Política

“Seguimos yendo a Mar del Plata”: La metáfora de Vidal y su doble aplicación literal

 

 

No cambiamos la dirección. Estamos yendo a Mar del Plata. Ese sigue siendo el camino. Pero había un micro peor de lo que imaginábamos”, expresó la gobernadora María Eugenia Vidal, en declaraciones efectuadas en tono de campaña, que sobrelleva en un contexto económico y social desfavorable.

Teniendo en cuenta las desavenencias que rigen su relación con el intendente Carlos Arroyo, la descripción a cuál es el camino, cuál es el destino y cuáles son las condiciones del transporte, resulta poco menos que llamativo apelar a una metáfora que tiene una doble interpretación, en el caso especial de esta ciudad y no casualmente hasta parece acertada y oportuna.

Es claro que no guarda en todos los casos la misma paciencia y tolerancia, no mide a todos con la misma vara, la mujer destinada no sólo a retener su gobernación, sino que además lanzó un operativo de contención de los desencantados con el ingeniero Mauricio Macri.

Éstos impactados por la inflación y el valor del dólar, variables que no son incumbencia de la gobernación, sino que giran en la órbita presidencial. La cita corresponde a la edición del matutino Clarín, en la nota cuya volanta señala “La gobernadora en busca de los desencantados” y textualmente dice lo siguiente:

“María Eugenia Vidal no quiere ser candidata a Presidenta. Así se lo transmitió a Mauricio Macri, quien incluso debió esforzarse para convencerla -el año pasado- de que se decidiera a ir por la reelección en la Provincia. Y también hace lo mismo cuando escucha el reclamo de los empresarios. Pero la gobernadora bonaerense está enfocada en ir en busca del voto de los “desencantados”, ese sector que apostó por Cambiemos en 2017 y que por la crisis económica duda en renovarle su confianza. Por eso, desde hace un mes les encomendó a intendentes oficialistas que le preparen reuniones con vecinos “decepcionados” para intentar convencerlos de cara a las elecciones.

La metodología de las reuniones es simple: el intendente reúne entre 20 y 30 personas y hace una presentación sobre la situación del municipio y cuenta el trabajo en conjunto que se realiza con la provincia y el Gobierno nacional. El subsecretario de Asuntos Municipales, Alex Campbell, oficia de moderador y da paso a los vecinos, para que durante media hora expongan sus quejas y preocupaciones y le hagan planteos a Vidal. Y luego la gobernadora responde. Todo a puertas cerradas. SIn cámaras para redes sociales. “Es sin filtro y lo que pide María Eugenia es que estén desencantados de verdad. No quiere ir a escuchar elogios o a dar una charla motivacional”, aseguran fuentes al tanto de los movimientos de la mandataria.

En rigor, esa es la intención. La primera experiencia, en Tres de Febrero, no resultó como Vidal esperaba, porque al parecer el intendente Diego Valenzuela no terminó de entender el concepto y la gobernadora advirtió que los vecinos que reunió no estaban enojados. Si a Macri lo cuestionan quienes entienden que es poco adepto al disenso interno, la gobernadora insiste en que es necesario escuchar más a las voces disonantes que el “sí se puede” de la campaña.

Néstor Grindetti (Lanús), Jaime Méndez (San Miguel), Jorge Macri (Vicente López) y, este último jueves, Ramiro Tagliaferro (Morón) cumplieron con la premisa. Y la gobernadora escuchó quejas. La mayoría son “nacionales”: el costo de los servicios, la inflación y la crisis económica. “El reclamo es el de la clase media. El pequeño comerciante al que se le complicó la cosa o el del vecino que no está alcanzado por los subsidios y los planes”, explicó uno de los presentes en los encuentros.

A partir de los intercambios con los vecinos, Vidal encargó medidas a nivel provincial -algunas forman parte del paquete que anunció esta semana- y elevó su sugerencia al Gobierno nacional, en la mesa de gobernadores de Cambiemos.

En todos los casos, Vidal defiende incondicionalmente a Macri. Y vincula los puntos altos de su gestión que le destacan en las charlas (las obras y la lucha contra las mafias y la inseguridad) con el respaldo que tiene del Presidente. “Sin Mauricio no hubiera sido posible. Sin él yo no sería lo que soy”, es un elogio que se repitió a la largo de las reuniones. “A algunos convence, a otros los deja pensando”, confiaron cerca de la gobernadora.

Decidida a jugar fuerte por el Presidente, Vidal no le esquiva a la responsabilidad de las variables que no maneja directamente, como la economía. Así, incluso, se la escuchó a hablar de la devaluación del año pasado (“El dólar estaba atrasado, era un problema estructural”), del déficit fiscal (“Nadie nos va a creer si no dejamos de gastar más de lo que ingresa”) y hasta parafrasear al Presidente con respecto a la inflación: “Hace 80 años que en Argentina tenemos inflación alta”.

Vidal también se permite hablar con tono de campaña, de cara a la contienda electoral: “No cambiamos la dirección. Estamos yendo a Mar del Plata. Ese sigue siendo el camino. Pero había un micro peor de lo que imaginábamos”, graficó, en una reedición de la metáfora que en la intimidad suele usar la cúpula macrista.

En el balance final, Vidal se llevó también algunos indicios de que el enojo con Macri todavía no deriva en que ese voto se vaya hacia Cristina, la principal adversaria de Cambiemos. “Ocúpense de que no vuelva el kirchnerismo”, le reclamó uno de los desencantados. “Los bonaerenses no comen vidrio, saben que el esfuerzo vale la pena”, se mostró entusiasmada Vidal en uno de los municipios”.

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