Lo aseguró el edil de Agrupación Atlántica, Fernando Arroyo, que en diálogo con mdphoy.com, también sostuvo “es un despropósito que un día de diferencia marque la imputabilidad o la inimputabilidad de un menor. Es un despropósito que a un menor que tiene 15 años y 364 días no se lo considere punible, pero si a otro que tiene 16, o sea 15 años más los 365 días. Eso quiere decir que un individuo por un cumpleaños, por un segundo o por un día, pasa de la nada al todo. Es punible o no es punible”.
Acto seguido, el Dr. Arroyo adujó que “no me parece lógico porque está comprobado que el desarrollo psicológico de los menores o de los adolescentes no es igual. Cada criatura así como tiene distinto desarrollo físico, también tiene distinto desarrollo intelectual”.
Asimismo argumentó que “puede ser injusto no sancionar a un individuo de 15 años, que comete un homicidio; así como puede ser igualmente injusto sancionar a otro de 17, según el desarrollo psicológico que tenga. Lo que debiéramos hacer en cada caso, en donde hay individuos que comenten delitos, por ejemplo entre los 12 y los 18 años, es un estudio psicológico y determinar las condiciones de responsabilidad de ese nivel. Pero no una norma genérica para todos los individuos, sino en cada caso particular determinar qué grado de responsabilidad le corresponde, en función de la capacidad que tenga el individuo, para comprender la criminalidad del acto. Y si ese individuo tiene 14 años y es capaz de comprender cabalmente la criminalidad de lo que estaba realizando, que se le aplique la ley con todo el rigor. Como si fuera un adulto. Pero tiene que comprender la criminalidad del acto”.
“No puede ser que un día de diferencia marque la imputabilidad o la inimputabilidad”, reiteró, señalando que “debiera ser con un estudio de la capacidad real del individuo. Entonces si el individuo tiene 14 años y comprende la criminalidad del acto tiene que ser responsable, pero si no comprende, aun teniendo 17 años porque padece un trastorno madurativo o un retardo mental, no es justo hacerlo imputable. Y en esos casos, debemos aplicar otro tipo de medidas de seguridad. No lo vamos a condenar por como un delito, sino como un enfermo o como un individuo que hay que hacerle un seguimiento especial porque, evidentemente, tiene un desequilibrio”.
Refirió, además, que “si bien el concepto de enfermedad o de salud es muy discutible, nadie que está convencionalmente “sano”, delinque y menos en ciertos niveles de gravedad. Solamente delinquen los que tienen graves perturbaciones psicológicas, que marcan algún tipo de enfermedad o patología. El individuo psicológicamente sano, no siente deseos de matar, ni siente arranques de violencia que lo pueden llevar a matar, por ejemplo. Esto es una patología. Hay algo, que en ese individuo, no funciona bien por el motivo que sea. O porque los padres no le dieron cariño o porque cuando era chico lo castigaron o lo torturaron o por algún problema “x”. Entonces ese individuo está enfermo y hay que tratarlo en un centro especializado. Primero hacer un diagnóstico y de acuerdo al mismo, remitirlo a una especie de tratamiento y aislarlo de la sociedad para que no continúe cometiendo hechos, hasta tanto una junta médica le dé de alta y tengamos la seguridad de que no va a volver a cometer el delito”.
“Por supuesto, que nunca se tiene una seguridad del cien por cien, pero se puede llegar a porcentajes altos de seguridad, si uno hace los estudios psicológicos. Pero acá no se hace, acá se le pide el documento. No se hacen estos estudios, ni se hacen seguimientos psicológicos así como tampoco se hace un seguimiento de las cárceles”, fustigó.
Comentó que “Inglaterra tiene un sistema por el cual un menor puede ser condenado y recluido, cuando comprende la criminalidad del acto o cuando es peligroso para la sociedad. Esto lo hemos visto, recientemente, en el caso de dos menores de 9 o 10 años que mataron a un tercero y fueron condenaron. Los ingleses no se hacen ningún problema. Los condenaron y chau. Y me parece que es correcta esa solución. Si uno detecta que la criatura, aunque sea menor tiene alguna perversión o falla mental, que lo lleva a tener un instinto poderoso al asesinato, a la muerte, no se lo puede dejar en libertad tampoco. Porque tenga la edad que tenga va a terminar cometiendo un crimen”.
Y como corolario, concluyó sentenciando que “la sociedad debe protegerse y la libertad como decía Vladimir Lenin es demasiado preciosa por eso hay que darla en cuotas”.