El día después deja más heridos que festejos. La foto de anoche muestra a los mismos de siempre aplaudiéndose entre sí, aunque el resultado haya sido prestado y de coyuntura. Montenegro festeja una victoria que en realidad pertenece a otro ciclo político: el del enojo social, el hartazgo con la política tradicional y la ilusión de una renovación que todavía no llegó.
La Libertad Avanza, en Mar del Plata, creció por arriba de los cuarenta mil votos en cuarenta y cinco días, pero esa curva ascendente no responde a gestión ni a proyecto. Fue combustible prestado por los votantes de un radicalismo que se quedó sin brújula. Abad juega a dos puntas: intenta encabezar la UCR nacional y, a la vez, subirse a cualquier ola para no quedar fuera del tablero. Movimiento arriesgado, de corto vuelo, y con riesgo de implosión si Milei decide marcar territorio. El senador nacional impulsado por Bullrich va por el sillón nacional que tambalea con Martín Lousteau.
Nuevos Aires dejó al descubierto la estrategia de Abad destinada exclusivamente al ingreso de Martinez Bordaisco al HCD. No hubo campaña, no hubo relato, ni siquiera hubo presencia. Si fastuosos actos de lanzamiento, redes sociales con inversiones copiosas en modo Montenegro, que no se identifican con la austeridad. Los 47.000 votos del 7-S se diluyeron como humo, confirmando que la base electoral de ese espacio en nuestra ciudad respondía a otros objetivos. El electorado se encontró ayer ante una encrucijada y buscó una salida rápida, votando a Santilli antes que a Taiana, el corrimiento fue directo, sin escalas.
En el Concejo Deliberante el escenario es complejo. El oficialismo no retiene la mayoría automática, y el nuevo mapa político lo obliga a negociar hasta las efemérides. La convivencia con Fuerza Patria será tensa, y los equilibrios internos dependerán de cuánto revanchismo estén dispuestos a administrar los que ahora se sienten ganadores.
El verdadero desafío empieza ahora. No es el 10 de diciembre, es hoy. Porque los votos no garantizan gobernabilidad, y los acuerdos de anoche valen lo mismo que una promesa en campaña. Si el experimento libertario-PRO fracasa, la ciudad quedará nuevamente a la deriva, entre la nostalgia del cambio y la cruda realidad del desencanto.
Es difícil hacer convenios con la discrecionalidad que la política aplica en este caso. Son los códigos de la desestructuración de una gestión que se está yendo hacia el 2027. No es serio cuando se observa que inexorablemente los andariveles se van corriendo, las rayas se dibujan, en realidad todo es un dibujo.
Las ansias y desesperación por el poder que brinda la política provoca las exaltaciones a un desquiciado. Cómo salida ha elegido entregar un territorio y un pueblo a través de una relación personal, sujetarse a una potencia hegemónica como pretende Estados Unidos.
Ellos obedecen hasta la obsecuencia, como cuando se visten de color violeta y un cartel alusivo a lo peor que le ocurrió a la Argentina. Un avance a su manera de la historia. “Nunca más”.
Emiliano Giri cubriendo espacios recibiendo actas en Mitre y Belgrano, es una traslación de espacios. Lo peor no pasó sino que está por venir. Hay un blindaje que se ha ocupado de ocultar los vicios de una gestión que debe ser sana.
La ausencia de gente con derecho a elegir que prefiere no votar ni hacer uso de la democracia, habla de ciclo cumplido para una dirigencia que ha cultivado este caldo en el cual terminamos todos cocinados.








