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El consumo y la falsa sensación de bienestar.

Días atrás, el presidente Alberto Fernández declaró: “Ahora, las quejas de la gente que escucho son porque hay que esperar dos horas para ir a comer”.

El consumo a corto plazo de bienes y servicios a causa de la política de expansión monetaria implementada por el gobierno genera una falsa sensación de bienestar en el pueblo.

La expansión monetaria y la consecuente depreciación de la moneda local  en relación al dólar generan inflación en los precios, y si bien además del factor monetario existen otros factores de carácter especulativo, los bienes y servicios se tornan inaccesibles para las personas de menor poder adquisitivo que van quedando paulatinamente bajo la línea de pobreza. O sea que, al ritmo del consumo va creciendo la pobreza.

Se trata de un consumo artificialmente estimulado, basta observar las variables macroeconómicas, sin que ello importe un verdadero crecimiento que permita a las personas un consumo de bienes duraderos.

Vivimos bajo una falsa apariencia de bienestar por el efecto del consumo cortoplacista. Será necesario, abandonar las políticas populistas no sostenibles en el tiempo cuya inmediatez es una trampa que se sirve de la ignorancia de algunos, generalmente aquellos que resultan ser sus víctimas directas.

Se requiere bajar el gasto del Estado en forma inteligente para lograr el equilibrio fiscal y obtener el tan ansiado crecimiento económico para la creación de una verdadera prosperidad que permita alcanzar metas a largo plazo, que en la actualidad se encuentran vedadas para muchos como resultado de políticas económicas con fines electoralistas que hoy nos dominan.

Ma. Jorgelina Gómezblank

 

 

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