Rubén Quiñones, el juez ubicado en el centro (Foto: Diario Norte)
El juicio por el caso “Carbón Blanco” (el contrabando de más de una tonelada de cocaína a Portugal) que involucró al abogado marplatense Mariano Castellucci, no para de tener sobresaltos: el presidente del Tribunal Rubén Quiñones, adelantó que abandonará el debate “por razones de salud”.
La renuncia del camarista se concretará formalmente este viernes y sorprendió no sólo por lo imprevista, sino por la forma en la que decidió transmitirla.
Dos días antes, los fiscales Carlos Amad y Federico Carniel recibieron una amenaza: alguien dejó un papel en el parabrisas del auto de Amad en el que les advertían que no la iban a pasar “nada bien”. Ambos terminaron con custodia, sumándose a la jueza federal de Chaco Zunilda Niremperger, quien instruyó el caso y a quien el abogado Carlos Salvatore –principal acusado de la causa– amenazó con mandar a matar.
Según detalla el diario Clarín, la propia Niremperger declaró a la prensa que al inicio de la investigación, allá por 2012, intentaron sobornarla y que otro de los principales acusados, Patricio Gorosito –fundador del club Real Arroyo Seco–, se presentó en sociedad como “testaferro” del difunto presidente de la AFA, Julio Grondona.
Quiñones es conocido como un juez “atípico”, que va a trabajar en zapatillas. Y en el caso “Carbón Blanco” tomó la decisión de concederle el arresto domiciliario a Carlos Salvatore. Lo hizo habilitando la feria judicial de enero, sin consultarlo ni con el resto del tribunal ni con la fiscalía. Esa resolución fue revertida por la Cámara de Casación Penal el pasado 8 de mayo, que calificó lo actuado por el juez de “irregular” y mandó a Salvatore a la cárcel de Ezeiza.
Pese a estas objeciones, Quiñones quedó como presidente del Tribunal de “Carbón Blanco” y, de hecho, ocupó ese lugar este jueves por la mañana, cuando comenzó la audiencia en la que declararon un amigo de Salvatore y quien era el jefe de la Aduana de Barranqueras (Chaco) en 2012.
El tribunal volvió a la sala pero en la silla de la presidencia se sentó Belforte y no Quiñones. Cuando uno de los abogados defensores preguntó a qué se debía el cambio, se le contestó escuetamente que era atribución del tribunal hacerlo.
Todo siguió después fuera de la sala de audiencias. El tribunal primero se reunió con los fiscales y uno de los abogados de Gorosito para tratar un tema puntual: el viaje de este defensor a Europa a participar de un congreso y cómo se superpondría eso con el juicio.
Inquietos por lo que habían visto en el recinto, los abogados de Salvatore –Claudio Lifschitz y Luis Sasso– pidieron hablar también con el tribunal. En este marco, el juez Quiñones les dijo a los presentes: “Todos van a estar más tranquilos porque yo no voy a estar más”. Argumentó que tenía serios problemas de salud y no dijo más.
“No lo hizo oficialmente. Nos dijo: ‘quiero que sepan que yo me voy’. Realmente nos sorprendió, aunque el martes habíamos notado cierto malestar entre Quiñones y los otros jueces”, le dijo a Clarín Sasso. Su colega Lifschitz fue más allá al hablar con Télam: “esto es algo muy extraño, que da a pensar en presiones externas o en cuestiones políticas”, sostuvo.
Fuente: Popular
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