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Aldrey Iglesias ausente en el acto de asunción del nuevo obispo de Mar del Plata: No fue invitado

 

 

Hubo una previa en la asunción del nuevo obispo de Mar del Plata, larga, demasiado prolongada, para un trámite de rigor que se rige por reglas protocolares y ceremoniales que responden a la esencia de las instituciones.  Las sucesiones, nominaciones  y asunciones de tan alto rango de la Iglesia Católica, registran en su rica historia antecedentes que merecen un prólogo que de manera excluyente rescatan la fe y la esperanza que siembra la Iglesia Católica. Millones de feligreses en todo el mundo depositan su identidad como fieles creyentes.

Los cimientos de esa fe se han conmovido, inesperadamente. No se trato de un reemplazo o de un desplazamiento, como marca el rigor de estos actos que se suponen inmaculados, pero que tienen excpeciones. Ayer no ocupó el espacio de la primera fila de autoridades civiles, Florencio Aldrey Iglesias, (En la foto cuando fue nombrado ciudadano ilustre de Mar del Plata). quien no recibió la invitación respectiva para participar del acto religioso en el cual fue envestido obispo Ernesto Giobando, jesuita santafecino quien fue electo por el Papa Francisco.

Su arribo al máximo cargo de la Iglesias Católica de General Pueyrredon, no estuvo exento de una serie de correrías impropias de las reglas del arte. En esta ocasión regla una historia que no ha sido suficientemente difundida dado que se trata de un poderosos empresario gastronómico, hotelero, binguero clandestino, etc. cuyo mérito se ha constituido en expoliar a las autoridades políticas y administrativas para acceder parasitariamente de bienes y recursos públicos, a través del manejo del multimedios La Capital.

La ausencia de la información respecto de la asunción del obispo Giobando, contrasta severamente con la cobertura con enviados especiales y micros fletados especialmente para celebrar la asunción de Gabirel Mestre como cura párroco de  Mar de Ajó, lo cual rápidamente fue atado a las solicitadas de una página que Aldrey Iglesias encabezó con su firma y en su diario, desconociendo designaciones que emanaban desde el Vaticano rubricadas por Su Santidad. El Papa Francisco debió acentuar su autoridad hasta quebrar el movimiento piquetero que se le había alzado desde Mar del Plata, en su propio país.

Es desusado, ingrato y repudiable la narración de estos capítulos, que en modo de crónica se han reflejado, pero que responde a una realidad a la cual responden quienes ayer ocuparon y habitualmente compartieron la primera fila de la Catedral de Mar del Plata son parte del problema. El asiduo compañero de banco no recibió la invitación.

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