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Mar del Plata vive del turismo pero la gente muere en sus playas: La clave es el desvío de fondos afectados; Interpelar a la justicia

La codicia política es inseparable de las autoridades de aplicación de recursos a fines específicos. El mantenimiento de los lugares más concurridos por millones de turistas, es inversamente proporcional a los resultados de la recaudación que propone el EMTURYC que dispone de una obscena suma multimillonaria en promociones, que no casualmente coinciden con las campañas políticas en épocas de elecciones como ha sido este año. Mar del Plata es la ciudad más perjudicada por las adversas medidas económicas reinantes que impactan sobre los pilares de la economía de la principal ciudad del interior del país.Que alguien pierda la vida cuando visita la ciudad en calidad de turistas es la peor propaganda que recibe Mar del Plata. Pero la diferencias se dirimen en las huecas discusiones políticas y la justicia lauda en función de los operadores. El responsable del Ente Municipal de Turismo, Bernardo Martín se jacta de haber reconfigurado la actividad turística de la ciudad. Es la música que hace oír Guillermo Montenegro, apurado haciendo las valijas para dejar definitivamente la ciudad. Son las políticas del abandono que privilegian la agenda de La Libertad Avanza.

Y en esa misma onda los fondos afectados son desviados, entre ellos los que deben destinarse a las medidas de seguridad de los accesos a las playas del Sur, donde una pobre inocente dejó su vida en «La Ciudad del Si», el slogan publicitario preferido por el elenco de Montenegro. No es la primera víctimas fatal en estas circunstancias y hay que animarse a sostener que lamentablemente tampoco será la última. El rédito electoral de la casta política construye una ciudad donde sólo avanzan peores condiciones de vida, reina la inseguridad pública y la desinversión urbana. Cuando actúa la justicia también mira para otro lado.

La tragedia ocurrida este miércoles en Barranca de los Lobos volvió a encender un reclamo que en el sur de Mar del Plata lleva años sin respuesta: las bajadas a las playas, desde Playa Serena hasta los balnearios más australes del distrito, muestran un deterioro creciente que se vuelve especialmente preocupante a las puertas de la temporada de verano.

El episodio que sufrió Leticia Lembi, la periodista de 33 años que cayó desde lo alto de un acantilado al ceder una plataforma en mal estado, continúa bajo investigación. Desde la fiscalía, por ahora, descartan responsabilidad penal del municipio en ese punto específico.
Según las hipótesis iniciales, la víctima habría llegado a una plataforma superior donde comienza una escalera inconclusa, conocida desde hace años por su deterioro: un piso de hormigón castigado por la erosión, sin barandas y sin señalización alguna.

Comentarios

Mientras tanto, en redes sociales abundan los comentarios sobre “bajadas públicas en ruinas”“servicios abandonados” y estructuras que se derrumbaron y nunca se arreglaron. Organizaciones como la Asamblea por los Espacios Públicos vienen alertando desde hace años sobre la “desidia del Gobierno municipal” con respecto a estos temas.

En Playa Serena, por ejemplo, la escalera original se derrumbó hace tiempo. Lo que quedó es una bajada improvisada y precaria, con maderas flojas, huecos y escombros. “Estamos en uno de los destinos turísticos más importantes del país y no invierten nada. Es un peligro total”, expresó un vecino al diario oficialista La Capital.Más al sur, en San Patricio, San Carlos y en el balneario Pura Vida, se repite la misma postal: barandas oxidadas, peldaños desgastados y estructuras que parecen sostenerse de milagro.

Contrastes

La zona de Barranca de los Lobos, uno de los paisajes más bellos de la costa marplatense, también exhibe sus contrastes: la vista es imponente, pero algunos accesos están tan deteriorados que se vuelven una trampa.

Y, como si el riesgo estructural no alcanzara, el año pasado se registraron varios robos a autos estacionados en el sector mientras los usuarios descendían hacia la playa.

Reclamos

Los reclamos vecinales apuntan a dos cuestiones centrales: cercar los puntos más peligrosos, reforzar plataformas, instalar barandas y colocar señalización clara y visible, y también limitar las conductas imprudentes. Es decir, los casos de personas que se acercan al borde del acantilado para sacarse fotos, que descienden por escalones rotos o que estacionan demasiado cerca del precipicio.

Los carteles de advertencia solo aparecen en algunos puntos y, según los vecinos, son insuficientes.

En Playa Los Lobos, incluso, señalan la existencia de una escalera inconclusa de piedra y madera, sin barandas y con un largo historial de accidentes.

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