
Un boom en las costas bonaerenses
En tanto, la “aparición” de elefantes marinos en costas bonaerenses es un fenómeno cada vez más usual desde hace pocos años. Especialistas hablan de “un boom o una invasión” en el territorio costero provincial y hacen hincapié en la necesidad de poner el foco científico, pero también comunitario, en el acompañamiento de esta nueva conducta que parecieran tener los animales.
Carolina De León es Licenciada en Ciencias Biológicas, investigadora del CONICET y miembro del Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras (IIMyC) de la Universidad Nacional de Mar del Plata (UNDMDP). Sobre la presencia de elefantes marinos del sur en territorio bonaerense que sorprende a lugareños y turistas, De León explicó a Agencia DIB que “la última década se incrementó mucho la presencia del elefante marino en la provincia de Buenos Aires, mostrando un cambio en el patrón de distribución de los elefantes marinos en la región, cuya única colonia continental está en Chubut, en Península Valdés”. Y sumó: “Antes, en Mar del Plata y la zona, podías encontrar animales solitarios, de manera esporádica, no con mucha frecuencia; elegían los puertos, como el de Mar del Plata o el de Quequén, y ahora es un boom, hablamos de una invasión de elefantes marinos, aparecen en todas las playas, concurridas o tranquilas, y se está notando que hay, incluso, agrupaciones de dos o de tres”.
Ciclos de vida
Al advertir esta modificación en la conducta de los elefantes marinos, De León precisó que, en principio, tiene que ver con que la población del elefante marino del sur “hace muchos años viene creciendo de forma estable, por eso es lógico ver más animales”.
El elefante marino del sur cumple un ciclo anual, que alterna periodos en tierra y periodos en el agua. Tiene dos etapas de asentamiento en la playa, la reproductiva y la época de muda del pelaje. Estas etapas están alternadas con las épocas de alimentación, que se dan en el mar.
“Finalizada la época reproductiva, los animales se van a alimentar al mar por dos meses; vuelven a tierra a mudar el pelaje, proceso lleva de 15 a 30 días, y regresan al mar a la etapa más larga de alimentación, que dura 6 o 7 meses; luego vuelven a tierra para comenzar nuevamente la etapa reproductiva”, explicó De León.
«Acá hay animales a lo largo de todo el año y todo esto pone de manifiesto la importancia de empezar a prestarle atención a la costa bonaerense como un sitio de distribución, que si bien está dentro de su ciclo reproductivo, está descripto científicamente, se le tiene que dar más monitoreo”, remarcó la bióloga marplatense.
Dentro del ciclo reproductivo de la especie, en tierra, se dan la cópula, el nacimiento, la lactancia y la muda de piel de las crías, proceso que guarda una situación de gran vulnerabilidad para hembras y cachorros. Sobre los nacimientos – el año pasado hubo varios en la costa bonaerense – la especialista aseveró: “Si bien había registros de nacimientos, eran contados con los dedos de las manos, como uno en 2012 en Necochea, todos datos muy sueltos; lo que ocurre ahora es una situación que nos pone en alerta y nos ofrece una responsabilidad, tenemos que ponernos a trabajar en eso porque creo va a seguir ocurriendo”.
Sin una conclusión cerrada sobre el cambio de conducta de los elefantes marinos, De León esbozó: “Estos animales están buscando otros sitios, si bien no se sabe bien por qué, creo que tiene que ver con el aumento de la población de estos animales por eso empiezan a aparecer por otras regiones, sobre todo para el descanso y muda. También pensamos que por efecto de la gripe aviar que mató tantas crías y tantos ejemplares el año pasado en Península Valdés iba a generarse un cambio”. En esa línea, planteó: “Puede barajarse que por la mortandad que hubo en Chubut están eligiendo otros lados para evitar el lugar en el que fueron tan afectados”.






