El arquero marplatense defendió en su arco lo que Messi lograba en el arco contrario
La única pelota de riesgo del Inter de Porto Alegre en el Monumental se convirtió en gol. Armani no atinó a nada.
El Dibu Martínez cobró excluyente dimensión luego de la final en Qatar. Con Messi no alcanzaba, fue evidente.
River replantea hoy su futuro, cuando justamente se han dado resultados que dejan abierta la llave que integraba hasta la final.
Y no es el diario del lunes, sino principios básicos que se aplican para entender el fútbol de todas las épocas.
River superó por 11 puntos al segundo en el último torneo liguero. Lo definió en las primeras siete fechas sobre 27. Los durmió a todos.
En la Copa Libertadores (que no tiene tantos ganadores en la historia) River se inscribió 2 veces.
Era el objetivo que perseguía con Martín Demichelis. River sabe de salir segundo.
Y ser correctamente político o apelar a la diplomacia no es precisamente lo que se respira en el aire de un vestuario.
River se quedó corto en la faz de la eliminatoria y quedó en la retaguardia a la hora de definir los cruces, en calidad de visitante.
Clasificado segundo no le alcanzó la diferencia para ir con más chances a Porto Alegre. No tuvo respuestas en el arco propio. ¿Por qué no fueron por Sergio Rochet? El problema estaba en el nido propio.
El millonario se quedó con toda la gala, vestido para la fiesta que no fue.
Es una peligrosa obsesión, aunque ahora cambiará el formato de la Copa Libertadores.
No es fracaso, sólo desilusión.
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