Luis Barrionuevo y Hugo Moyano se conocen desde hace décadas. Como cualquier relación entre dos personas con mucho poder, tuvieron varias idas y vueltas. Supieron compartir el liderazgo de la CGT en este milenio, la relación luego se agrietó y terminó mal, pero parecía que en la designación de las nuevas autoridades de la central obrera en noviembre las tensiones habían quedado atrás: el gastronómico colocó en el triunvirato a Carlos Acuña y el camionero a su hijo Pablo. Pero, en poco tiempo, se evidenció lo frágil que es esa alianza.
Mar del Plata es el hogar natal de todo el clan Moyano, y en donde Hugo dio sus primeros pasos en el sindicalismo. Es también la segunda seccional más grande de Gastronómicos, el gremio de Barrionuevo. Y en las elecciones del jueves 2 hubo sorpresas: ganó Pablo Santín, compañero de banco del colegio y amigo de toda la vida de Facundo Moyano.
Los Moyano se metieron en la interna de un gremio ajeno, el de Barrionuevo, y ganaron. Encima Facundo provocó en las redes. “Pablo se impuso contra todo el poder gremial empresario que durante años abandonó al trabajador y miró para otro lado mientras se volvían más pobres y más precarizados”, dijo en su Twitter, en una crítica apenas velada a Barrionuevo.
Cerca del gastronómico le bajan el precio a los cruces. “Ya sabemos cómo son los Moyano”, dicen sobre la chicana de Facundo. Y aseguran que Santin lo primero que hizo cuando ganó fue llamar a Barrionuevo y ponerse a disposición. “Él tenía un problema con el que lideraba en Mar del Plata, no con Luis”. Y también afirman: “Entre Hugo y Luis está todo muy bien”. El tiempo dirá qué pasa en esta pulseada entre dos pesos pesados.
