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Facundo Manes: “Si Juntos por el Cambio se convierte en la interna del PRO, podemos salir terceros”

 

El último monitor nacional de la consultora Taquion revela que la mitad de los argentinos no dejaría a sus hijos al cuidado de ningún político. La tendencia no es novedad: hace rato que la opinión pública descree de la política. Mejor dicho, de los políticos. La pregunta -entonces- es cómo un prestigioso científico con la vida hecha decide salir a la cancha con el marcador 0-5 abajo.

Es que Facundo Manes, por fuera de la política, cumple tres décadas de exitoso recorrido en el mundo de la neurociencia. Se graduó de médico en 1992 en la Universidad de Buenos Aires (UBA), lugar al que llegó desde Salto en el interior de la Provincia de Buenos Aires, ciudad natal de su mamá Dora.

Su formación científica lo llevó a emigrar durante algunos años. El pico más alto de su preparación es el Doctorado en Ciencias Médicas, Neurobiología y Neurociencias que obtuvo en la prestigiosa Universidad de Cambridge.

Es además Investigador del CONICET, y fundó y dirige INECO, una de las principales instituciones de neurociencia de la región. Entre 2014 y 2018 fue rector de la Universidad Favaloro. En 2013 lideró el equipo médico que trató y operó de un hematoma subdural a la entonces presidenta de la nación Cristina Kirchner.

¿Qué es entonces aquello que lo moviliza a “dar el paso”, como suele decir? Sus detractores dicen que es una cuestión de ego. Él dice que es amor a la patria. Como sea, Manes siempre estuvo cerca de la política. Debutó de pibe: a los 16 años fue elegido presidente del centro de estudiantes de su escuela secundaria.

Luego de una etapa dedicada a su formación científica post crisis 2001 volvió a coquetear con la esfera pública pero sin formalizar su participación en una candidatura. Para eso debieron pasar 20 años, hasta que en 2021 se presentó a competir por una banca de diputado nacional por la provincia de Buenos Aires representando a la UCR dentro de Juntos por el Cambio.

Su objetivo final es ser presidente. En su cerebro, Manes dibuja un país que mira al futuro basado en la educación, la ciencia y el desarrollo tecnológico. Ingresa a la política electoral con una fuerte crítica a las viejas estructuras, un aspecto que en el actual contexto acerca su discurso al de Javier Milei, cosa que él rechaza rotundamente y que sirve como disparador de una desafiante conversación.

– Doctor, usted es un poco antisistema… Cuando cuestiona las viejas prácticas de la política, ¿se siente un poco antisistema?

– Siento que hay un sistema corrupto que excede a la política y que no permite que los argentinos prosperemos. Yo vine a entregar todo para cambiar eso.

“Javier Milei es antisistema y tiene un discurso de odio, yo creo en la política”

– Si le digo que es un poco “anticasta”, ¿la pego o no la pego?

– Yo creo en la política. Creo que la política es la mayor herramienta que tiene la sociedad para transformar la realidad. Creo que hay que mejorar la política, cambiar las tácticas de siempre, las fórmulas de siempre y a los mismos de siempre.

– O sea que la crítica es a los políticos y no a la política…

– Claro, es como criticar al periodismo. El periodismo es bueno. Hay buenos y malos periodistas. Hay que fortalecer a los buenos periodistas.

– ¿En eso se parece un poco a Milei?

– Nos parecemos en que los dos no pertenecemos al sistema. Pero él es antisistema, no cree en la política y yo creo en la política. Nos diferenciamos en que él tiene un discurso de odio. Y el que llega con odio, gobierna con odio. Tiene un discurso de un libertario fantasioso porque ningún país serio se ha construido sin un banco central independiente. Quiere dolarizar, lo cual sería pulverizar los salarios, eliminar empleos. Además, mi espacio y yo valoramos a las mujeres y a la diversidad. La libertad que todos queremos no se sostiene constituyendo muros sino derribando muros.

– ¿Milei no es liberal para usted?

– El liberal quiere la libertad. Y la libertad no se hace construyendo muros, odiando al otro, con un discurso de odio, atacando a otros. Se hace dialogando. Sin fraternidad la Argentina no tiene destino, vamos a seguir involucionando.

– Aun así, ¿le parece bien y sano que aparezcan personajes como Milei, extrapolítica, a participar en la política?

– Sin duda. Yo rescato mucho el voto, el apoyo que tiene Javier Milei. Yo entiendo a esa gente que todavía cree en algo. Que está desesperada, que está frustrada, que está resignada en el sentido de que no espera nada de la política tradicional, pero cree en algo. Claramente a ese voto hay que respetarlo porque viene de una sociedad que todavía, aún desesperada, cree en algo.

– Daniel Kahneman en su libro “Pensar rápido, pensar despacio” plantea que el cerebro tiene un sistema 1 que actúa por reacción y un sistema 2 que reflexiona. Y sostiene que el sistema 1 es mucho más económico en términos calóricos. Y que por eso es mucho más “barato” ratificar sesgos antes que detenerse a reflexionar. ¿Ahí está el quid de la cuestión del voto de Javier Milei?

– Primero te felicito. (risas) Me he sorprendido con tu lectura. Kahneman es psicólogo y premio Nobel en economía. Él estudió y encontró que la decisión económica está influida por lo emocional. También el voto está influido por lo emocional. Los seres humanos, en miles de años, somos tribales. Porque vivir en tribu nos permitía dos cosas: mayor alimentación y más chance de protegernos ante la amenaza. Y muchas veces no buscamos la verdad, buscamos el tribalismo.

El desafío es construir un destino común, que es la Argentina que no tenemos, porque no hay un destino común. Pero el que apela al tribalismo tiene más eficacia para ganar una elección porque despierta más emociones. Después es imposible gobernar.

– Usted coincide con Milei en el diagnóstico, no en el tratamiento…

– En muchos diagnósticos coincido. Hay un sistema corrupto que hay que cambiar. Coincido en que hay que cambiar las prácticas de siempre, las fórmulas de siempre y a los mismos de siempre. Coincido también en que el Estado argentino ha colapsado. Pero difiero cuando él dice que no tiene que haber Estado. Yo creo que los países que se desarrollaron tienen una economía promercado, pero también un Estado eficiente e inteligente. Yo soy producto de la educación pública. La salud, la seguridad, la lucha contra el narcotráfico y la justicia la tiene que dar el Estado.

– ¿Identifica a dirigentes de Juntos por el Cambio dentro de ese sistema con el que hay que terminar, como platea Milei?

– Juntos por el Cambio es algo muy amplio que yo creo que hay que ampliarlo más. Uno de los problemas que veo en JxC es que se está achicando, porque se está convirtiendo en la interna del PRO. Si JxC se convierte en la interna del PRO, podemos salir terceros. Por eso hay que ampliar, tiene que aparecer un nuevo radicalismo y ampliar la coalición electoral en las PASO.

– ¿Es ideológicamente honesta la conformación de Juntos por el Cambio? ¿O es un conjunto de personas que piensan distinto? Me refiero a si el fin justifica los medios… Para frenar al kirchnerismo era necesario juntarse…

– Fue un error. También este gobierno fue un error, el gobierno del Frente de Todos es un desastre. ¿Y cuál fue su origen? Que no ganara Macri, que no ganara Cambiemos. No hubo una discusión de ideas. Por eso fue un error aliarnos sin un acuerdo programático en 2015 y fue un error del FdT aliarse para ganarle a Cambiemos o para que no reelijan a Macri. Por eso ahora estamos trabajando en ideas. Sin un acuerdo programático las alianzas no tienen sentido.

– ¿Usted se siente afín al PRO?

– Yo del PRO valoro que se organizó y fue un partido de poder. Me gusta que tenga la vocación de poder. Segundo valoro que ha incorporado a mucha gente del sector privado a la política. Y valoro que es un partido que busca alianzas y es republicano. Por eso digo que el PRO tiene muchos valores.

– ¿Fue justo el PRO con la UCR en la conformación del gobierno en 2015?

– Fue un error del PRO. Fue un gobierno del PRO. Más aún, fue un gobierno de Macri, personal. Y yo creo que fue uno de los errores de Macri no haber hecho una coalición de gobierno. Fue una coalición electoral y parlamentaria, pero no fue una coalición de gobierno. Tenía ministros radicales, pero más amigos de él que un cogobierno.

– Usted es antigrieta, ¿cómo hacer para trabajar el espacio del medio y correr la carrera presidencial en una pista que parece estar hundida hacia los costados?

– No existe el espacio del medio. Si vos sos de Boca y yo soy de River, no hay espacio del medio. Lo que nos une es la Selección Argentina. El medio no existe, es una trampa. Tampoco existen los moderados. Acá hay que transformar la Argentina en serio. Hay que tener coraje. Yo estoy dejando todo. Para transformar, para combatir un sistema mafioso, para transformar la inseguridad, para frenar la inflación. Por primera vez, encarar un proyecto de desarrollo. Soy antigrieta porque la grieta le conviene solamente a los extremos para ganar votos, pero no pueden gobernar después. Fíjate lo que pasó con el kirchnerismo y yo tengo miedo a lo que pase con la extrema derecha si gana, que no va a poder gobernar.

– Los que militan la grieta los califican a ustedes que son antigrieta de tibios…

– Yo no me considero tibio. Nunca en mi vida fui tibio. Vine a la Ciudad de Buenos Aires sin nada, creé institutos, me formé en el exterior, volví, di trabajo, repatrié científicos. Siempre fue cuesta arriba mi vida. Ahora, soy razonable. No prometo espejitos de colores, ni soy tribal. Aunque sé que el tribalismo rinde, yo soy una persona responsable y la Argentina no sale con los extremos.

– Si usted no fuese candidato a presidente y fuese simplemente un médico neurocientífico, ¿a quién votaría?

– A algún candidato del radicalismo, como siempre.

-En la Ciudad de Buenos Aires, ¿acompaña la candidatura de Martín Lousteau?

– Por supuesto. Yo creo que el radicalismo tiene una buena oportunidad de recuperar la Ciudad.

– Usted siente que Horacio Rodríguez Larreta, ¿es más parecido a los radicales o al PRO?

– Horacio Rodríguez Larreta ha sido un excelente jefe de Gabinete de Macri y un exce… Un buen jefe de Gobierno.

– Le costó decir excelente ahí…

– Bueno en los últimos tiempos él se está dedicando a la campaña y la Ciudad está más complicada. Pero es un buen gestor. El problema que tiene Larreta es ver si esa capacidad de gestión se traduce en algo que se necesita en la Argentina hoy, que es inspirar a una sociedad para la modernidad. Son dos cosas diferentes, de ser buen gestor a inspirar un país hacia la modernidad.

– Hablemos de la interna del PRO…

-Yo estoy muy preocupado por la interna del PRO porque está llevando a que la coalición se achique. Por eso es importante que el radicalismo tenga un candidato a presidente porque eso expande la coalición. Yo tengo miedo de que la interna del PRO achique a Cambiemos y salgamos terceros en las PASO. Tiene que haber un candidato radical para expresar el centro popular. Ampliar la coalición como lo hicimos en 2021 y le podamos ganar al kirchnerismo.

– Como médico es muy cercano en términos ideológicos y emocionales al doctor Favaloro…

– Sí, es mi ídolo.

– Esta semana el presidente Alberto Fernández tuvo una frase fuerte diciendo que no quería que voten a la persona que había conducido el PAMI cuando se suicidó el doctor Favaloro, en una clara alusión a Horacio Rodríguez Larreta. ¿Cómo lo tomó usted?

– Lo tomé como una chicana de mal gusto. No me gustó. Pero quiero reivindicar a Favaloro, quizá mucha gente joven no lo conoce. Favaloro nació en el barrio El Mondongo de La Plata y se crió ahí. La educación pública lo llevó a ser médico. A los 40 años, cuando la mayoría en esa época pensaba en jubilarse él se fue sin inglés a Estados Unidos. A los diez años de empezar desde abajo desarrolló la cirugía que transformó la cirugía moderna: el Bypass Aortocoronario.

Cuando era Gardel en la cirugía mundial y le ofrecían millones de dólares para quedarse en Estados Unidos, volvió a la Argentina, desarrolló la Fundación y la Universidad Favaloro de la que tuve la suerte de ser rector. Favaloro representa la honestidad, trabajar, trabajar, trabajar, patriotismo y humildad. Y los argentinos necesitamos esos ejemplos.

– Usted lideró el equipo médico que trató a Cristina Fernández de Kirchner cuando sufrió un grave problema de salud en 2013. ¿Cómo fue esa experiencia?

-Intensa. Con mucha responsabilidad. Me enfoqué, tuve un equipo… Yo era el director del Instituto de Neurociencia de la Fundación Favaloro, el responsable del equipo que hizo el diagnóstico y de los cirujanos que la operaron. Fue un proceso muy intenso donde me enfoqué mucho, durante esos días. Por suerte salió todo bien.

– Pudo hablar mucho con ella en ese momento…

– Sí.

– ¿Quién es Cristina?

-Es una líder. A mí no me gusta su liderazgo. Hizo involucionar a la Argentina, degradándola en muchos aspectos. Hemos perdido la cultura del trabajo, de la modernidad, de la inserción inteligente al mundo, de impulsar el talento argentino. Pero sin duda, es una líder.

– Los grandes médicos dicen que en el momento del dolor, en el riesgo de la muerte, somos todos iguales, ¿no? Estamos en manos ustedes. Me imagino que la conoció a ella en un estado de vulnerabilidad absoluta y vio a la persona por sobre el dirigente político. ¿Con qué se encontró?

– Quiero respetar la intimidad. Lo único que te voy a decir es que fue un momento duro. Teníamos que abrirle la cabeza, el cráneo y sacar el hematoma, no es fácil. Y vi una persona con coraje, eso es lo que vi.

– ¿Es cierto que Máximo Kirchner se quejó porque la iba a operar usted, que es un hombre que viene de la Unión Cívica Radical?

– Esto fue en octubre de 2013. Unos meses antes, Ernesto Sanz había lanzado su candidatura y me había invitado a mi como telonero para que hable y yo le pegué al kirchnerismo con todo. Entonces cuando yo iba ese día a Olivos a buscarla para llevarla a Favaloro para que se interne, los diarios decían “un neurólogo radical que criticó al gobierno va a estar a cargo del equipo” y yo digo acá me rajan. Pero no me rajó.

-¿Usted la acompaño a ella desde Olivos a operarse?

– Sí.

– ¿Y cómo fue ese viaje? ¿De qué hablaron?

– Fue muy profesional. No mezclamos ninguno de los dos la relación médico-paciente.

“Yo no soy medio, soy duro”

– Acá hacemos un juego siempre, que pasa por tratar de buscar defectos en los amigos y virtudes en los adversarios. Me pasa con usted, con Juan Schiaretti y con algunos más, que van por un camino medio…

-No, no soy medio, yo soy duro.

– ¿Cuál es el defecto de Cristina?

-El populismo, sus ideas, que son tóxicas para la Argentina.

– ¿Y la virtud de Cristina?

– Bueno, es una líder.

– ¿Cual es el defecto de Alberto Fernández?

– La falta de toma de decisiones, la procrastinación, no ser un líder. No es un líder.

– ¿Y alguna virtud de Alberto Fernández?

– Me cuesta, me cuesta.

– Algún defecto de Mauricio Macri…

– Que se cerró en su gobierno, se cerró mucho.

– ¿Una virtud?

– Que es un líder también. Macri es un líder.

– Un defecto de Larreta…

– El defecto es la capacidad emocional. Y la virtud es la capacidad de gestión.

– Un defecto de Patricia Bullrich…

– Su dureza. Es muy dura.

– ¿Y una virtud de Patricia Bullrich?

– Su dureza. (risas)

– Es interesante eso. Y de Milei, ¿qué tiene que decir cómo defecto?

– Que es una fantasía. Es algo que le haría mucho daño a la Argentina.

-Una virtud de Milei…

– Que es una buena persona, es una buena persona.

– ¿Se conocen personalmente?

– Sí.

– Que difícil esa combinación, ¿no?

– Sí, yo creo que es una buena persona, pero que está totalmente equivocado. Y sería un error para el país, trágico para el país.

– Trágico a nivel…

– Económico. Yo creo que si gana las PASO y es el más votado hay un colapso económico. Porque alguien que promete la dolarización… ¿Qué va a hacer la gente si gana las PASO? ¿Va a ir a comprar dólares? Va a ser un caos. Y además todo lo que promete es incumplible, no existe el país que quiere Milei. Pero déjame buscar una virtud de Fernández porque me quede mal ahí…

-Se quedó mal…

– Y no puede ser que no tenga virtud… Quizás la virtud tuvo que ver con que en la pandemia trató de unificar gran parte del espectro político.

– Hay una frase de Harry Truman, que dice algo así como que uno puede lograr lo que quiere en la vida, siempre y cuando no esté tan pendiente de ver a quién se le atribuye el mérito…

– Es así.

– Los que lo critican mucho en la política dicen: “Facundo Manes tiene mucho ego”. ¿Qué tiene que decir al respecto?

-Mucho. Primero, que si me investigaron -porque cuando uno entra a la política todos buscan algún negocio, una corrupción- y me encontraron que tengo ego, soy el más limpio de la Argentina, ¿o no? (risas). Segundo, que yo trato a la gente con baja autoestima, o sea mi profesión es recuperar la autoestima a personas depresivas. Tercero, que tengo la autoestima alta y voy a usar el ego para transformar la Argentina. Y cuarto, que la cantidad de ego de gente que veo en la política argentina, de gente que no hizo nada, es tremendo. Yo vine del interior, me eduqué, me fui al exterior, volví, hice instituciones científicas, hice laboratorios, hice instituciones médicas, publiqué mi área como uno de los referentes internacionales… Bueno, tengo derecho a tener autoestima y ahora esa autoestima la quiero dedicar al país.

– Usted me va a entender bien porque es neurocientífico. Uno tiene la sensación de que los políticos tienen una escasísima capacidad emocional, entre otras cosas, para pedir perdón. ¿Por qué le gustaría pedir perdón a usted?

– Creo que a veces subestimé a la política. Subestimé el trabajo de mucha militancia, la buena política. La militancia, el trabajo en el territorio, hay mucha gente muy buena en la política.

Gonzalo Aziz

tn.com

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