Arte y Espectáculos, Teatro

TEATRO / CRÍTICA: “La deuda del Nobel”

UNA HISTORIA CIRCULAR

Por Virginia Ceratto

(especial para Mdohoy.com)

Merceditas Elordi, es una de las dramaturgas contemporáneas que no cesa de sorprender gratamente con cada una de sus obras.

En esta ocasión, volvió a presentar en Mar del Plata “La deuda del Nobel”, que escribió y dirige y desde la que levanta un homenaje a tres mujeres científicas -Marie Curie (1867 – 1934), Rosalind Franklin (1920 – 1958) y Esther Lederberg (1922 – 2006) cuyos trabajos fueron fundamentales para la evolución de la Humanidad, y cuyo reconocimiento tardó en llegar o nunca estuvo.

Con una actualidad que no nos inmuta, porque tristemente se ha naturalizado, Elordi pone es escena a esas investigadoras y desnuda la afrenta que, en gran medida, sus contemporáneos, cometieron contra ellas.

Interesante planteo que se cruza con este presente en el que muchos grupos se arrogan la autoría y la autoridad del feminismo, como si fuera uno y no fueran varios, desconociendo el trabajo y la lucha, en estos casos (en “La deuda…”) famosos y en muchos, muchos más, anónimos.

La cotidianeidad de una mesa, casi doméstica, casi de trabajo manual, alcanza para que, desde un territorio ilusorio que les permite descifrar desde un presente (continuo) los distintos y a la vez similares pasados, acompañamos a esas mujeres en su altura opacada por sus entornos y en la convicción de que hubo -y sigue habiendo- una sombra que es preciso quitar.

Van y vuelven desde esa rutina hasta el proscenio, donde gloria y dolor se emparejan…

Van y vuelven… De sus aportes al silencio, o la calumnia. Lo mismo da. Han sufrido.

Poupee Rognone, Cecilia Zaninetti y Andrea Chulak son las actrices que perfectamente armonizan este triste mito de la fémina opacada, dando luz, sobre la verdad, poniendo el cuerpo y la voz, por todas las que no han podido. Inmejorables.

Pedro Benítez, se luce en una multiplicad de roles que van desde el marido que advierte que el mérito tiene nombre de mujer, su mujer, pasando por el hombre que no sabe ser compañero, ni le interesa, hasta el oprobioso vejete que ni siquiera es consciente de su infamia, no sin dejar de lado al tipo masculino sempiterno, el que calumnia. El actor una vez más, pone su valía al servicio de sus pares y compensa, de paso, tanto agravio.

Como si fuera una señal, en estos días, en el ya tradicional Coloquio IDEA, a juzgar por las imágenes televisadas, volvió a darse una “curiosa” desproporción: cada unos 15 o 20 hombres, 3 mujeres en pantalla. Una era personal del hotel -la vestimenta, la bandeja- y la otra, periodista. La tercera, tal vez, tal vez, jefa de una industria o empresa. No sabemos. No las entrevistaron. En ningún canal local de repetición masiva… Y las exposiciones de los varones de IDEA que se alcanzaron a ver no fueron, precisamente, gloriosas… Así en la vida, como en la Historia, lo refleja esta obra en el Teatro.

Desigualdad de género. De géneros, porque hay quienes sabemos que el mundo no es binario. Así se llama, y es vergonzoso que siga siendo necesario recordar que esa infamia aún existe.

Gracias por hacerlo presente y cuestionarlo todo.

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