Carta de Lectores

Trump instala su instinto de humillar

blankHacía muchos años, muchísimos, que no escuchaba (o leía) un alegato tan terminante  del valor  de la prensa y la necesidad de protegerla y, ayudarla.

Y no fueron testimonios de Walter Liptman, Joseph Pulitzer, Gabriel García Márquez, Eduardo Galeano, Tomás Eloy Martínez o…

No lo hizo un periodista defendiendo periódicos o a colegas de diarios, revistas, radios, televisión o portales informativos de internet, y enfrentándose al poder de turno: lo expresó una excelsa figura del cine, el teatro y la televisión que nos hizo llorar y reír en muchas de sus inconmensurables actuaciones.

En la tradicional entrega de los “Globo de Oro”, una de las máximas distinciones en reconocimiento a la excelencia de profesionales en cine y televisión de Estados Unidos y de todo el mundo, la genial Meryl  Streep, al recibir otra distinción a su trayectoria, cambió el sentido de la fiesta y brindó un alegato conmovedor…

Con gran altura destrozó los argumentos xenófobos del próximo presidente de EE.UU y alertó sobre el peligro que sobrevuela al planeta el haber elegido a un retrógrado cavernícola que en la tan pregonada “cuna de la democracia moderna” humilló a las mujeres, prometió expulsar a los extranjeros y se presenta como uno de los tantos dictadorzuelos que pululan en este mundo, ¡Ah!.. con un agravante que debiera avergonzar a quienes, de verdad, aman la libertad y la igualdad: ganó las elecciones con la ayuda de Putin y los servicios de inteligencia de Rusia…

Pero, qué mejor que acudir a las fuentes, y reproducir uno de los muchos artículos que hablan de lo sucedido en la ceremonia realizada en Hollywood, en este caso de El País de España: “subió con lágrimas, la voz entrecortada. El Globo de Oro honorífico que recogía Meryl Streep con 67 años era el noveno de una carrera que, resumida en un vídeo, fragmento a fragmento, intimida y maravilla. Pidió perdón por dudar, desenvolvió un papel y, cuando se arrancó, se olvidó de él y pronunció el discurso más profundo de la noche: Hollywood se hizo con extranjeros. Sin mencionarlo, aludió a Trump y recordó ese instante en que quien ocupará el despacho Oval se burló de un periodista discapacitado: si es el poder quien abusa de los débiles todos los demás lo imitarán. “La falta de respeto incita a más faltas de respeto. La violencia, a más violencia”.

¿Qué es Hollywood, salvo un grupo de gente de todas partes?” Ruth Negga, protagonista de Loving, es de origen irlandés y etíope. Natalie Portman, de Jerusalén. Dev Patel es británico, criado en Londres, hijo de inmigrantes indios y nacido en Kenia. Ryan Gosling, estrella de la triunfadora de la noche, La Land, es canadiense. Streep los mencionó a todos, foráneos y universales, para testimoniar que si esas personas que cumplen con la responsabilidad de emocionar dando luz a historias ajenas, a vidas diferentes de la propia, fueran expulsadas, solo veríamos fútbol. “O artes marciales mixtas, que desde luego no son arte”.

Streep demostró haber hecho consigna propia el consejo que le dio la recientemente fallecida Carrie Fisher, amiga, a la que se refirió simplemente como Leia, tal como pasará a la memoria colectiva. “Coge tu corazón roto y tórnalo arte”. Streep defendió la necesidad de que toda la profesión, de que los actores -unos privilegiados, como recuerda que le dijo Tommy Lee Jones, apoyen en tiempos venideros a la prensa en su labor de salvaguardar la verdad. “Necesitamos que hagan que los poderosos respondan de sus actos, vamos a necesitar a nuestros periodistas”.

Hugh Laurie, que saltó antes al escenario para recoger su Globo de Oro como mejor actor secundario de series de televisión por El infiltrado, había esgrimido, con ironía, el mismo argumento: Hollywood estará en el foco y será vilipendiado si se impone el tono del presidente electo. Streep fue sin embargo la que conmovió al auditorio, la que con su voz comprometida inspiró una ovación honesta.

Nombres como Robert De Niro, Bárbara Streisand, Sophia Loren, Clint Eastwood o Audrey Hepburn precedieron a Meryl Streep en este galardón Cecil B. de Mille honorífico en reconocimiento a una carrera, entregado por la Asociación de la Prensa Extranjera de Hollywood (HFPA). Desde 1952, solo 14 mujeres lo han recibido.

Discurso íntegro de Meryl Steep

“Gracias Hollywood Foreign Press. Para seguir la línea de lo que dijo Hugh Laurie, nosotros, todos los presentes, pertenecemos a un segmento denigrado de la población. Piénsenlo: Hollywood. Extranjeros. Y la prensa. Pero, ¿quiénes somos? ¿Qué es Hollywood? Es un grupo de gente que viene de todos lados. Yo nací, crecí y me eduqué en las escuelas de New Jersey. Viola nació en una cabaña en Carolina del Sur y creció en Central Falls. Sarah Paulson nació en Florida y la educó su mamá soltera en Brooklyn. Sarah Jessica Parker era una de siete u ocho hijos en Ohio. Amy Adams nació en Italia y Natalie Portman en Jerusalén. ¿Dónde están sus actas de nacimiento? Y la hermosa Ruth Negga nació en Etiopía, creció en Londres. No, en Irlanda, me parece. Está aquí nominada por hacer el papel de una chica de un pueblo de Virginia. Ryan Gosling, como toda la gente más amable, es canadiense. Y Dev Patel nació en Kenia, creció en Londres, y está aquí por hacer el papel de un indio que vive en Tasmania…

Así que Hollywood está lleno de extranjeros y foráneos, y si nos quieren echar a todos se van a quedar sin nada que ver más que futbol y artes marciales mixtas que NO son las artes… Me dieron tres segundos para decir esto… El único trabajo de un actor es entrar en la vida de personas que son diferentes a nosotros y dejarte sentir lo que eso se siente. Y hubo muchas actuaciones poderosas este año que lograron justo eso. Un trabajo asombroso y compasivo. Pero hubo una actuación este año que me impactó, metió sus ganchos en mi corazón. No porque fuera buena, no tenía nada de buena, pero era efectiva y hacía su trabajo. Hacía reír a su audiencia y enseñar sus dientes.

Fue en ese momento, que la persona a la que se le pidió sentarse en el asiento más respetable en nuestro país, imitó a un reportero discapacitado. Alguien a quien superaba en privilegio, poder y la capacidad de defenderse. Eso me rompió el corazón. Todavía no puedo sacármelo de la cabeza porque no era una película. Era la vida real.

Y ese instinto de humillar, cuando está modelado por alguien en la plataforma pública, por alguien poderoso, se filtra dentro de la vida de todo mundo, porque como que da permiso para que otra gente haga lo mismo.

La falta de respeto invita a la falta de respeto. La violencia incita a más violencia. Cuando los poderosos usan su posición para abusar de otros, todos perdemos…

Ok, esto me lleva a la prensa. Necesitamos, la prensa principal, hacerlos responsables, por cada atrocidad que hagan. Por eso, los fundadores de nuestro país, usaron la constitución para proteger a la prensa y sus libertades. Así que solo quiero pedirle a la Hollywood Foreign Press y a todos los que pertenecemos a esta comunidad que se unan y me apoyen en el comité para proteger periodistas. Porque vamos a necesitar que sigan adelante, y ellos van a necesitar que nosotros salvaguardamos la verdad.

Una cosa más. Una vez, estaba para en un set quejándome por algo, horas extras, o algo así. Tommy Lee Jones me dijo: “¿no es un privilegio, Meryl, solo ser un actor?” Sí, sí lo es. Y tenemos que recordarnos los unos a los otros sobre el privilegio y la responsabilidad del acto de la empatía. Debemos estar orgullosos del trabajo que Hollywood honra esta noche.

Como mi querida amiga, la recién fallecida Princesa Leia, me dijo una vez: “toma tu corazón roto y conviértelo en arte. Gracias”.

Respuesta de Donald Trump

El presidente electo, en una breve entrevista telefónica citada por el diario New York Times, aseguró que no había visto la intervención de Streep; “a pesar de ello, atribuyó las críticas de la actriz a que es seguidora, “lacaya”, dijo, de Clinton. En su cuenta de Twitter, continuó las descalificaciones afirmando que Streep era “una de las actrices más sobrevaloradas de Hollywood” y negando que se hubiera burlado del periodista discapacitado.

El que suscribe, debe confesar que durante muchos meses, cuando Trump irrumpió en la política estadounidense y afirmó que se presentaría como candidato a Presidente, creí que su nombre era “Ronald”.

Después de haber leído mucho sobre el futuro mandatario de la Unión debo reconocer que, el progenitor de este constructor de grandes edificios, fue un visionario qué, después de haber leído historietas y visto películas sobre el famoso pato de Disney, a su vástago decidió llamarlo “Donald”, seguramente por aquello de “a cada paso una…”

Oscar Gastiarena

 

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