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Palermo relanzó su carrera en Aldosivi y… ¿será el próximo técnico de Boca?

Mar del Plata está convulsionada. El puerto está sacudido. No es para menos: Aldosivi tiene 19 puntos en la Copa de la Liga Profesional al cabo de las primeras diez fechas. Las mismas unidades que Tigre, que es líder de la Zona B por tener mejor diferencia de gol. Y superó a Estudiantes (18) y Boca (16), nada menos. Ningún equipo marplatense había logrado cinco victorias seguidas, contando los viejos torneos nacionales. El Tiburón volvió a ganar: derrotó a Rosario Central este viernes en el Minella.

la gente se entusiasma, suma, imagina, se ilusiona, hace cuentas y sueña entrar en el Grupo de los 4.Martín Palermo es el protagonista de este análisis. El fenómeno Palermo. Su figura como entrenador parece haber recobrado prestigio en el elenco marplatense. Sus pasos por el fútbol de Chile, México, Godoy Cruz y Arsenal no tiene antecedentes rutilantes. Alguna campaña discreta, pocos momentos felices, muchos de incertidumbre. La vida de un director técnico promedio. Dirigió 20 partidos desde que está en el Tiburón, en el tramo final de 2021. De aquel partido ante Sarmiento en Junín del 9 de octubre, donde perdió 3 a 0, al último capítulo ante Lanús, Palermo trabajó.

Trabajó en silencio tratando de enderezar a un equipo abatido y con vicios que arrastraba sobre el lomo siete derrotas al hilo y el ánimo por el subsuelo. Armó entonces un rompecabezas que no era de él, con esquemas de juego diametralmente opuestos a la desgastada y caprichosa gestión Gago. De octubre a diciembre dirigió 11 partidos con 6 victorias, 2 empates y 3 derrotas. Cambió el ánimo, conoció a los jugadores que él no eligió y los ubicó con criterio: el inodoro en el baño, la mesa en la cocina y el enano en el jardín. Usó el 4-3-3 o el 4-2-3-1. Primero, a resguardar el arco propio y a no jugar al límite en defensa. El fin de año llegó con dos triunfos seguidos, ante Argentinos Juniors y Estudiantes. Una sonrisa de tranquilidad para pasar una feliz Navidad.

El 2022 trajo 14 incorporaciones y Palermo se ocupó de retener al goleador, de traer a otro que estaba olvidado, a un extremo colombiano que rápidamente se convirtió en figura y de sostener un esquema clásico. Esos fueron algunos de los axiomas que el Loco puso de manifiesto para armar un grupo al que se lo nota sólido. Luego de dos derrotas previsibles ante Vélez y Boca, el equipo ganó en Mendoza, empató 0 a 0 con Central Córdoba y perdió jugando muy mal ante Barracas Central. Allí, los números de Martín preocupaban e incluso se dudó de su continuidad. Pero hubo una reunión a tiempo para decirse unas cuantas verdades y retomar de inmediato. La fórmula rindió y Aldosivi consiguió cinco triunfos al hilo ante Tigre,  Patronato, Colón en Santa Fe, Lanús en  La Fortaleza y Rosario Central en Mar del Plata. Diez partidos, con seis triunfos, un empate y tres derrotas son los números del Aldosivi de Palermo, los que lo ubican en una posición envidiable con 19 unidades y a la expectativa.

 

Palermo basa su momento en el grupo humano que armó. Es cierto que los resultados positivos hacen que todo se vea con otro prisma, pero el éxito de hoy pasa por ahí. Más allá que la pelotita de Cauteruccio entre o la que se dirigía al arco la saque Devecchi. El grupo humano. El otrora goleador sabe que está en un lugar donde lo aman. Lo aman los hinchas de Aldosivi y los de Boca, que se acercan diariamente al Puerto para saludarlo. Palermo se toma su tiempo para estar con sus fans a la salida de cada práctica. Y puertas adentro, no escatima saludos para cada trabajador del predio, a los cuales atiende con dedicación y respeto. Exactamente la otra cara de la era Gago, en la que el hermetismo, la falta de diálogo, el miedo a que le roben ejercicios que han revolucionado el fútbol mundial y la pandemia colaboraron para que el equipo se manejara en una burbuja de soberbia y contribuyeron a que el fundamentalismo no funcionara. El final estaba cantado. Gago se fue y se llevó su librito a Racing, adonde ahora parece haberse hecho entender. O adonde tiene jugadores para interpretar su idea.

El Loco sabe que haciendo las cosas medianamente bien, su figura como entrenador cotiza en Bolsa y que el primero que lo observa con atención es sin dudas su querido Boca. Con Battaglia sentado en una silla eléctrica de alto voltaje, Riquelme sabe que eventualmente tarde o temprano necesitará en un futuro reemplazo del riñón, uno de aquéllos que con su sola figura absorban potenciales inconvenientes.

Ahí se fue Martín. Se sacó mil fotos, saludó a todos, lo conocen y lo quieren propios y extraños. Mar del Plata lo recibió con respeto pero con expectativas moderadas. Hoy, él y la ciudad viven momentos de felicidad. No siempre se tiene a un tipo como Palermo en una ciudad del interior. Ambos ya se buscan, se miman y se conocen.

El DT quiere dar el gran golpe para un equipo provincial: meterse entre los cuatro, jugar por cosas grandes, quedar en la historia. Si lo logra, tendrá el bronce en el club y en una parte de la ciudad futbolera. Pero sus ambiciones crecerán a la par del profesional, y seguirá soñando con dar un paso de calidad y prestigio.

Autor

Ernesto Gallardo
TyC Sport

 

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