Arte y Cultura

A la luz del sol, de Alessandra Waitomo (Segunda parte)

En la primera parte de este trabajo sobre la obra de la escritora Alessandra Waitomo, de Paraná, Entre Ríos, nos hemos referido principalmente al simbolismo solar en esta novela. En la segunda parte nos dedicaremos a interpretar aspectos relacionados directamente con el desarrollo narrativo de la obra y a reflexionar acerca de sus significados.

La novela incluye entre sus personajes al Sol, algo único en este género narrativo. En realidad el Sol es el verdadero protagonista de la obra.

La obra  pasa de la descripción de la relación entre empleados de una oficina de una empresa inmobiliaria a la contemplación solar como medio terapéutico. Del plano humano a lo cósmico. Esta transición de la vida cotidiana en una oficina a la experiencia contemplativa con el corazón del sistema solar, induce un estado de despertar en el lector. Gracias a esta desacostumbrada transición, el lector toma conciencia de la pequeñez y de la mezquindad de la vida encerrada entre las paredes de una oficina.

Por lo tanto esta obra es un llamado a despertar en la comprensión de la situación del ser humano entre el cielo y la tierra. La observación del infinito celestial se destaca en este fragmento:

“Al salir del ascensor, Jerime observó a través de los amplios ventanales la inmensidad del horizonte que podía contemplarse desde la altura.” (página 12)

El ascensor simboliza el encierro carcelario al cual el ser humano se somete sin darse cuenta, inconscientemente. Al salir de ese encierro, el ser humano abre su mente al espacio sin límites.                                                                                                 La novela es al mismo tiempo una propuesta a mirar directamente al Sol cuando no puede dañar la vista, en el atardecer y en el amanecer, con la finalidad de utilizar al Sol como remedio para curar enfermedades. Para ello, según Lisange, la mensajera del Sol, se deben seguir los siguientes pasos:

1-Mirar fijamente el resplandor del Sol en el crepúsculo o en el amanecer

cuando el astro no está en el horizonte.

2-Cerrar los ojos.

3-Concentrarse en la esfera luminosa que quedó grabada en la mente.

4-Sin abrir los ojos, pensar que esa energía que captaste con la vista irá directamente al cáncer para curarlo. (página 35)

Con respecto al nombre de Lisange es importante recordar que contiene la palabra “ange” que en francés significa “ángel”.

A la luz del sol  induce al lector a desprenderse de las trivialidades de la vida cotidiana para así  tener acceso al infinito celestial y comunicarse en el centro con el corazón del sistema solar, con el Sol, recibiendo así sus bendiciones terapéuticas.

Una lectura que trasciende el mero ámbito literario y transforma nuestra visión de la realidad  restableciendo la función primigenia del ser humano como mediador entre el cielo y la tierra.                                                                          Lisange, la mensajera del Sol, encarna a la perfección el rol de mediadora entre el cielo y la tierra, porque  salva la vida de su amigo Jerime transmitiéndole la enseñanza de la contemplación solar.

 

Licenciado Julio César Forcat

jcforcat@gmail.com

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