Política

El espectáculo como trampolín político

artazajavier faroni

La convergencia entre la política y el espectáculo viene deparando sorpresas a la principal ciudad turística de la Argentina, en la que el circuito comercial de teatro parece achicarse en tanto que se consolidan otras propuestas de entretenimiento, la mayoría de ellas, gratuitas.

Según Carlos Rottemberg, presidente de la Asociación Argentina de Empresarios Teatrales (Aadet) y dueño de siete salas en esta ciudad, de 1.800.000 espectadores de “algo”, sólo 300.000 pasaron por la boletería de alguna sala. Después de un enero frío en las taquillas, febrero se mostró mucho más entonado, y los que trabajan en este sector confían en que este fin de semana largo ayudará a cerrar las cuentas de la temporada en forma un poco más decorosa.

Con una cartelera más diversificada y mejorada con respecto a décadas atrás, la atención de los chimenteros más rancios se trasladó a Villa Carlos Paz. Aquí los escandaletes mediáticos vienen siendo reemplazados por comidillas de tipo político.

¿Será Jorge Telerman candidato a intendente de La Feliz por el sciolismo tras convertirse en el artífice del mayor éxito del verano (la apertura del museo MAR, que ya recibió cerca de medio millón de visitantes en sus dos primeros meses de vida)?

¿O podrá más, en esa carrera, Javier Faroni, productor teatral de nada menos que ocho espectáculos en este balneario en la temporada que está por terminar? En las calles marplatenses se ven afiches pegados donde se alternan Vale todo , una de sus producciones, con fotos de él mismo posando con Sergio Massa.

¿Es posible dedicarse al espectáculo y ser político, al mismo tiempo?

Telerman ya lo demostró: propietario de La Trastienda, fue secretario de Cultura porteño, reemplazó a Aníbal Ibarra en la jefatura de gobierno, hoy es titular del Instituto Cultural de la Provincia de Buenos Aires y acaba de participar del encuentro interreligioso que visitó al papa Francisco en el Vaticano.

Pero quien, sin duda, se lleva las palmas en estas lides es alguien que maneja como nadie la risa en uno de sus trabajos y la seriedad, en el otro.

El senador Eugenio Justiniano Artaza manifiesta de viva voz: “Acá, como dice Pichetto [N. de la R.: Miguel Ángel Pichetto, presidente del bloque oficialista en la Cámara alta], parece que no tenemos quórum”. En otras partes de su alocución alude a Lázaro Báez, Jorge Capitanich, Ricardo Echegaray, Guillermo Moreno y hasta se permite decir que “tenemos papa, pero lo que no tenemos es cura”.

El legislador de la Unión Cívica Radical no se expresa desde su banca en el hemiciclo más pequeño del Congreso nacional, sino desde el escenario de su propio teatro marplatense, la sala Enrique Carreras, que en esta temporada alquiló a su propio productor, Aldo Funes. Lo hace en el transcurso de una de las dos funciones (en días de mayor demanda, llegó a hacer tres) de la libérrima versión de Pato a la naranja .

El cómico Nito Artaza mantiene un servicio de prensa constante que hace circular sus jugadas opiniones políticas. Presidente de la Comisión de Derechos y Garantías, y ahora también de la de Industria y Comercio, insistió en el tumultuoso mes de diciembre último con su proyecto de agosto de 2012 para sindicalizar las fuerzas de seguridad. Tiene otro proyecto de ley para crear la figura de asociación ilícita agravada, pretende que la telefonía móvil sea declarada servicio público, quiere establecer el derribo de aviones ilegales, que el mínimo no imponible no lo fije la Presidenta, sino el Poder Legislativo y es el autor de la ley que prohíbe a los bancos cobrar comisión sobre las cuentas sueldo. Está convencido de que la UCR es la alternativa para 2015. “El radicalismo -apunta- es la única fuerza que puede competir con el PJ, el resto son partidos vecinales”, un tiro por elevación al macrismo y al massismo, al que califica de “neomenemismo”.

A Faroni, quien organizó espectáculos para la provincia de San Luis y para la intendencia de Tigre, se le atribuye la gran levantada local de votos que tuvo Sergio Massa entre las PASO y las elecciones legislativas. Trabajó la imagen del candidato tal cual lo hace con sus obras de teatro e impactó a los habitantes de esta ciudad, últimamente tan castigada por la delincuencia, al llevar a disertar a uno de sus teatros (el Güemes, cuya propiedad comparte con Pablo Pérez Iglesias) nada menos que a Rudolph Giuliani, el alcalde que desterró la violencia callejera de Nueva York con su “tolerancia cero”.

Artaza viaja los lunes (día de descanso teatral) a Corrientes, su provincia, de la que pretende ser gobernador. Este verano embolsará casi un millón de pesos por el alquiler de su sala, aunque reparte su cachet de actor entre 33 instituciones. Tiene unos treinta asesores en el Congreso y otros tantos colaboradores en su provincia. Faroni dedica la mitad de su tiempo a reuniones políticas y la otra mitad, a los artistas. Artaza, sin querer, también aportó para el lado del chimento: fue cuando una ex novia estelar, Cecilia Milone, le hizo una escena en un restaurante. Nada se pierde, todo se capitaliza: se alude al ruidoso episodio en la obra del senador y también en la que trabaja la actriz ( Sorpresas ).

Mar del Plata da para eso y mucho más.

Pablo Sirvén

La Nación

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