La responsabilidad política del intendente Guillermo Montenegro es excluyente. Vive en una cápsula sin reparar en el devastador efecto que tiene sobre la ciudad y una de sus fuentes principales de recursos como el turismo. En cuestión de horas en el HCD tratará de legislar sobre el absurdo que comprende la zona roja.
En cuestión de horas en la zona fue asesinado un turista, se encontró en un contenedor en la vía pública una granada activada con una expansión de 20 metros y una joven denunció haber sido violada prácticamente en el patio de Tribunales. El daño que provoca esta serie de hechos a la ciudad, no se remonta ni aun comprando ni pagando la publicidad de sus actos como hace Montenegro.
Mar del Plata debe competir y realmente replantear el slogan de que “Lo tenemos todo”. A la naturaleza hay que ayudarla no vivir de ella. La municipalidad ha abandonado su quehacer público y se entregó a la inercia de los acontecimientos que involucran a la ciudad.
Hoy despliega una política de localidad de 100.000 habitantes cuando General Pueyrredon ya pisa el millón de residentes, que aumentan en fechas pico. Es un reflejo de la gestión.
¿Dónde está Berni? El ministro de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires, de estrecha relación con el intendente Montenegro, éste groseramente cometió un severo error cuando apuró su acting en el velatorio del joven turista asesinado.
Llegó a saludar al padre de la víctima sólo para la foto, de manera inescrupulosa. Un veterano de la utilización de las imágenes aptas para su propaganda política. No era problema de la edad de imputabilidad de los menores. Había otro rumbo en la investigación, basta de sarasa.
A esta altura hay que reflexionar sobre la capacidad de análisis sobre lo que acontece en la ciudad, librada a un descontrol que impacta sobre la seguridad. No existe información sobre los hechos policiales y los delitos. Está en mute la Jefatura Departamental de la Provincia de Buenos Aires, sostenida por Fabián Fernández Garello, Sergio Berni y Guillermo Montenegro.
El intendente reitera que su gestión apunta a los beneficios de los marplatenses y apela a frases de manual. Y desde la política es acompañado por la UCR y al CC, una alianza electoral que cobra con una planta política sobredimensionada y desconocida en la historia de la ciudad. Estas andanzas de la coalición electoral y sus códigos mal entendidos le hacen vivir un jubileo político al máximo responsable de la ciudad.
A dos años y medio de gestión ha tenido gestos de acompañamiento y coqueteó hasta con Alberto cuando el presidente tenía 80 % de imagen positiva. Su mesa chica política lo impulsaba a diseñar su alineamiento en el incipiente “albertismo”. Es lo que hay.
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