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Las pandillas también se expanden por Mar del Plata; ajuste de cuentas y narcotráfico

La Argentina se volvió barrabrava o mara. Lo peor es que nos vamos acostumbrando. Que nos quieren decir con 70 homicidios en 10 meses de 2013, con el clásico “ajuste de cuentas” que esconde la pelea por el dominio del territorio, para las operaciones de narcotráfico

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El féretro con los restos del hincha de Colegiales es transportado por la principal avenida de Vicente López. Se le brindó protección policial a un cortejo fúnebre. Ya no asombran conductas absolutamente desconocidas en nuestro país.

Pareciera que la Argentina atraviesa uno de los momentos culturales que más nos entristece en toda su historia.

Es cierto que  hubo momentos en que el país atravesó su historia cultural por los grupos de elite, hizo un breve paso por la incursión anarquista como también es cierto que hubo otros momentos donde predominaron las tendencias nacionalistas con sus seguidores, tal el caso de Jauretche, Marechal, Hernandez Arregui y muchos más,  también es cierto que pasamos por la época  llamada por muchos de los “cabecitas negras” que no fue más que el resultado de la emigración de la periferia rural al puerto de Buenos Aires motivada básicamente por la oferta de trabajo. Es cierto que vivimos momentos cargados de violencia en la década del 70 motivados por diferencias ideológicas con sus distintos contenidos, pero hasta ahora lo que nunca habíamos visto fue el predominio de pandillas que violan la seguridad y lo que es peor, perdieron el respeto por la vida.

Los hechos cotidianos nos muestra casi a diario el proceder de las llamadas barrabravas que además de desplegar violencia, tal como lo hicieron los hooligans en Inglaterra, quienes no contaban con la protección de ningún partido político, le han sumado a la misma el delito y la muerte.

Una dirigencia indiferente a este proceder, un Estado que no le pone límites y un acostumbramiento y grado de tolerancia de la sociedad realmente llamativo hacen que estas pandillas se multipliquen, y lo que es peor, de albergue a jóvenes para el cumplimiento de sus actos, con lo cual se está produciendo una generación que cambia el trabajo para ganarse el sustento por medio de la ilegalidad y hasta de la muerte.

El comportamiento de la caravana que acompañó los restos del barrabrava de Colegiales asesinado por un contrincante y que recorrió las calles de Vicente López, trajo a la memoria la documental realizada en El Salvador por el español Christian Poveda titulada “La vida loca”, la cual pudo llevar adelante ganándose la confianza de de las pandillas maras más importantes de ese país, tal como son la M18 y la SALVATRUCHA.

Es importante inferir por las consecuencias, de que debía de haber un juramento de  funcionamiento interno que Poveda violó y a las 48 horas de exponerla públicamente en salas cinematográficas de Méjico, tal como era de esperar, fue asesinado por los pandilleros. Para quienes no la vieron recomiendo entrar en Google y poniendo “La vida loca” le aparecerá varias opciones de obtenerla.

Así transcurren las cosas y los muchos que ejercen la profesión desde lo social observan y preanuncian desde hace unos años, con tristeza que el fenómeno ha penetrado en nuestro país bajo el nombre de barrabravas, para lo cual y con la intención de combatir se saca la gendarmería de las zonas donde deben estar de acuerdo a sus funciones o se ponen 2000 policías al servicio de un partido de futbol, mientras quedan zonas liberadas para trabajar en entraderas, salideras, etc,  y otro tipo de actividades ligadas al delito y a lo político más allá del Partido que sea.

Los vimos asomar públicamente en el año 2006 con la toma del Hospital Francés hace bastante tiempo atrás, los vemos en los sindicatos, los vemos en la toma de escuelas y universidades, en fin, los vemos en todos lados donde puedan sacar un rédito y despreciando la vida del otro, con el consentimiento explicito de sectores políticos ya sean denominados de izquierda o de derecha, como también con la pasividad de las fuerzas de seguridad y de los fiscales que deberían estar actuando más, de oficio.

Los integrantes de estos grupos muestran características externas bastantes similares entre ellos o sea: lo que se llama “el hombre pizarrón” lleno de tatuajes, cosa que las maras del triángulo de las Bermudas: El Salvador, Honduras y Nicaragua, ya se están tratando de borrar en la búsqueda de no ser identificados; además usan las famosas capuchas, los palos,  las armas, los gorritas de viseras largas y otras particularidades menores que los identifica como grupo.

En nuestro país cada día se amplían más estas pandillas y en Mar del Plata que deberíamos contar con una seguridad de 4.200 efectivos respetando el promedio del 6 por mil de agentes para los lugares de mediana peligrosidad, solo contamos con 1.400 y en la Provincia de Buenos Aires acaba de decir el Ministro Granados que contamos con 33.000 efectivos, cuando el mismo tendría que estar en los 78.000.

Esperemos esto se solucione, mientras tanto habrá que encomendarse a Dios.

 

Redacción mdphoy.com

 

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