayista y especialista en la problemática narco.

“El primer antecedente de maras en la Argentina se produce en 2006, en La Matanza, más precisamente en Rafael Castillo. Ingresa un integrante de la MS13, que es la mara rival de la mara 18, a la que pertenece quien está preso en Ezeiza, apodado ‘El Lágrima’. La lágrima es una muerte que tiene el marero en su haber. A mayor cantidad de lágrimas, mayor cantidad de homicidios”, explicó.

Respecto de la llegada a la Argentina, Etcharren aseguró: “Tenemos distintas células de carteles colombianos, que en el desplazamiento de la violencia vienen a dirimir la guerra narco, más precisamente en la región de Cuyo y en la Patagonia. Esto se debe a una permeabilidad. Y dentro de lo que era el triángulo embrionario sur, junto con Chile y Uruguay, Argentina forjó este estado de criminalidad a través de la anomia y de la ausencia de todo tipo de políticas”.

Sobre la presencia de Vera en el país, se aventuran varias hipótesis, que incluyen desde “que haya venido a formar una célula de la mara M18, otra hipótesis es que haya huido de México por algún conflicto con su mara y otra es que haya venido aquí para testear el mercado del narcocrimen en la Argentina”.

“La Argentina es un estado anómico, no hay imperio de la ley, la anomia es funcional al delito. En los últimos años se ha generado una entrega de la sociedad al crimen organizado. Nosotros no tenemos una política de seguridad concreta a nivel nacional ni una política de avance contra el narcotráfico que cada provincia tenga que acatar. Nosotros tenemos provincias que forjan el delito y provincias que lo contienen de acuerdo a las experiencias y al nivel de marginalidad que tengan”, ejemplificó.

Por ejemplo, respecto de la Ciudad de Buenos Aires, aseveró: “tenemos una Ciudad muy bien maquillada, donde la política de seguridad del PRO se ha asentado en la Policía Metropolitana y bajo el cliché de que el narcotráfico es un delito federal ni siquiera se ocupan del menudeo, algo de lo que sí tienen la obligación de ocuparse todas las provincias”.

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