Nadie podrá ignorar que aumentan los escarceos, flirteos y gestos de seducción con derecho a roce entre el presidente de la Nación, Alberto Fernández y el intendente marplatense, Guillermo Montenegro. Profesor y discípulos, prepararon “materias juntos” que se cursaban en la Facultad de Derecho de la Ciudad de Buenos Aires.
También participaron (cuando no había pandemias) de juntadas políticas porteñas, como exclusivamente lo adelantó mdphoy.com , cuando alumbraba la previa del 27 de octubre de 2019.
Alguien irrefutable e irreprochable advirtió a esta columna ” Acá si nos dormimos nos llevan puestos a todos”. Que vayan comprando despertadores o mejor dicho activen el celular en esa operación, pero que sea de madrugada porque sino puede ser tarde.
Colegas que patean desde hace muchos años los Tribunales de la Capital Federal, hacen nexo entre la primera esposa de Montenegro, María José Labat (también abogada) y Marcela Losardo no sólo ministra de Justicia sino también socia de de Alberto Fernández. Todos estaban relacionados entre sí bajo el jerarquizado y prestigioso estudio de Esteban Righi, el procurador General de la Nación que eyectó Amado Boudou.
El único ser “extraño” en nuestro cubículo es precisamente Guillermo Montenegro, sus servicios políticos fueron ocupados para ser intendente de General Pueyrredon, por su condición de oriundo, ya que hacía muchos años se había radicado en Capital Federal y San Isidro. Su hada política, María Eugenia Vidal, lo rescató del ostracismo al cual lo había condenado Mauricio Macri, tras enfrentar a Gustavo Posse, en las PASO 2015, logrando apenas un puñado de votos.
Montenegro surgió en el PRO local, luego de las frustrantes experiencias que vivieron los amarillos que nunca hicieron pié salvo cuando se asociaron con el doctor Carlos Fernando Arroyo, quien rápidamente pasó a formar parte de la población de riesgo, en el armado vertical y marcial que acostumbra a digitar la ex gobernadora, en búsqueda obsesionada de territorialidad.
Claro estaba curada de espanto y ahí hay que darle la derecha: desfilaron Lalo Ramos, Franco Bagnato, Emiliano Giri, Juan Aicega y siguen las firmas. Este no es el camino dijo la gobernadora. Arroyo tampoco les vino bien y nació el complot más el boicot, que lo derrumbaron potenciando los errores propios y un vínculo patológico familiar estrecho que lo hundió porque sirvió como abono a los conspiradores.
Con esta previa apareció Montenegro, desahuciado en el paladar negro del entorno de Mauricio Macri, tras el episodio del fracaso en San Isidro. La municipalidad más PRO del Norte del Gran Buenos Aires donde ganan con el 70 %. Montenegro fue en consecuencia casi una alquimia electoral, que resultó exitosa, como también lo fue el anterior intendente de la ciudad, ambos encapsulados en CAMBIEMOS, es excluyente tenerlo en cuenta.
Montenegro usa con Alberto un mutuo lenguaje inclusivo, parece que se adoran. El intendente cultiva su relación con la familia de Hugo y Pablo Moyano y mantiene burbujeantes brindis públicos con Luis Barrionuevo.
También mantiene tertulias virtuales con el intendente de Rosario, Pablo Javkin, quien está bajo sospecha por movimientos que no lo desvinculan de la onda albertista, moderados que todavía se quieren instaurar bajo el liderazgo del primer mandatario.
¿Quién es Montenegro? Ya tuvo un brote en su propio bloque. Hay que seguir “orejeando”, a ver de qué palo viene el próximo naipe. El contexto para ser sinceros no da para ser políticamente previsible. Pero tampoco hay vacunas para algunos males de esencia con mal olor. Hay que seguir con los nexos a partir del caso cero.
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Te va a ir mal, Montenegro…fijate con quién te juntas…te estamos mirando…