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Becario del CONICET analiza la recuperación de residuos en el basural

Durante la temporada de verano el volumen de residuos que llegan al predio de Mar del Plata aumenta considerablemente. El sociólogo y becario del CONICET, Juan José Pintos Radice, busca herramientas para, a través de su investigación, mejorar la situación de las personas que trabajan allí.

El discurso del reciclado está en general asociado al beneficio que significa para el ambiente, y Pintos Radice se pregunta ¿para qué tipo de ambiente es importante? Suele pensarse únicamente en aquel que disfrutan las personas de determinado sector social, pero ¿y las personas que son el primer eslabón de esa cadena de reciclado? ¿En qué tipo de ambiente viven ellos? ¿Qué percepción tienen del predio?

El trabajo de investigación desarrollado por Pintos Radice en el marco de su tesis para obtener el título de sociólogo por la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional de Mar del Plata (UNMDP) a través de entrevistas personales y observaciones participantes en el basural señala que la relación de cada persona con el espacio es muy diferente y la razón podría ser la historia particular de cada una. Para algunas de las personas entrevistadas el basural es un lugar muy importante en sus biografías, ya que gran parte de sus vidas ha transcurrido allí y en la mayoría de las veces la actividad fue transmitida por relaciones de parentesco, que en algunos casos llega a ser una tercera generación de recuperadores. También observó que para otras personas el basural es una alternativa, que puede ser por momentos la fuente principal de ingresos, pero no lo es de manera constante.

“Las funciones de los recicladores también son sociales porque pensar en cuestiones ambientales meramente como lo que nos afecta en el medio es reducirla, porque también genera la desnaturalización de los seres humanos. Nos pensamos en una dicotomía entre naturaleza y sociedad como opuestas, cuando los seres humanos no podemos vivir sin los recursos naturales. A veces siento que la humanidad perdió el sentido de la naturaleza que tiene, como si fuese algo por fuera de ella. Quizás en ese rol dominante que tenemos sobre las otras especies creemos que nos convertimos en otra cosa”, reflexionó Pintos Radice.

Los aspectos sociales de los recuperadores ponen un poco en tensión esa dualidad, porque si bien no se ven a simple vista tienen consecuencias ambientales. Si ellos no estuvieran allí posiblemente el basural ya hubiera colapsado y eso generaría una sucesión de impactos ambientales que termina afectando de manera directa la calidad de vida de muchas personas en la ciudad, señaló el becario.

En su investigación incluyó también el proceso de valorización de los residuos que va más allá de su valor de cambio, es decir, que lo pueden cambiar por dinero. Algunos residuos tienen un valor de uso, por ejemplo, muchos de los alimentos que consumen vienen del basural, más allá de la cuestión bromatológica, indicó el especialista. También tienen valor de uso los materiales que se usan para construir sus casas, amoblarlas, o para vestirse. Según el sociólogo el basural funciona como fuente de recursos económicos, pero además provee de herramientas complementarias del circuito económico. Por ejemplo, hay personas que se dedican a colectar botellas PET para su venta y posterior reciclado, pero también llevan a cabo la cría de cerdos, entonces cuando llegan al predio camiones provenientes del mercado central se acercan a recuperar alimentos para la cría de animales, sostuvo Pintos Radice.

“Me interesa ver cómo se movía ese circuito de valorización, pero al mismo tiempo intento abordar el valor social que tienen las actividades de recupero, no solamente de la cuestión monetaria que puede existir, en términos ambientales y de sustentabilidad”, explicó Pintos Radice.

El beneficio primario de la reutilización de materiales es aprovechado por las personas que llevan a cabo el trabajo de recuperación, pero el beneficio no termina ahí. La recuperación de materiales como el PET, el poliuretano de baja y alta densidad y el cartón hace que se valoricen más ya que cuando hay mucho recupero de estos materiales las empresas que deberían importarlo pueden bajar el precio, por ley de oferta y demanda.

Y en términos de sustentabilidad al recuperar materiales se logra incorporarlos a un circuito económico que está planteado en términos lineales: se explota un recurso, se extrae la materia prima, se manufactura, se vende, se consume y se descarta. Esta lógica lineal hace que cuando termina la vida útil del objeto se lo arroje a la basura, que luego se acumula en rellenos sanitarios. Las personas que trabajan en la recuperación rompen esa linealidad cuando vuelven a ingresar ese material al circuito, darle otra oportunidad en lo que se conoce como “Economía circular”.

La recuperación, entonces, disminuye la producción de estos materiales, lo que genera un menor impacto ambiental, menor explotación, menor acumulación de desechos, y una baja en los precios. Pero, además, alarga la vida del predio y evita tener que impactar otros espacios que tienen un costo ambiental, económico y político.

Para el especialista el mayor inconveniente se genera porque en la gestión de residuos siempre se empieza por el final de la cadena. En ese sentido, Pintos Radice indicó que “iniciar el proceso por el principio implica involucrar a todos los actores del circuito a nivel estatal y es lo que se plantea en la Ley de envases actual: no cualquiera puede hacer cualquier tipo de envase para contener cualquier producto. Porque eso necesariamente va a tener un destino y hay que tener en cuenta varias situaciones: qué sucede con el envase, qué destino va a tener, cuánto va a durar y cómo se puede reciclar. Para evitar lo que sucede ahora: hay productos que tienen alta reciclabilidad, pero no tienen mercado, como el telgopor, que se le puede dar un montón de usos y no se está haciendo”.

Fuente: CONICET

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