Política

Panorama político: la Provincia, combate B

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Por Andrés Lavaselli

La pelea de Axel Kicillof con Alberto Fernández podría profundizarse el sábado si se confirma que el Gobernador será uno de los oradores del acto del “Luche y vuelve”. Es parte de una lógica que tiende a confirmar a Kicillof como candidato a la reelección y que parecen aceptar sus rivales internos, que abrieron ahora una nueva batalla: la de instalar una candidata a vice que desplace a Verónica Magario.

Kicillof viene de pegar un sonoro faltazo a la Asamblea Legislativa que confirma que la herida abierta en la relación con el Presidente no cicatrizó. La participación en el acto que se realizará en Avellaneda la agrava porque ese encuentro tiene como finalidad que Fernández deponga su candidatura en la misma medida que busca que Cristina Fernández revierta su decisión de no participar de las elecciones.

Además, al Gobernador le queda cómodo hablar en un acto en el que el otro orador sería Máximo Kirchner: eso lo reafirmaría como uno de los dirigentes de peso más activos en el trabajo de presión política contra Fernández. Aparece así como un soldado cristinista que a fuerza de lealtad consolida una candidatura propia que, por otra parte, las encuestas revelan como la mejor opción del oficialismo en Provincia.

Confiado en estar del lado correcto de la grieta interna, Kicillof lee las críticas de Fernández a la Corte y su defensa de Cristina en la Asamblea como un discurso preventivo. Su intención, cree el Gobernador, habría sido evitar que el sábado el kirchnerismo eleve el tono crítico y lo deje aún más solo. Kicillof no revela qué dirá, pero es sintomático que ya no tema ser desplazado al escenario nacional.

¿Esa confianza revela una certeza de que Cristina Kirchner acepte algún tipo de candidatura? Imposible saberlo ahora. En todo caso, en su entorno dicen que Sergio Massa y Daniel Scioli, al igual que Wado De Pedro, son las opciones en gateras si se logra el objetivo de “bajar” al Presidente de una candidatura a la reelección.

Ese razonamiento es consistente con una nueva movida del sector que nuclea a Martín Insaurralde, Máximo Kirchner y un grupo de intendentes. Consiste en empujar a Daniela Vilar, ministra de Ambiente, como compañera de fórmula de Kicillof. Dan por hecho así que el Gobernador encabezará una boleta por la reelección.

Más allá de esa paradoja, se trata de un objetivo ambicioso: en caso de triunfo, Vilar –pareja de Federico Otermín, actual presidente de Diputados y mano derecha de Insaurralde que podría disputar la municipalidad de Lomas de Zamora- aseguraría a ese sector el control del Senado. Es un resorte político clave para condicionar una eventual segunda gestión de Kicillof. Y plantar así la semilla de una postulación para 2027.

Pero el plan es complejo. Da por sentado que Fernando Espinoza, enemigo histórico de Insaurralde, enfrenta un desafío importante con la candidatura en su distrito de Patricia Cubría, la compañera de Emilio Pérsico. Espinoza barrunta que Máximo le dio apoyo a Pérsico cuando el kirchnerismo le reconcilio con en Movimiento Evita. Y que Magario sería una mejor candidata que él para la pelea, lo que facilitaría su desplazamiento de la formula provincial.

La cuestión es que nada de eso es seguro. Espinoza tiene una sociedad política con Magario que, por decir lo menos, no pasa por su mejor momento. Por eso, es más que probable que resista e intente reelegir. Además, la enemistad con un cacique de su envergadura en la tercera sección es un riesgo mayor para todo el oficialismo, lo que puede hacer que muchos resistan el plan por motivos de autopreservación.

La asamblea

Sin por ahora tallar en esa disputa, Kicillof volverá a dar señales  de sus planes el lunes cuando encabece la Asamblea Legislativa. No lo dirá explícitamente pero dará por hecho que necesita cuatro años más para completar su plan de gobierno. La coparticipación será un punto central: le exigirá a su principal desafiante, Diego Santilli, que defina si apoya a la Provincia o esta con el planteo judicial de Horacio Rodríguez Larreta.

Esa estrategia, dirigida también a otros pre candidatos de PRO y la UCR, es también una manera de desviar la conversación pública. Después de que fuera baleado el supermercado de la familia Roccuzzo/Messi en Rosario, está claro que la inseguridad se convirtió para la oposición en uno de los tópicos de la campaña que ya arrancó.

Santilli fue el único dirigente bonaerense que estuvo en Rosario. Vio al intendente Pablo Javkin y, después, denunció que distritos del Conurbano también están siendo tomados por el narco. Las duras declaraciones de Sergio Berni avalando para Rosario las soluciones represivas que se aplican El Salvador contra las pandillas están dirigidas al mismo público al que le habló  Santilli.

En gobernación dicen que los números de asesinatos y otros delitos graves no avalan las denuncias del pre candidato opositor. Pero con los ánimos caldeados por una situación económica que no mejora, no se animan a plantearlo. Más efectivo, admiten, es volver a pasear a Berni por los medios. (DIB) AL

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