
La periodista Gabriela Azcoitía salvó la ropa de un inexpresivo Ariel Martínez Bordaisco, en las encuestas previas a las elecciones del 7S. No fue un algoritmo lo que catapultó a una banca a la trabajadora de Canal 8, quien exhibió un nada despreciable nivel de conocimiento del 82 %, producto de su conducción de décadas en informativos televisivos en Mar del Plata y toda su zona de influencia. Tampoco hacía falta mucha chispa, luego que el senador nacional Maximiliano Abad redujera a la UCR a un sello, través de dos mandatos consecutivos de liderazgo bonaerense.
Casi 15 puntos porcentuales habilitaron el residual del cociente electoral, para que Bordaisco llegue por segunda vez al HCD, con una propuesta que provino de lazos familiares con Azcoitía. La avidez de nuevos candidatos, la convirtió en una de las grandes ganadoras de la historia en su bautismo electoral, llegar con 2 concejales, como una «colectora» radical que será en la práctica Nuevos Aires, no habrá nadie que se rebele a un funcionamiento de esa naturaleza. Muchos dudan de la desaparición de la mayoría automática en el HCD. Ya se conocen los precios cuando se arman las listas. Para buenos entendedores «El jefe» no sólo existe en Karina Milei, hay que mirar a la cámara alta.
Tras exitosas internas partidarias de trámites atribuidos a la rosca política como herramienta, Abad contaba los intendentes radicales que tenía a su favor. En el pico de su poder llegó a contar con 30 jefes comunales bonaerenses de la UCR, a los cuales intentó absorber hacia el grupo Malbec, alineado con LLA para apoyar a Javier Milei. Ese capítulo no cerró en las entrañas partidarias que judicializó la última compulsa de la UCR. Ya estaba concluida la devastación. La operación resistencia provino desde Tandil y del histórico dirigente Federico Storani.
En tren de especular, siempre entre estos actores se ha priorizado el clima de negocios, que podría perdurar en los 2 años de mandato que restan hasta 2027 con la inminente partida de Montenegro. Aunque el intendente marplatense es un cruzado de Milei, creó territorialidad y conociéndolo no va a dejar el control remoto. Es el precio que paga para ser libertario con la caja de la MGP.
El tema tuvo un amplio tratamiento en un trabajo que lleva la firma de Cristian Lora y que se publica en La Política On Line con el título Crisis total en el radicalismo tras una elección en la que perdió 149 concejales y 12 legisladores
Según el trabajo de LPO: «El radicalismo sufrió en la elección legislativa bonaerense una debacle electoral. La estrategia diseñada por Miguel Fernández y Pablo Domenichini llevó al partido a un riesgoso retroceso en los ámbitos legislativos».
La UCR perdió nada menos que 149 concejales en los distritos, incluidos todos los concejales del conurbano. En la Legislatura bonaerense perdió 12 de los 14 legisladores que puso en juego.
El radicalismo siempre tuvo un nicho de poder en la provincia: los intendentes que controlan distritos importantes del verde interior bonaerense. Allí la alianza Somos Buenos Aires también fracasó y 17 de los 28 intendentes perdieron la elección.
Algunos incluso salieron terceros, como Miguel Lunghi el hasta ahora imbatible intendente de Tandil que consiguió 14 puntos lejos del peronismo -que ganó la elección- y los libertarios. En Lincoln, el intendente Salvador Serenal también quedó tercero con 22 puntos. Lo mismo pasó con Javier Andrés, de Adolfo Alsina.
El peronismo gana en Tandil por primera vez en 38 años
Pero además, los malos resultados terminaron licuando a candidatos que no habían llegado a su banca, pero que perfilaban buenas candidaturas. En tanto, en la elección de octubre probablemente se pierdan las tres bancas que se ponen en juego en la Cámara de Diputados.
Tras judicialización de la interna partidaria, la conducción del Comité Provincia tiene dos cabezas: por un lado el presidente del Comité de Contingencia, Miguel Fernández; y por otro el titular de la Convención de Contingencia, Domenichini.
Ellos definieron la alianza Somos Buenos Aires, un armado de centro integrado por un sector del radicalismo, la Coalición Cívica y algunos referentes del peronismo como Florencio Randazzo y el intendente de Tigre, Julio Zamora. Fue una línea moderada que según los más críticos sirvió para partir a la oposición y terminar siendo funcional a Axel Kicillof.
El gobernador y Fernández siempre mantuvieron los canales abiertos. Se sabe que Kicillof le ofreció en 2023 al líder del radicalismo ser su compañero de lista. Es decir, ser el vicegobernador. Fernández desestimó esa propuesta.
El cierre de alianzas fue caótico para el radicalismo. El sector que lidera Maximiliano Abad se negó participar de ese armado en desacuerdo con la estrategia. El senador nacional proponía armar un gran frente contra Kicillof que garantice los pisos en las ochos secciones electorales.
En la Primera Sección, Somos Buenos Aires sacó 4,2 puntos, muy lejos de los 12,5 que necesitaba para llegar al piso.
En la Tercera -donde el propio Domenichini fue candidato- Somos Buenos Aires quedó en quinto lugar con apenas el 2,8% de los votos. Por encima quedaron el peronismo, los libertarios, el Frente de Izquierda (que logró sumar dos diputados) y Nuevos Aires. Tampoco se llegó al piso en la Quinta, en la Séptima y en la Octava.
En la Cuarta se lograron dos bancas: una para Pablo Petrecca y otra para Natalia Quintana, que responde a Fernández. El problema es que si Petrecca no asume, quien sigue en la lista es el intendente de Chivilcoy, Guillermo Britos, quien probablemente cierre un acuerdo con el peronismo.
Por la Sexta logró volver a la Legislatura Andrés De Leo -cercano a Elisa Carrió- y la radical Priscila Minnaard. De modo que sólo Quintana y Minnaard llegan a la Legislatura por el radicalismo en una elección en la que ponía 14 bancas en juego.
Dentro del radicalismo deslizan cuestionamientos hacia la estrategia electoral de Fernández y Domenichini. Aseguran que entregaron la junta electoral de la alianza al peronismo y que no hubo espacios para contener a otros sectores del radicalismo.
La estrategia electoral del radicalismo lleva ahora al partido a una situación compleja. Las bancas en la Legislatura y en los Concejos suponen lugares de poder frente a los intendentes pero también en la cúpula de la política bonaerense.
La pérdida de representatividad legislativa lo deja afuera de la discusión por cargos judiciales, asientos en órganos de control como el Banco Provincia y el ministerio de Educación. Incluso en la negociación para quedarse con un sillón en la Suprema Corte, una discusión que Kicillof mantiene cerrada, pero que puede abrirse en cualquier momento.
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