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River y un triunfo para festejar pero no confundirse

A una seguidilla de días con un golpe detrás de otro, primero por una eliminación ante Boca injusta desde el VAR pero irrefutable desde el juego, y después por la decisión -con la sensibilidad de una motosierra- de la dirigencia de aumentar el precio de los abonos al ritmo de la inflación y no de los sueldos, River reaccionó a tiempo contra Libertad y evitó una mayor sangría.

Los triunfos no se restan sino que se suman pero en este caso tiene, por ahora, el gusto de un analgésico. Necesario, eso sí. Una cosecha ideal de nueve puntos sobre nueve en el inicio de la Copa Libertadores, y con dos triunfos consecutivos como visitante, tampoco puede ser menospreciada.

Aunque Táchira y Libertad no son la medida final, sino la inicial, a Martín Demichelis también hay que contarle las buenas y por ahora no cometió los errores de la primera fase del año pasado, cuando en Bolivia (The Strongest), Brasil (Fluminense) y Perú (Sporting Cristal) había mostrado una táctica kamikaze. Aquel River era autodestructivo fuera del Monumental y éste no parece serlo.

Tal vez sea cierta una de las frases más célebres del técnico, aquella que River gana, empata y aprende. En este inicio de 2024, el equipo no sufrió grandes sustos ni en el debut en Venezuela ni anoche en Paraguay contra Libertad, aun cuando tras un buen primer tiempo volvió a repartir la pelota y a correr el partido desde atrás ante un rival que difícilmente llegue a la zona de definición de la Copa.

En ningún caso puede hablarse de noches gloriosas, pero sí de triunfos de visitantes con relativa calma, y eso nunca es poco en la Copa. La clasificación a los octavos de final parece además al caer, y no sólo eso: River puede aspirar a pelear el primer puesto en la tabla general, lo que le daría la ventaja de definir siempre en el Monumental.

Dicho eso, tampoco es para engañarse: como quedó claro el domingo ante Boca, este plantel es insuficiente para competir contra los mejores clubes brasileños –y otros argentinos- y necesita varios retoques, incluso en todas sus líneas.

Aunque todos los focos se fueron obviamente con los 16 años del goleador Franco Mastantuono, también ingresó muy bien Manuel Lanzini, ya casi olvidado por el público, y quien aún debe decidir si se queda para el segundo semestre: ojalá suceda porque el 10, en esta versión actual, será necesario.

Mientras tanto, River se volvió de Paraguay con un torniquete pero todavía sin el alta futbolística para soñar en grande. Paso a paso en alemán se dice Schritt für Schirtt.

 

 

 

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