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Tato sin barajas para jugar: Complicado con la membresía radical

 

Dudas para repetir nuevos festejos, casi extinguidos. Es difícil instalarse tras la debacle que ha provocado el desmembramiento radical de la UCR bonaerense. La judicialización de la interna fue necesaria como instancia para dirimir a los bandos en pugna. Evitar la intervención judicial partidaria derivó en una conducción bipartita, una solución insólita a la que no se arribó a través de la política. A  Gustavo Serebrinsky se le ha escurrido ese copioso manejo de poder que detentó durante años.

El proceso restó poder a las autoridades partidarias que quedaron constituidas, pero con serios problemas de reconocimiento. La pérdida de la institucionalidad en la UCR es un defecto irreparable. Se abandonaron principios y valores, la acefalía fue la figura del abandono que produjo Maximiliano Abad, hoy senador nacional, que dejó al radicalismo a expensas de LLA y el PRO.

El poder político atraviesa como representación radical el peor de los momentos históricos. La UCR ha quedado al borde de la disolución. Tato en inferioridad de condiciones, ya no ostenta la presencia que supo disfrutar la UCR cuando tapizaba con sus colores los cuadros legislativos y ejecutivos. Lamentable final.

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