Por Virginia Ceratto
(especial para Mdphoy.com)
Cine, televisión, teatro, publicidad. Actor, director, maestro…
Mario Moscoso, shakesperiano como pocos, es Rodrigo, el traidor traicionado en “Otelo”, la obra del inglés que, en singular versión de la Comedia de la Provincia de Buenos Aires, se presenta este verano 2025 en Mar del Plata.
Moscoso, actor cuya humildad es notable, tanto como su preparación (estudió en la Escuela Municipal de Arte Dramático, y con Raúl Serrano, Osvaldo Bonet, Cristina Moreira, es miembro del American Zoetrope cuyo director es Francis Ford Coppola). Preparación decía y talento, todos reconocidos. Podría ser definido, si una definición no implicara, al fin de cuentas, una limitación, como una persona que es más que agradable frecuentar, porque, a diferencia de muchas figuras, propone un trato sin estridencias, y a su vez, y paradojalmente, se apasiona cuando se le pregunta por su trabajo.
¿Qué autor prefiere Moscoso?
Podría decirte Shakespeare, en teatro, como autor, y Shakespeare sobrepasa todo, y el teatro histórico político, en el que me inicié con Raúl Serrano, con quien desarrollamos varios espectáculos, sin juzgar a los personajes y contrastándolos con esta realidad. Ver, que aquellas personas no fueron héroes de bronce, fueron personas con miedos, fracasos, valentías, tristezas y muy pocas alegrías. Y ante todo se sobreponían a muchas adversidades, sociales y personales. Y sin embargo uchaban.
Y acá se vuelva a Shakespeare, con sus personajes históricos.
Me gustan mucho Lorca y Discépolo, Tenesse Willams…
¿Cómo se transfigura antes y después de cada función de este Rodrigo, signado por la pasión y la traición?
Me interesa trabajar el hacer en escena, la acción dramática, luchar estos conflictos y a partir de ahí trabajarlos. No hay un patrón. Hablando de “Otelo”, y tomando a Prado, el director propone, una mirada, una puesta y a mí me interesa jugar, bucear con esos conflictos. Después puede venir otro director con una mirada diferente. Tendría que interactuar con otro actor, o actriz… Y sería diferente.
Yo voy a lo primario, y por más que tenga un acerbo cultural, a la hora de salir a la escena, a la pista, me interesa trabajar los conflictos y de este motor, de esta acción, en lucha con lo que se opone, voy sacando el personaje.
Esto es en ensayos.
Entre patas, me pongo la gorra y salgo.
Y de la obra salgo, feliz, contento.
Si hago un buen trabajo se lo debo al director, Nicolás Prado, a mi compañera, la actriz Emma Burgos, a Francisco González Gil, a Erika Basaldella, Juan Palomino y Fabio Prado González. Ellos hacen bellísimos trabajos y hacen que yo sea mejor actor. Cuando termina la obra soy feliz, y por eso no tengo problemas en salir vuelta a la vida fuera del teatro.
Shakespeare es una constante en su carrera, por lo que puedo asumir que en su vida… Es como si hubiera estado, y está apasionado por el autor, siempre en busca de la raíz, de la médula…
Sí. Y viene a connotación de la otra pregunta… En “Hamlet” se dice que la acción corresponde a la palabra y la palabra a la acción. Shakespeare conjuga dos cosas importantes, es el gran conductor de los conflictos escénicos, con un texto de poética barroca impresionante. Su teatro precisa actrices y actores… No por nada es uno de los más grandes o el más grande autor de todos los tiempos.
En “Otelo” los hombres caen por las armas de los varones… Las mujeres también… Qué dice esto de la evolución o el estancamiento de la humanidad y las sociedades…
En el Siglo XVII y no hasta hace poco, el teatro estaba constituido por varones, y en la época shakespeariana, renacentista, las mujeres no podían trabajar en teatro… Lo hacían hombres. Es un mundo machista, y queda baja la palabra incluso.
En esta versión, mi personaje, no está enamorado, quiere a la mujer de Otelo, la ve como mercancía y paga, paga, es horroroso…
Pero hay un personaje, que a mí me gusta mucho, que es Emilia, brillantemente interpretado por Emma Burgos, que dice Sepan nuestros maridos que sus mujeres tenemos sentidos, que podemos tocar, oler y tener paladar para lo dulce y para lo agrio.
En algo se ha avanzado, en todo no. La construcción no es de arriba hacia abajo, sino que es responsabilidad de cada uno. Ahí estará el cambio social. En el amor, en la bondad, en la caricia.