Un ejemplo de vigencia en el cine es Manuel de Oliveira. Pero convengamos: si sólo el hecho de ser ya un centenario director lo distinguiera, estaríamos hablando de algo administrativo. La figura del autor portugués es más importante por lo que dice, por lo que sigue contando y por la fuerza de un cine que no conoce de claudicaciones o indulgencias.
El convento es otra muestra de su estilo cáustico: allí John Malkovich interpreta a un profesor americano que trabaja en la tesis de que William Shakespeare tenía un origen español. El intelectual junto a su esposa (Catherine Deneuve) trabajan en el convento citado, donde son recibidos por un misterioso guardia que los envuelve poco a poco en una trama llena de secretos y misterios inquietantes.
El film, que se verá hoy a las 20:15 en el Museo del mar (Colón 1114), participó de la sección oficial del Festival de Cannes en 1995 y, no es raro, no ha tenido estreno comercial en el país. De hecho, su cine no tiene espacio más allá de los festivales: Mar del Plata suele ser destino para sus obras, por ejemplo.
Esta obra recurre a un clásico tratamiento de De Oliveira: lo fantástico imbricado con la realidad. Los protagonistas se verán inmersos en una serie de situaciones que poco tienen que ver con una linealidad y lógica tal cual la conocemos. El director de Viaje al principio del mundo y Belle toujours construye otra obra singular y misteriosa.